domingo, 27 de diciembre de 2015

La fortuna de Bill Gates

En la China antigua la casa de la gente rica tenía grandes puertas de color rojo, mientras que la de la gente común, es decir los pobres, las puertas eran blancas. El mundo, curiosamente, ha ido de mal en peor.

Las personas que tienen más de mil millones en sus cuentas son los billonarios. ¿Cuántos son? Apenas alcanzan a la cifra de 1.645. En África, por ejemplo, existen 16 de estos privilegiados que conviven con 358 millones de personas en situaciones de extrema pobreza. Más claro no hay: el 1% de la población es dueña de una riqueza esquilmada al otro 99%, más allá de los eufemismos.

El informe Oxfam señala: “A nivel mundial, la desigualdad en términos de riqueza individual es aún más extrema. Oxfam ha calculado que, en 2014, las 85 personas más ricas del planeta poseían la misma riqueza que la mitad más pobre de la humanidad. Entre marzo de 2013 y marzo de 2014, estas 85 personas incrementaron su riqueza en 668 millones de dólares diarios. Si Bill Gates quisiera utilizar toda su riqueza y se gastase 1 millón de dólares al día, necesitaría 218 años para acabar con su fortuna. Aunque, en realidad nunca se quedaría sin dinero: incluso si obtuviese un rendimiento modesto por su riqueza, inferior al 2%, ganaría 4,2 millones de dólares al día solo en concepto de intereses”. Aunque el estudio reconoce que es necesario cierto grado de desigualdad para premiar el talento, lo extremo deja sin oportunidad a millones de personas. (www.oxfam.org)

Aterricemos en nuestro país. Por ejemplo, durante el auge cacaotero en que el país era el mayor exportador de la fruta, la escasa visión de los Gran Cacao hizo que, además de tener entre dos familias fincas del tamaño de la actual provincia de Los Ríos, los trabajadores explotados no tuvieran ni las condiciones ni las oportunidades para desarrollar productos derivados. Tampoco lo hicieron aquellos ricos, cuyos hijos nacían en París, para montar una fábrica de chocolates.

Aunque puede resultar un ejemplo extremo, da pistas de una realidad que no ha variado mucho. ¿Cuántos productores bananeros están pensando en una fábrica de patacones? ¿Cuál es el aporte, por ejemplo, cultural después de 60 años de exportar banano, más allá de la Reina del Banano? ¿Hay un museo del banano o recursos para que alguna universidad estudie una nueva plaga?

La mirada de algunos empresarios se parece bastante a los primeros conquistadores: oro fácil en el menor tiempo posible. Regreso al inicio. Un texto taoísta de hace milenios dice: “Asociarse con mercaderes no es tan bueno como hacerse amigo de los ermitaños. Llamar a las puertas rojas no es tan bueno como frecuentar las casas blancas…”

Sin embargo, siempre queda la pregunta de qué puede hacer una persona con tanto dinero en el mundo. Otra vez el taoísmo nos da una clave: “El Cielo hace a un hombre rico para que alivie el sufrimiento de las multitudes, pero en el mundo hay quienes usan su riqueza para abusar y maltratar a los pobres. ¡Ah, estas personas ofenden la verdadera voluntad del Cielo!” Por suerte, Bill Gates repartirá su fortuna a fundaciones sociales y dejará a sus hijos lo mínimo.




miércoles, 23 de diciembre de 2015

El secreto de la Mona Lisa

De los cuadros del mundo el más enigmático es la Mona Lisa. Se han producido versiones, desde Picasso a Basquiad, de Botero a la cultura pop (en un buscador aparecen cerca de 30 millones de referencias). No hay que olvidar a Ducham quien la pintó con bigotes.

¿En qué momento el cuadro, pintado en tabla de álamo, de 77x53 cm de la Mona Lisa, de Leonardo da Vinci, de inicios del siglo XVI, pasó de ser un retrato por encargo -con la técnica del sfumato al extremo- a convertirse, pasando por los ataques de la vanguardia, en un fetiche de la cultura popular, a inicios del siglo XXI?

Fue pintada entre 1503 a 1506 con una técnica inventada por el pintor: el sfumato, con deliberación extrema. Erns Gombrich habla del sentido de ambigüedad como la clave en la lectura de imágenes. Esas sugerencias esperan la atención del espectador. “El contorno borroso y los colores suavizados que permiten fundir una sombra con otra y que siempre dejan algo a nuestra imaginación. Si volvemos ahora a contemplar la Mona Lisa, comprenderemos algo de su misteriosa apariencia”, dice Gombrich.

El descubrimiento de Leonardo, la ‘borrosidad’, incluso en sus bocetos, y la búsqueda de lo ‘indeterminado’ -esa forma medio adivinada, siguiendo a Gombrich- permiten estimular al espíritu a nuevas invenciones.


¿Pero en qué momento esta pintura, que por cierto no constaba entre las 110 mejores obras de arte, de la corte de Francisco I, aunque Napoleón la tuviera en su habitación en el palacio de las Tullerías, pasó a ser una construcción iconográfica que pasaría de la veneración al rechazo?

En el libro Leonardo, el vuelo de la mente, de Charles Nicholl, pág. 412, refiere que la Mona Lisa pasó a convertirse en ícono cultural a mediados del siglo XIX, porque los europeos del norte sentían fascinación por el Renacimiento, y particularmente por la figura de Leonardo. “Su imagen quedó estrechamente ligada a la mórbida fantasía romántica de la femme fatale: esa exótica y cautivadora ‘bella dame sans merci’ (bella dama sin piedad) que tanto obsesionaba a la imaginación de los hombres de la época”, nos dice el autor para agregar que fue el novelista, crítico de arte y fumador de hachís Théophile Gautier quien ayudó a elevar su imagen.

Entre sus arrebatos, dice el texto, está este: “Te hace sentir como si fueras un colegial frente a una duquesa”. Jules Michelet, otro fanático del Renacimiento, escribió: “Su presencia me atrae, me subleva, me consume: acudo a ella a mi pesar, como acude un pájaro a la llamada de una serpiente”. Fue entonces que la Mona Lisa pasó a convertirse en belleza letal, como la nana de Zola, la Lulu de Wedekind o Jeanne Duval, la bella amante criolla de Baudelaire. El poeta galo Yeats escribió: Es anterior a las rocas entre las que se sienta: / al igual que el vampiro / ha muerto muchas veces…

En 1981, el empresario Leon Mekusa -enamorado de esa sonrisa- vendió todos sus bienes y entró como vigilante en el Louvre, “para mirarla todas las mañanas antes que nadie”. Ahora, en casa está una Gioconda pintada en técnica naif por Elena Terán. Igual, tiene una sonrisa enigmática.





jueves, 17 de diciembre de 2015

Haiku: rasguño de luz

Una de las formas más hermosas de la literatura son los haikus, esos mínimos poemas japoneses. En un temprano poema Borges refiere que el haiku fija en unas pocas sílabas un instante, un eco, un éxtasis. Escribió: ¿Es un imperio esa luz que se apaga o una luciérnaga? Octavio Paz acotaba que estas extrañas perlas literarias muestran la precariedad de la existencia.

Desde el primitivo katauta del siglo VIII la poesía nipona llegaría al haiku y su esplendor en el XVII, donde se ama la sugerencia, a veces como búsqueda espiritual, en desmedro de la ornamentación tan cara a Occidente. Era una poética que buscaba lo instantáneo del satori o la iluminación con recursos mínimos. Sigue emparentada con el zen, sin olvidar al sintoísmo. Esos son sus orígenes, tras la contemplación. Como toda lírica, está en transformación incesante y nos pertenece a todos. Roland Barthes decía: “El haiku nos hace recordar aquello que jamás nos ha sucedido; en él reconocemos una repetición sin origen, un acontecimiento sin causa, una memoria sin persona, un habla sin amarras”. Observaba que esta escritura sutil posee evidentemente algo de música (música de los sentidos y no forzosamente de los sonidos). “El haiku es la rectitud del trazo, sin estelas, sin margen, sin vibración; tantos comportamientos pequeños... tiene la vocación de pintura, de miniatura. Es un rasguño de luz”. Es un navajazo ligero trazado en el tiempo, concluía. Uno de sus exponentes fue Kobayashi Issa: La lejana montaña / se destaca / en los ojos de la libélula. También escribió: De no estar tú / demasiado grande / sería el bosque. Y aquí su más famoso: Vente a jugar / conmigo / gorrión sin padres. En el Círculo de Poesía leemos: “Cuando era pequeño, los demás niños se burlaban de él por no tener a su madre, por lo que generalmente jugaba solo. Al ver a este gorrión cerca de él, Issa interpreta que se encuentran en la misma situación y lo invita a jugar, tal y como hubiera deseado que lo hicieran los niños de su edad”.


Esto a propósito de culminar una mínima obra en esta línea que obviamente ahora se llaman micropoemas, porque no siguen la regla del haiku y, acaso, buscan su contemplación. Compartiré uno que se titula ‘La muralla’: Un beso suyo / y se desmorona / todo el imperio. El verso evoca un texto borgiano que refiere “que el hombre que ordenó la edificación de la casi infinita muralla china fue aquel primer emperador, Shih Huang Ti, que asimismo dispuso que se quemaran todos los libros anteriores a él”. Los historiadores nos dicen que el emperador prohibió que se mencionara a la muerte y que, entonces, la muralla sería una construcción mágica para detenerla. Acaso, un acto de amor lo habría salvado.

jueves, 10 de diciembre de 2015

La estatua de Benalcázar



Es imposible amar una ciudad sin conocer su historia. Quito, fundada entre las cenizas, evoca siempre una cartografía inconclusa. Por sus laberínticas calles, por sus emblemáticos zaguanes, por esa opresión de tener un volcán o por las populosas calles, la urbe parece cobrar más sentido cuando se camina por sus calles del Centro Histórico. Y son, precisamente estas, más allá de su nomenclatura, que nos llevan a los orígenes, a los motivos de su fundación y también de su rebeldía. Por eso comparto las historias de dos de sus arterias. La primera lleva el nombre del fundador, que en realidad se llamaba Sebastián Moyano y criaba ovejas y cerdos. El cronista Juan de Castellanos relata que tras matar a un mulo en 1507 huyó hacia las Indias Occidentales por temor a un castigo y también para escapar de la pobreza en que vivía.

Cuando Sebastián de Benalcázar llegó a Quito, en 1534, había aún un olor a ceniza en el aire de la ciudad destruida. No importaba porque ya la había fundado a lo lejos, donde después sería la antigua Riobamba, para ganarle la partida a sus compatriotas que venían apurados desde el norte. Por ordenanza, se creó la Calle Real, eje del trazado de la urbe. Se llamó también Calle Angosta, y los primeros historiadores creían que era la senda prehispánica que unía el Templo del Sol (Panecillo) con el Templo de la Luna (San Juan).

Las familias quiteñas poderosas no se contentaron con sus patios de pileta y las llamaron por sus apellidos, como si al nombrarlas así las poseyeran: calle Sáenz la denominaron, por las charreteras de un general, más tarde calle del Correo.

En la vía está la Casa del Toro, con una escultura que recuerda el séptimo trabajo de Hércules, con el toro de Creta. Al frente, la estatua de Benalcázar mira hacia lo que fue su antiguo solar. No tuvo tiempo para levantar su morada ni mirar la ciudad, que crecía en donde antes caminaban otros dueños. Andaba con un sueño insaciable y para sus encuentros con los nativos tenía un traductor para una sola palabra: oro.

Ahora, la calle Venezuela: De plata fueron hechas las lunas menguantes para los pies de las Vírgenes de madera. Los devotos iban a la calle de la Platería para pedir favores a sus santos a cambio de joyas o indulgencias que solicitaban los conquistadores cuando se hacían viejos, como perdón de sus pecados. Estos hombres de antiguas corazas acaso querían olvidar sus sangrientas masacres contra los indígenas.

Iban a las capellanías a pagar misas para toda la eternidad porque sabían que las imágenes de madera eran benévolas con las almas atormentadas.

En 1613, el Alguacil Mayor de Quito, don Diego Sánchez de la Carrera había llegado de allende el mar para decidir sobre la vida de los quiteños. Acaso, quisieron halagarlo y la calle se llamó De la Carrera.

En la misma calzada, Antonio José de Sucre, patriota venezolano, construyó su casa, con indicaciones que llegaban en cartas escritas en el fragor de las batallas de independencia. Unas balas de la infamia lo asesinaron en Berruecos, pero nadie olvida que de Venezuela también llegó el ejército libertario de llaneros.


lunes, 30 de noviembre de 2015

Anécdotas del Hombre Dinamita

Un viejo diputado famoso por su oratoria fue el guayaquileño Vicente Leví Castillo. Llegó al Congreso de entonces como trampolín de su programa radial ‘El show de esta noche’, donde tenía por costumbre denunciar a los contribuyentes morosos. Un día de marzo de 1967, en una sesión y mientras el diputado lojano José Castillo Luzuriaga estaba a punto de revelar una lista de evasores de impuestos, Leví sacó una pistola y amenazó con disparar a su colega. Este no se amilanó, así que Leví disparó a los pies y, acto seguido, sacó sendos cartuchos de dinamita para -según él- hacer volar al Parlamento. Cundió el pánico. Días más tarde, con lágrimas en los ojos y supuestamente arrepentido, volvió a su curul.

Pero las lágrimas parecían de cocodrilo, porque al año siguiente cuando el ‘Profeta’ Velasco Ibarra se encontraba dirigiéndose a un mitin a Daule para buscar su quinto mandato, el Hombre Dinamita, es decir Leví, invitó a Velasco a compartir su auto, ante un desperfecto mecánico. Tras acomodarse inició con la perorata, porque Leví se creía el mayor experto en minas del país. Velasco escuchó con paciencia, pero sin decir nada. En este punto, Leví le hizo a Velasco una pregunta que no podía quedar sin respuesta:

-Si llega usted a la presidencia y yo me le presento en su despacho y le digo: Señor Presidente, vengo con cinco cartuchos de dinamita en mi cinturón y le pido que me nombre Director de Minas, y si usted no lo hace yo prendo las mechas y volamos… ¿Qué me diría?
-¡Volamos, señor!, fue la respuesta de Velasco.

Esta es una de las anécdotas que el lector puede encontrar en la obra Memorias de la Política, del historiador Javier Gomezjurado Zevallos. A veces, esta disciplina -como la filosofía- se vuelve un intrincado laberinto para eruditos que han olvidado su propósito. Para la primera, siguiendo a Heródoto, contar las maravillas y curiosidades del mundo, y en el otro acercar a los seres humanos a una pregunta básica: cómo ser felices. Sería Tucídides, el historiador militar, quien durante más de 2.400 años -y hasta hoy- que convertiría a esta ciencia casi en inaccesible.

De allí que se agradece a Gomezjurado optar por una línea casi de crónica -no exenta de la rigurosidad académica- para en pequeños esbozos dar cuenta de la realidad política de un país.

La Academia Nacional de Historia reseña Memorias de la Política, es un mosaico de crónicas, una recopilación de las situaciones más disímiles de la vida política de Ecuador, en las últimas décadas, incidentes que han ido construyendo la memoria colectiva. A veces, desde el poder se devela el talento, la sutileza, el ingenio, las virtudes y bondades de los protagonistas, pero también refleja las inconsistencias del ser humano, la viveza criolla, las falencias y desaciertos. Obviamente, como se dice, a veces el poder marea, para quienes buscan notoriedad.

El libro, de 230 páginas, tuvo el auspicio de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo de Esmeraldas. Gomezjurado es autor de Historias y anécdotas presidenciales y, hace pocos meses, de Desempolvando la historia. Todo este material debería estar en internet para no perder la memoria.


XI Festival de Leyendas de Ecuador

Imagínese a varios grupos de jóvenes preguntando a los abuelos sobre la leyenda de Cantuña, aquel indiano, como se decía entonces, que entregó su alma al diablo para construir el atrio de San Francisco. Imagínese, después, esos colegiales -junto con entusiastas educadores- realizando el guión y buscando los trajes que mejor correspondan a la dama tapada o a la canoa fantasma, un mito que aún cuentan en las riberas de los ríos de Esmeraldas. Y, durante días, cámara en mano y muchas risas y preocupaciones, la filmación de las otras historias de este país mágico.

Con todo el material, y los apuros de último momento, listos para el XI Festival Ecuador Tierra de Leyendas que organiza el Pensionado Universitario, de Quito, con la participación entusiastas de sus autoridades. Y para estar con los idiomas de estos tiempos, todo el trabajo en inglés (porque no hay que temer a las fronteras).

Esto es precisamente lo que acaba de ocurrir el pasado miércoles en un evento de una institución privada que -en otros ámbitos, que van desde la gastronomía a las vestimentas, de la música a la danza- debería ser parte de maneras efectivas de entender la educación. No creo que los jóvenes que este año realizaron el video de la Casa 1028 se olviden -por medio de esta puesta en escena- del valor del Centro Histórico de Quito.

Porque precisamente de eso se trata la mitología, voces de voces, que ha sido largamente tratada como superchería, como cuento de abuelas, en un mundo donde la historia oficial han sido las batallas y el poder, desde la época de Tucídides, el historiador militar de hace 2.400 años. Hay que decirlo: esa ha sido siempre nuestra historia, desde que Heródoto fue dejado a un lado.

Habría que esperar que llegaran otras ciencias -como la etnología- para que estas sabidurías guardadas de manera oral salieran a mostrar sus maravillas. Para Lévy-Strauss los mitos son una expresión de una lógica impecable, propia de una forma de pensar distinta al racionalismo moderno, presente en culturas que tienen una lógica distinta a la lógica formal.

¿Por qué es importante la mitología? Porque responde las preguntas básicas de una comunidad: origen, existencia y destino, dice Manuel Espinosa Apolo. Citando a Malinowski, señala que los mitos permiten expresar y realzar las creencias, y salvaguardar los preceptos de orden moral; gracias a ello la tradición adquiere mayor valor y prestigio, hasta lograr su fortaleza. Además de que permiten un acceso hacia lo eterno.

En nuestro país, cada cultura tiene una variedad increíble de saberes. Lamentablemente, a diferencia de los libros, cada ocasión que un abuelo muere es como extinguirse una biblioteca. Cuidar el patrimonio inmaterial no es únicamente tarea de estudiosos, sino también de los jóvenes ecuatorianos y de políticas coherentes de un Estado que asuma un compromiso con la otra historia, lejos de las ofrendas florales, estatuas, charreteras y trajes recién salidos de la tintorería, como decía Eduardo Galeano.

¿Cuándo será la hora de que las brujas voladoras del triángulo de Mira-Pimampiro-Urcuquí también tengan una película?


Animalanzas Capítulo 1, ilustrado

De todos los confines han llegado para la Asamblea Extraordinaria de los Animales donde se elegirá al nuevo rey. Como antes se designó al más fuerte, ahora le corresponde al más sabio. 

El zorro toma la palabra… Esta es la obra del escritor Juan Carlos Morales Mejía e ilustrado por Eulalia Cornejo. Aquí el primer capítulo de un relato vertiginoso donde cada uno de los animales –como si se tratara del mundo- tiene la oportunidad de presentar sus propuestas, aunque puedan ser descabelladas. En medio de adivinanzas de animales (de allí animalanzas), la demagogia, la sensatez, la arrogancia, la vanidad o la sabiduría, están presentes en esta literatura de fábula.

El libro, al momento, está en su base de búsqueda de nuevos caminos, por eso le sugerimos compartir esta primera entrega. Quién sabe, que el resto de los 10 capítulos salgan pronto a la luz.

Puede descargar el texto en Animalanzas Capítulo 1

Puede ver el video en: 

Animalanzas Capítulo 1


domingo, 22 de noviembre de 2015

Formas de la Delicia Pasajera - Carrera Andrade / Morales Mejía


En el blog se publicó, Musicalizan poesía de Carrera Andrade


Animalanzas Capítulo 1, video

Los animales se han reunido para designar al nuevo rey. Como antes fue el más fuerte ahora buscan al más sabio. Esta es la trama de Animalanzas, cuento del escritor Juan Carlos Morales Mejía, parte del proyecto Veo Veo, de Ecuador TV, Televisión Pública de Ecuador. Desarrollado por Motion Arts, cuenta con el auspicio del Ministerio de Inclusión Económico y Social. Este es el primer capítulo.

Animalanzas capítulo 1



lunes, 16 de noviembre de 2015

Carla Badillo Coronado, poeta

Son curiosas las maneras poscoloniales con que nos movemos aún en nuestra América: hay que esperar un premio internacional para que reconozcamos a nuestros poetas. Peor si aún son jóvenes, y más aún si son mujeres. Llenos de colecciones -que está bien que las haya- de nuestros escritores consagrados, tendemos a olvidar a la poesía contemporánea que precisamente nos cuenta en el lenguaje de nuestro tiempo las seis o siete metáforas que han regido al mundo.

Y este es el tema sustancial, porque no podemos únicamente leer el mundo desde el admirable cuento del Guaraguao de Joaquín Gallegos Lara, sino que también son importantes los signos del ahora. No podemos esperar aniversarios ni ofrendas florales.

Esto a propósito del galardón Creación Joven del Premio de Poesía Loewe que acaba de obtener Carla Badillo Coronado por su obra El color de la granada, donde el jurado destaca: “Es un libro de una gran madurez y concisión, que decanta temas eternos, pero con una gran frescura expresiva y originalidad para la edad de la autora”. Además, en estos días, acaba de recibir una mención en el Premio Nacional de Novela Breve La Linares con su texto Abierta sigue la noche, donde la triunfadora también fue la editora reciente de Cartón Piedra, Sandra Araya, por lo que habla muy bien de un espacio ganado por un medio público para despecho de quienes creen lo contrario.

Badillo, Quito, 1985, triunfadora del Premio Nacional de Poesía César Dávila Andrade en 2011, tiene un espíritu cosmopolita que no le ha impedido tender un puente con sus raíces, como su pertenencia a grupos de danza tradicionales. Viajera en búsqueda de su propia voz también fue parte del suplemento cultural de este diario Cartón Piedra, con un escrito memorable sobre el poeta vivo más importante del país como es Efraín Jara Idrovo, que levantó un canto de alabastro con ‘Sollozos por Pedro Jara’.

Una de las deudas pendientes que tiene el país con sus poetas es la falta de difusión de sus obras porque no basta imprimir los libros. Un ejemplo. La Universidad de Chile, hace ya muchos años, ha colocado en su sitio web la poesía de Vicente Huidobro. En este sentido, es hora de que, al menos, la Universidad de Cuenca difunda la portentosa obra de César Dávila Andrade o del mismo citado Idrovo y más aún de las nuevas voces.

Entonces, es imperativo que las nuevas voces de escritores ecuatorianos tengan un espacio más decidido desde las instancias correspondientes. Y, claro, no hay que tener temor al marketing ni que los jóvenes ecuatorianos -a través de una reestructuración curricular- puedan acceder a estos lenguajes que precisamente cuentan lo que somos, a inicios del siglo XXI.

Aquí la voz de esta escritora irreverente y lúcida en ‘Poema a un muerto sin tumba’: “Hubiese sido más romántico / que mueras atorado con mi lengua / o asfixiado, sofocado al interior de mi boca. / Así sabría dónde están tus restos. / Así me hubiese convertido al fin / en tu última morada”. Quienes aún no la conocen pueden visitar su blog:www.mujerentierrafirme.blogspot.com



lunes, 2 de noviembre de 2015

Fotografías obra El árbol, la montaña y tú

Fotografías de la obra, que volverá a escena en enero.


Algunas de las tomas y video, para promoción, fueron realizadas en Caranqui-cocha (Yahuarcocha), en Imbabura. 























Por favor revise información en:

El poeta y la luna / obra de danza


Obra El Poeta y La Luna

domingo, 25 de octubre de 2015

Quito y su reto turístico

Quito tiene múltiples caras: la espalda de la Virgen del Panecillo; el olor de las colaciones; un indio que levanta un atrio y se disputa con el diablo; el temor del volcán; las sinuosas calles; los zaguanes sin pasado y una modernidad inconclusa; las tertulias y los desencuentros; la ciudad cosmopolita y la beata que se persigna… Quito, la ciudad eterna, como la pensara fray Agustín Moreno, acaso inspirado en aquel fraile de Flandes que quiso otra urbe, acaba de recibir un nuevo premio como “Destino Líder de Sudamérica” en los World Travel Award (WTA).

Sin embargo, hay que decirlo, los propios quiteños –aquellos que han nacido o viven- no entienden su centro histórico, motivo para el mentado reconocimiento. Es preciso que sus habitantes recorran estos lugares de historia y que no miren únicamente la arquitectura sino la ciudad viva.

Es por sus calles por donde transita también su memoria. Ahora, evocaré dos, como la calle Venezuela: De plata fueron hechas las lunas menguantes para los pies de las Vírgenes de madera. Los devotos iban a la calle de la Platería para pedir favores a sus santos a cambio de joyas o indulgencias que solicitaban los conquistadores cuando se hacían viejos, como perdón de sus pecados. Estos hombres de antiguas corazas acaso querían olvidar sus sangrientas masacres contra los indígenas.

Iban a las capellanías a pagar misas para toda la eternidad porque sabían que las imágenes de madera eran benévolas con las almas atormentadas.

En 1613, el Alguacil Mayor de Quito, Don Diego Sánchez de la Carrera, había llegado de allende el mar para decidir sobre la vida de los quiteños. Acaso, quisieron halagarlo y la calle se llamó De la Carrera.

En la misma calzada Antonio José de Sucre, patriota venezolano, construyó su casa con indicaciones que llegaban en cartas escritas en el fragor de las batallas de Independencia. Unas balas de la infamia lo asesinaron en Berruecos, pero nadie olvida que de Venezuela también llegó el ejército libertario de llaneros.

La otra es la calle Rocafuerte: Desde la Mama Cuchara se divisan las cúpulas de tejuelos verdes de Santo Domingo. Desde allí hasta la plaza hay 37 pequeñas tiendas: sitio de encuentro de los vecinos. En las noches, los niños de la calle Rocafuerte juegan canicas.

La calle trae la memoria del guayaquileño Vicente Rocafuerte, uno de los fundadores de la Patria. Es considerado el más ilustre ecuatoriano del siglo XIX por sus obras de reforma del naciente país. Este republicano creía en un gobierno productivo que no descuidara la educación.


Arriba de esta vía, al pasar el arco de Santo Domingo, otra ciudad parece vivir un tiempo paralelo porque atrás ha quedado el sentido del barrio. Es preciso atravesar la arquería para sentir esa transformación del pujante comercio. A la altura de la calle García Moreno la calle respira incienso que emerge de los bazares de trajes de oropel de niños dioses que viven una perpetua Natividad.