domingo, 29 de abril de 2012

El libro, esa otra arma

De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación, nos dice Borges.
Nosotros los ecuatorianos, pasamos -literalmente con el boom petrolero- del arado a la televisión, saltándonos el libro. Al ser agrarios somos orales (nuestra producción es de banano, flores, cacao...) y por eso únicamente el 1 por ciento mayor de 18 años lee. Nuestro canon literario inicia con “Cumandá”, de Juan León Mera, influenciado por “Atala”, del vizconde de Chateaubriand. Ese amor entre la civilización y la barbarie llegó en la época del romanticismo y de los viajeros, cuando el país se reconocía por medio de las pinturas de paisajes, como el caso de Rafael Troya y el propio Mera.
Después, porque todo lo que se oculta toma la palabra, apareció el realismo social y el indigenismo, con obras como “Las cruces sobre el agua”, de Joaquín Gallegos Lara, o “Huasipungo”, de Jorge Icaza, donde muestra a la tríada opresora: cura, teniente político y gamonal. Más tarde aparecería el poema “Boletín y Elegía de las mitas”, de César Dávila Andrade.
Saltando un poco, llegamos a “Entre Marx y una mujer desnuda”, de Jorge Enrique Adoum, quien nos recuerda que no hay que matar los ideales porque son una especie en extinción.
No hay que olvidar la poesía de Paúl Puma o ese misterio que es “Sollozo por Pedro Jara”, de Efraín Jara Idrovo, paisano de Catalina Sojo o Sara Vanegas y su “Ángelus”: se recogen los pájaros / en la tarde transparente / (mi corazón es una ave más / arrodillada).
Allá en la tierra de Octavio Paz una mujer escribe: Si ya profanaste el templo / qué esperas para saquearlo todo. Es Valeria Guzmán, una de las escritoras ecuatorianas en la diáspora.
Está Marialuz Albuja: La poesía me llama  / desde la superficie rugosa donde se ocultan las palabras, y la voz de Iván Oñate o de Antonio Preciado y su poema sobre la ciruela que siembra frente al mar. Tengo voces amigas que vienen, pero prefiero guardarlas como se acoderan los barcos fantasmas y esto sucede porque en estos días, por el Día del Libro, vino la memoria de Shakespeare, Cervantes -aquel que inventó a Alonso Quijano, llevado por el sin par Sancho- , y Garcilaso de la Vega. Borges nos recuerda que Alejandro Magno tenía bajo su almohada “La Ilíada” y una espada, esas dos armas, y sentencia: Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros.
El artículo original está publicado en:

lunes, 23 de abril de 2012

Enlaces Nobel de literatura, Gabriel García Márquez


Enlaces donde el Nobel de literatura, Gabriel García Márquez, de
manera legal da su consentimiento para que descargues 31 de sus libros:*

*Carta a Bush <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/1.htm>
Chile el golpe y los gringos <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/2.htm>
Cien anos de soledad <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/3.htm>
Crónica de una muerte anunciada <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/4.htm>
Del Amor y otros Demonios <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/5.htm>
Doce cuentos peregrinos <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/6.htm>
El ahogado mas hermoso del mundo <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/7.htm>
El Amor en los Tiempos del Cólera<http://misebooks.110mb.com/gmarquez/8.htm>
El avión de la bella durmiente <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/9.htm>
El coronel no tiene quien le escriba<http://misebooks.110mb.com/gmarquez/10.htm>
El otoño del Patriarca <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/11.htm>
El rastro de tu sangre en la nieve<http://misebooks.110mb.com/gmarquez/12.htm>
El ultimo Viaje del Buque Fantasma<http://misebooks.110mb.com/gmarquez/13.htm>
En agosto nos vemos <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/14.htm>
Espantos de agosto <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/15.htm>
La triste historia de la Candida Eréndira y su Abuela
Desalmada<http://misebooks.110mb.com/gmarquez/16.htm>
La Hojarasca <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/17.htm>
La luz es como el agua <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/18.htm>
La santa <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/19.htm>
La siesta de los martes <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/20.htm>
La Soledad de America Latina <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/21.htm>
Muerte constante mas allá del amor<http://misebooks.110mb.com/gmarquez/22.htm>
Noticia de un secuestro <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/23.htm>
Ojos de perro azul <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/24.htm>
Relato de un naufrago <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/25.htm>
Reseña biográfica <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/26.htm>
Solo vine a llamar por teléfono <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/27.htm>
Tramontana <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/28.htm>
Un día de estos <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/29.htm>
Un señor muy viejo con unas alas
enormes<http://misebooks.110mb.com/gmarquez/30.htm>
Vivir pa <http://misebooks.110mb.com/gmarquez/31.htm>

sábado, 21 de abril de 2012

Don Juan Carlos I, Tarzán y Manolito

En una caricatura de Daniel Paz, en Página 12, de Argentina, se aprecia a un empresario de Repsol, la compañía petrolera, quejándose a propósito del anuncio de expropiación: “Es una pena… esto rompe una antigua tradición comercial entre ambas partes”. Un sorprendido pero fiel empleado pregunta: “¿Cómo era?”. El directivo, de pobladas cejas gallegas, exclama: “Nosotros ganábamos y ellos perdían”.
El mayor atraco de lo público -por la venta apresurada y desmantelamiento del Estado en la época de Menem- se endereza en algo en la historia de Argentina, una de las cinco potencias hace un siglo que terminó comprando su propio petróleo.
Atrás, la derecha repudiando la “ilícita” medida y -cosa insólita- algunos gallegos, como dicen a los españoles en la tierra del tango, rasgándose las vestiduras, mientras su monarca, Juan Carlos I, regresa con  la cadera fracturada tras participar en un safari en Botswana, de esos que matan elefantes a 48.000 euros por cabeza, mientras los “parados” españoles no tienen ni para una aceituna (hay que mirar esta dirección www.rannsafaris.com).
En este sitio se encuentran todos esos cavernícolas, llegados en jets de lujo, que asesinan animales por pura diversión. El “empresario” se llama Jeff Rann y ofrece secciones de leones, elefantes, búfalos, leopardos, que aparecen ingrávidos junto a sonrientes clientes con armas alzadas (el rey acaba de pedir disculpas).
El poeta Miguel Hernández, muerto en prisión en esa España de hierro franquista, borroneó un poema en defensa de la naturaleza. Hay que decirlo: el rey matando elefantes y la transnacional Repsol apropiándose de los recursos vendidos en situaciones extrañas son hechos coloniales. Hasta el Tarzán de Burroughs estaría en contra.
Pero, volviendo a Buenos Aires, tenemos el caso del poema que Borges escribió: España de los inquisidores,  / que padecieron el destino de ser verdugos  / y hubieran podido ser mártires… Pero, aunque lo creamos, el tema de Repsol no involucra a la tierra del sin par Don Quijote y su escudero Sancho.
“Confundir los intereses de Repsol con los de España es un insulto a la inteligencia de los españoles. Ni es española por la composición de su capital -mayoritariamente en manos de intereses extranjeros-, ni por la estrategia empresarial que persigue ni, como he dicho, porque beneficie principal o sustancialmente a las familias o empresas españolas”, dice Juan Torres López, de la Universidad de Sevilla. Así que el asunto es peliagudo. Cosa curiosa, el tendero Manolito, en la serie de Mafalda, era gallego, cuando aún migraban a Argentina.
 



Tomada de la edición impresa del Sábado 21 de Abril del 2012

Les Luthiers

Les comparto un video de Les Luthiers


http://www.youtube.com/embed/YEYWixD9KME?rel=0

Nos patearon los cerebros


282.188 universitarios estafados académicamente. 14 universidades suspendidas. Varios culpables: los antiguos centros de control con intereses, los diputados quienes aprobaron su funcionamiento (algunos se doctoraron varias veces), la sociedad impávida ante ofertas que graduaban, en medio año, de ingenieros comerciales… Atrás un fin mercantil con la educación. Las consecuencias: un país desolado e ignorante.
Creo que René Ramírez, titular de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt), tiene la respuesta: “Esta puede ser considerada una de las mayores estafas que ha vivido el Ecuador desde el regreso a la democracia”. Lo comparó con el salvataje bancario de 1999. En otras palabras, en el último caso se robaron la plata, en el otro patearon los cerebros. Por un elemental sentido de memoria como pueblo, se debería grabar, en esos mismos sitios ahora clausurados, los nombres de quienes aprobaron su funcionamiento (no hay que olvidar que 38 proyectos para crear universidades esperaban su aprobación en el ex Conesup).
Pero el mal de la Universidad ecuatoriana no termina. Aún, en algunas universidades públicas se cree que el fin de la educación es costo-beneficio y, claro, hay profesores que pueden pasar años con el mismo amarillento cuaderno para dictar sus clases, apelando al método memorístico. En un mundo donde el conocimiento es cambio -Francis Bacon decía que el conocimiento es poder- la Universidad debe pasar de ser pedagógica a contar con verdaderos centros de investigación.
Sin embargo, no advertimos el drama hasta cuando ponemos los hechos en cotidiano. Imaginamos a un médico, graduado en las llamadas “universidades de garaje”, realizando una operación a corazón abierto, cuando nunca recibió dicha información o, para hacer más risible el caso, a un universitario impartiendo una clase de filosofía en la Universidad Carlos Cuauhtémoc Sánchez de Estudios para la Cultura. Porque no hay que exagerar mucho si una de las universidades suspendidas llevada el nombre del autor de “El vendedor más grande del mundo”, con matices del peor estilo del new age.
Se sabe de universidades que la materia de ética periodística, para los alumnos de comunicación social, se estudia con biblia abierta y la carrera de Antropología no incluye la teoría de la evolución de las especies de Charles Darwin. La noticia llega el Día del Maestro, porque no todo es Don Dinero. Ya lo decía Montalvo, ahora que está de moda: “Para la codicia nada es sagrada. Si el Ave Fénix cayera en sus manos, se la comiera o la vendiera”.
 



Tomada de la edición impresa del Sábado 14 de Abril del 2012

Cría palabras y te sacarán los ojos

Si he sufrido la sed, el hambre, todo / lo que era mío y resultó ser nada, / si he segado las sombras en silencio, / me queda la palabra, nos dice Blas de Otero. Esto a propósito de Semana Santa porque el Cristo, como se sabe, era un maestro oral. Alguna ocasión escribió en la arena, pero se perdió. Curiosamente, como Pitágoras -quien descreía de la escritura-, la oralidad moldea aún algunos pueblos.
Pero la oralidad en sí no es perversa. En las pequeñas comarcas se encuentran los ancianos quienes son como una biblioteca abierta, con mitologías y profundas enseñanzas, aunque esos saberes están a punto de desaparecer. No hay que olvidar, tampoco, cómo la palabra es un arma del poder. Hay una interesante anécdota del primer gramático, Antonio de Nebrija, nacido en 1441.
Nebrija dedicó la Gramática Castellana a la reina Isabel I de Castilla, Isabel la Católica. Cuando se le presentó el libro se dice que la reina le preguntó: ¿Por que querría yo un trabajo como este, si ya conozco la lengua? A lo que este hombre letrado respondió: Su alteza, la lengua es el instrumento del Imperio. Basta leer el libro “La ciudad letrada”, de Ángel Rama, para entender cómo las palabras también sirvieron para sojuzgar, como por ejemplo el enfrentamiento de los jurisconsultos, apegados a las leyes, frente a las demandas de tierras de los indígenas. Algo de eso se mira en ese portento de película que es “La Ley de Herodes”, del mexicano Luis Estrada, donde el cura tiene en una libreta todos los pecados cometidos por los vecinos de San Pedro de los Saguaros en espera del momento para extorsionarlos.
Esto de las palabras es, como digo, a propósito de Semana Santa y las siete palabras que pronunció Jesús antes de morir, desde la primera “Padre, Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, como se lee en Lucas, aquel médico griego que creía en la luz antes de su conversión. Por suerte, en este año, no se ha promocionado el filme “La Pasión”, de Mel Gibson. Ya lo dice Umberto Eco: “Es un ‘splatter’, una película que pretende ganar mucho dinero ofreciendo a los espectadores tanta sangre y tanta violencia que a su lado ‘Pulp Fiction’ parece un dibujo animado para niños de parvulario”.
Creo que de las palabras pronunciadas por el Crucificado la más emotiva es: “Padre, Padre, ¿por qué me has abandonado?”, porque revela al humano con temor a ser Dios, como en el Huerto de los Olivos. En los templos de la Teología de la Liberación el Cristo está resucitado, en las iglesias coloniales sigue sangrando. Cría palabras y te sacarán los ojos, nos dice nuestro poeta Euler Granda.
 

La mejor receta de la fanesca


En estos días, en el mercado Amazonas, de Ibarra, pude comprobar una antigua teoría: el bacalao o también el mero, para la fanesca, lo traen desde las islas Galápagos. Ahora sí está completo el asunto: este portentoso plato ecuatoriano demuestra lo que somos, la unión entre regiones, entre diversos pisos ecológicos, y la solidaridad como pueblo. 

Me explico. Antes de la llegada de los incas, de 1475 a 1533, según el cronista Juan de Betanzos, los antiguos pueblos comerciaban entre hermanos, debido a que nuestra geografía se asienta en una cordillera de los Andes, con dos ramajes, el oriental y occidental, que posibilitó esa maravilla que es la ceja de montaña. En otras palabras, quienes cultivaban el melloco, a 3.000 m.s.n.m., como los pastos, debían intercambiar con los productores de maíz, a 2.250 m.s.n.m., como los caranquis, y el ají de los yumbos, a 600 m.s.n.m., sin olvidar el maní costeño.

John Murra refiere que en los antiguos pueblos peruanos-bolivianos se practicó el sistema de “archipiélago vertical”, mientras que los pueblos del actual Ecuador, “debido a las características de los Andes en esta región, el acceso de los recursos de los diferentes nichos ecológicos se dio mediante el sistema llamado por Udo Oberem como ‘microverticalidad’”. Esta “microverticalidad” no es otra cosa que usar los campos de cultivo en diversos pisos ecológicos, de tal manera que se pueda volver el mismo día. En Pimampiro, en Imbabura, se realiza el trueque de productos, que incluye a los afrodescendientes del Valle del Chota, a 1.400 m.s.n.m, quienes cambian yuca por sambos, de la parte más alta. 

Está también la solidaridad. En el campo, es impensable que un vecino tenga en su chacha los doce granos. Así que está obligado a compartir las primicias de sus cosechas, que coincide con Semana Santa (las primicias o primeros gramos halagaban a los curas, además de los diezmos). De hecho, la fanesca es un plato para compartir, además de que une a la familia ecuatoriana porque se necesitan “manos” para pelar todos los granos, lo que incluye las masitas que tanto gustan a los niños. 

Se estudia tan poco la relación de nuestros alimentos y la identidad que, por lo demás, es parte sustancial del Buen Vivir y la Soberanía Alimentaria, en un mundo de pizzas y hamburguesas (la fanesca sería el perfecto ejemplo del Slow Food, ese movimiento nacido en Italia y que promueve la defensa de las gastronomías regionales, además de tomarse un buen tiempo para comer).

 La fanesca es una mixtura de un plato vasco llamado faneca, una sopa de pescado tipo bacalao, pero esa es otra historia…




Tomada de la edición impresa del Sábado 31 de Marzo del 2012

Don Dinero, poderoso caballero


Juan Carlos Morales

Juan Carlos Morales

 
América Latina no solamente ha sufrido el despojo del oro y de la plata, del caucho y del cobre y del petróleo. También le han expropiado la memoria, para que no sepa de dónde viene y no pueda averiguar adónde va. Esta frase se lee en el prólogo de “Memorias del fuego”, de Eduardo Galeano.
Esto a propósito de la polémica por el tesoro del Cisne Negro, como se conocía a la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, hundida por los ingleses, en la Batalla del Cabo el 5 de octubre de 1804, que produciría a la postre la guerra de Trafalgar. Sería una historia de novela de piratas a no ser -como nos recuerda Juan Paz y Miño- porque se ha iniciado una disputa por el embarque, que acaba de ser enviado “de regreso a casa”, como dicen en España, con 17 toneladas de oro y plata. La bicoca de 400 millones de euros, en la actualidad.
¿De quién es el oro? Es la pregunta que ronda, porque se sabe que la embarcación había salido desde Callao, en Perú, y fue descubierta en 2007 por los cazatesoros del Odyssey Marine Exploration. Los tribunales gringos obligaron, en estos días, a devolver las 594.000 monedas, pero a España.
Por eso el presidente de Ecuador, Rafael Correa, propuso a su par Ollanta Humala reclamar en forma conjunta. Se une, desde Bolivia, Evo Morales, porque la plata fue sacada de Potosí, “uno con la riqueza argentífera extraída del Sumaj Orcko (Cerro Rico) y la otra con los huesos de los hermanos mitayos sacrificados en esa inclemente labor de explotación en las entrañas de la montaña”.
Desde Colombia, Guillermo Maya Muñoz dice: “¿Acaso este tesoro no pertenece a quienes produjeron los metales preciosos, como esclavos, las comunidades indígenas y afrodescendientes? ¿Cómo un país reclama un tesoro que es producto de trabajo esclavo como propio? El problema no es jurídico, bajo el principio de inmunidad soberana, como se ha tratado en las cortes, es de justicia hacia las comunidades esclavizadas, que fueron arrebatadas de sus raíces, de sus vidas cotidianas y que fueron hundidas en los socavones de por vida para que extrajeran riquezas para una monarquía parasitaria, rentista y decadente”.
En otros tiempos, hubo reparaciones por el oro judío, enviado a Suiza. No sería descabellado, digo, que España devolviera ese oro para construir un gran museo vivo de las culturas ancestrales, ya que no se puede devolver la historia. Mientras tanto hay que recordar a Francisco de Quevedo: Madre, yo al oro me humillo, / Él es mi amante y mi amado,  / Pues de puro enamorado  / Anda continuo amarillo. / Que pues doblón o sencillo / Hace todo cuanto quiero,  / Poderoso caballero  / Es don Dinero…
 


Tomada de la edición impresa del Sábado 10 de Marzo del 2012
 

La Muerte anda por Cuajara

La curva, en el sector imbabureño de Cuajara, debe circularse a 40 km por hora, el chofer Óscar Rosas Martínez, de la cooperativa Espejo, placa carchense CAF-314, lo hizo a 110, con el agravante de llantas lisas.
Debía llevar 42 pasajeros, mejor llevó a 57. Como no tenía ruta retiró a la mayoría de los pasajeros en esos engendros que se llaman miniterminales, producto de la terquedad de los choferes y la anuencia de las autoridades (es decir sin control desde la  Terminal Terrestre).
El saldo del accidente: 30 muertos, el resto heridos e historias trágicas, como la de Luis Alvarado, que perdió siete miembros de su familia (ente ellos Mauricio Alvarado, colega periodista de Ecuador TV).
El pasado domingo murieron, además, miembros de los Testigos de Jehová, prestigiosos músicos del grupo Pucará, turistas que iban a visitar las playas, niños… La causa: cristalización de los frenos por exceso de velocidad.
La otra causa: el país desalmado e indolente, representado por algunos de estos choferes que se dicen profesionales del volante.
Pero la lista es larga: los automotores literalmente son latas de atún con vidrios porque no cumplen los requisitos internacionales y, bien se sabe, muchas de las licencias son adquiridas en forma fraudulenta, ni qué hablar de los 17 puntos menos que tenía el chofer, seguramente con alguna imagen religiosa para que lo proteja, sin mirar la guadaña de la Muerte.
Son dos países. El uno que construye espléndidas carreteras, tiene instituciones, como el MIES que brindará ayuda psicológica a las 54 familias, o los equipos de socorro y mejores policías; y el otro país que vive a inicios del siglo XX, en medio de la estupidez creyendo que llevan papas, como dice nuestro pueblo. Claro, hay un dicho para los choferes carchenses: Mejor perder la vida que perder la viada.
¿Cómo parar estas masacres? Primero, una renovación total de los automotores, al menos los que, como el caso de marras, cubran tres provincias, Pichincha, Imbabura y Carchi, al estilo de la prestigiosa Flota Imbabura, una de las mejores equipadas del país.
Pero antes de esto -como en el caso de las universidades- los de categoría macabra deben salir de circulación. Lo otro está en la desaparición de las miniterminales en Ibarra, bajo el pretexto de la bravura de los choferes que se niegan a cumplir una adecuada planificación de la ciudad. Y hay unos culpables escondidos: los dueños de los buses, quienes, sin importarles, ponen a sus choferes en turnos de más de diez horas al volante, cuando la norma internacional dice cuatro. Caso contrario, seguiremos llorando a nuestros muertos.
 


Tomada de la edición impresa del Sábado 25 de Febrero del 2012


 

¿Periodistas sin título?

La propuesta de Ley de Comunicación, donde se plantea que no es necesario la profesionalización para ejercer el periodismo, abre un antiguo debate entre las ciencias puras y las blandas.
En otras palabras, se requiere  un arquitecto para construir una casa, pero no se precisa  un periodista para realizar una entrevista. Lo uno es ciencia, lo otro lo puede hacer cualquiera, parecen decirnos.
El país está lleno de pseudoperiodistas, quienes, grabadora en mano, son nuestros mediadores con la realidad (siguiendo a Jesús Martín Barbero). Son verdaderos lanzafuegos. Y, hay que decirlo, son los causantes de nuestra ignorancia, aupados por algunos dueños de radios a los que les da igual moler discos o vender salchipapas.
Obviamente, esto contradice con todo el trabajo, básicamente en los medios impresos, de una adecuada preparación, aunque aún falta el avance hacia especializaciones: es aún frecuente que, cada cierto tiempo, los periodistas roten por la sala de redacción.
Un editor de Cultura, por ejemplo, debería tener una maestría en Artes para entender las últimas propuestas contemporáneas, a riesgo de seguir pasmado.
Sin olvidar que los camarógrafos o fotógrafos puedan acceder a una maestría en antropología audiovisual, que ya se oferta en el país. De lo contrario, ¿cómo realizar un documental sin caer en el racismo o en el prejuicio rampante?
En otras palabras, el debate debería ser por mayores exigencias de estudio o, en pocos meses y sin ofender, nos dirán que un maestro mayor puede estar expedito para realizar la construcción de un puente, sin los cálculos adecuados que únicamente se aprenden en la academia.
Mientras en otras partes del mundo se debate en desmontar la estructura aparente entre social, político y económico (Abrir las ciencias sociales, coordinado por Immanuel Wallerstein), o hace tiempo Ernesto Sabato ya nos advirtió sobre los hombres y los engranajes -él tan desencantado de la física- acá seguimos en la torpeza de que quien ejerce el periodismo no necesita título (flaco favor a las propuestas de la Senescyt).
Por eso, me sumo a la pregunta de nuestro articulista Werner Vásquez Von Schoettler: ¿por qué tenemos una programación televisiva mediocre, racista, machista y con cero propuesta investigativa? En este tema, cuando el debate de los medios públicos está en la mira, no podemos actuar como el cangrejo.
Se requieren  profesionales de la comunicación y los que tienen su título no pueden contentarse con 20 años escribiendo en la misma sección, a la espera de una medalla. Ese es el reto.
 


Tomada de la edición impresa del Sábado 18 de Febrero del 2012


 

Otavalo: el viaje a la semilla


En el siglo XVIII, en China, dos sabios tuvieron que permanecer diez días encerrados en un templo, probablemente taoísta, a causa de unas torrenciales lluvias. Para pasar el tiempo escribieron lo que ellos consideraban como los 33 mejores momentos de la felicidad. Eso lo cuenta Chin Shengt’an, en los comentarios de la obra teatral “Cámara occidental”.
El segundo acápite dice: “Un amigo, a quien no he visto durante diez años, llega de pronto a la puesta del Sol. Abro la puerta para recibirlo y, sin preguntarle si vino por agua o por tierra, y sin pedirle que se siente en la cama o en la yacija, voy a la cámara interior, y pregunto humildemente a mi esposa: ¿Tienes un galón de vino como la esposa de Su Tungp’o? Mi esposa se quita alegremente del pelo su horquilla de oro para venderla. Calculo que nos durará tres días. ¡Ah! ¿No es esto la felicidad?”.
La referencia es citada por Marcelo Valdospinos Rubio durante la presentación de su libro “Sueños soñados”, que se acaba de presentar en Otavalo. Tiene una clave: el retorno a la semilla, a los días de la infancia donde aún era posible admirarse de la llegada del tren o, como una suerte de Tom Sawyer en la novela de Mark Twain, ir a la aventura para conquistar los inhóspitos bosques aledaños al Valle del Amanecer, como se conoce a esta pujante y caótica población que literalmente ha devastado lo que sus habitantes llamaban la “otavaleñidad”.
Es un libro de nostalgias. Pero esas memorias, debido a la visión antropológica de su autor, nos permiten vislumbrar lo que su generación hizo para construir un imaginario de pertenencia, desde la creación de las Fiestas del Yamor al rescate de los mitos en torno a las lagunas.
El texto no está exento de pasajes de la agria política, menos importantes que todo el trabajo que el Instituto Otavaleño de Antropología, IOA, -creado por su generación- realizó para conocer las realidades indígenas y mestizas, aunque ahora duerme el sueño de los justos por falta de apoyo. Allí están a la espera de reimpresiones más de 150 libros y colecciones clave, como “Pendoneros”, “Curiñán”, “Otavalo en la historia”, “Sarance”, “Presencia” y “Testimonio”, que permitieron entender una región que aún tiene mucho que contarnos.
Ahora, Marcelo Valdospinos Rubio es el presidente del núcleo de Imbabura, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, donde ha desplegado una labor encomiable de apertura a los jóvenes. El libro está escrito en una prosa sencilla, acorde con este autor que nos recuerda la canción de Chabuca Granda: “Fina estampa, caballero / caballero de fina estampa, / un lucero”.
 
 

Tomada de la edición impresa del Sábado 11 de Febrero del 2012