martes, 30 de abril de 2019

Primer libro del futuro Ecuador, 2019/04/25


En el poema “Los Justos”, Borges habla de aquellas personas que se ignoran y, de esta manera, salvan al mundo. Después de enumerar a una pareja que lee los tercetos de cierto canto (seguramente la Divina Comedia), exclama: “El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada”. Pienso en Juan Adán Schwartz, un alemán que fue traído a Ambato en 1754, para que operara la primera imprenta, a manos de los jesuitas como María Mauregi, según cuenta Fausto Segovia Baus.

¿Qué sentiría Schwartz, acaso un seguidor de reformistas como Martín Lutero, encomendado a la tarea de producir opúsculos de una religión que sabía desviada de las enseñanzas del Cristo? ¿Sentía que traicionaba su espíritu, mientras delicadamente colocaba los tipos móviles inventados por Gutenberg en 1449 con la publicación de Misal de Constanza, para gloria de esa maquinaria que era la Compañía, regida por leyes militares? Hans Adam, que así debió llamarse, tuvo que lidiar, tal es la palabra, con el primer libro impreso en un país que aún no existía.

Su título fue: Piissima erga Dei genitricem devotio, Hambati, 1755, según la investigación de Wilson Vega y Vega, bibliófilo consumado, quien refiere que se trataba de un devocionario a la Virgen María (por cierto, está en el Cervantes virtual o se lo puede encontrar por 30 euros).

Pasaron 306 años desde la invención de la imprenta para que un devocionario fuera publicado por estas tierras yermas. Ecuador, en promedio, lee medio libro al año mientras que en Colombia, cinco, y en Finlandia -donde la educación es liberadora y no castigadora- se leen 47 libros.

Borges escribió: “De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; pero el libro es otra cosa: es una extensión de la memoria y de la imaginación”. El mejor homenaje que podemos hacer a Schwartz, nuestro primer impresor, es abrir un libro, preferible de Bolívar Echeverría y su ethos barroco, o leer ese poema inmenso que es “Catedral Salvaje”, del Fakir.


Poetas en el pequeño país, 2019/04/18

Fabio Morábito, nacido en Alejandría y radicado en México, lee su poema “A tientas”: Cada libro que escribo / me envejece, / me vuelve un descreído. / Escribo en contra / de mis pensamientos / y en contra del ruido / de mis hábitos. / Con cada libro / pago un viaje / que no hice… Nada mejor que iniciar la 11 edición del Encuentro Internacional de Poetas Poesía en Paralelo Cero en librería Rayuela, que acaba de cumplir 12 años.

En este pequeño país que amamos mucho, para utilizar la letra de la canción de Cesária Évora, estos actos constituyen un remanso. Porque este pequeño país, ya para entrar en escena, no lee ni medio libro al año (Colombia tiene una media de cinco libros). Así que la unión de libreros, como Mónica Varea, y promotores generosos como Xavier Oquendo Troncoso, nos trae esperanza porque en los libros habitan orbes infinitas. Pero de manera especial, para seguir a Ernesto Sabato, nos libran de tanta bárbara enajenación que soportamos.

Paralelo 0 tiene varios méritos. 1) trata de no repetir a los poetas invitados; 2) lleva la poesía a provincias, donde a veces el letargo es inquietante; 3) ha logrado -con sus actividades y premios literarios- convertirse en un referente internacional; 4) ha entendido que la difusión es primordial y por eso tiene su propio sello El Ángel; 5) no hace distinción ni cae en el parricidio y basta ver a quienes han homenajeado; 6) ha logrado -con no poco esfuerzo- auspicios aunque la empresa privada, acaso acogiéndose a la Ley de Cultura por el canje del IVA, podría ser más proactiva; 7) tiende puentes para que la poesía que se escribe en Ecuador sea visible (Oquendo realizó una antología de César Dávila Andrade para Visor); 8) está conectado a las nuevas visiones transmediáticas para difundir contenidos (elangeleditor.org); 9) motiva a los públicos juveniles a interesarse por la poesía; 10, tiene un equipo férreo de colaboradores.

Siempre se le reprocha al Fakir que no supo esperar, pero eran otros tiempos. No dejemos que Paralelo 0 siga andando solo. Este pequeño país es más que una tierra de cóndores y alacranes.

https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/15/poetas-ecuador

Beppo, el gato de Borges, 2019/04/04


De los animales, más allá del curioso ornitorrinco que creyeron que era una fábula hasta el siglo XVIII, hasta los míticos dragones, hay unos intrigantes: los gatos. Acaso porque aún conservan esa salvaje independencia después de milenios de vivir con los humanos e incluso ser honrados y momificados por los egipcios, quienes se deslumbraron por los cultos a la muerte.

Hay felinos para todos los gustos. Desde el famoso gato gruñón Grumpy -aunque padece enanismo gatuno y por eso de su cara- hasta el reciente minino birmano Choupette que acaba de heredar una fortuna de $ 170 millones, de su amo Karl Lagerfeld, del mundo de la moda; hasta el gato Beppo de Borges, nombrado así en honor a Lord Byron, a quien le hizo un poema: “El gato blanco y célibe se mira / en la lúcida luna del espejo / y no puede saber que esa blancura / y esos ojos de oro que no ha visto / nunca en la casa, son su propia imagen”.

Todo esto viene a cuento porque tengo en mis manos las pruebas de imprenta de una diablura: Gatos y haikus, una antología. Aquí un fragmento. Los gatos son misteriosos. El haiku nipón es como un rayo. Estos pequeños tigres son indolentes. El haiku, como nos recuerda Roland Barthes, es un rasguño de luz. Kobayashi Issa así lo entendió: “Un gato errante / dormido en las rodillas / del gran Buda”. En el siglo XVII, en Japón, el gato Maneki Neko, al llamar con su mano a un señor feudal que se había cobijado bajo un árbol, evitó que le cayera un rayo. De allí, nació la buena suerte y, acaso, su independencia.

Borges decía que el haiku fija en pocas sílabas un instante, un eco, un éxtasis. Así también son los gatos, un día están y otros no. Pero como el poema, están en la memoria como un leve arañazo al descuido. Hay que dejarlos que se acerquen cuando quieran, siendo uno feliz con su felicidad, como acotaba Cortázar.

Aquí uno de los poemas de Natsume Soseki, del dorado siglo XVIII: “Desde un sombrío / fondo de enredadera / ¡Ojos de gato!”. Por cierto, Borges tenía otro gato que se llamaba Odín, llamado así en recuerdo del dios nórdico.



jueves, 11 de abril de 2019

Conversación y firma del libro: Animalanzas, 2019/04/13





Animalanzas Capítulo 2, video

Animalanzas Capítulo 1, video




En el video se indica:

"Los animales se han reunido para designar al nuevo rey. Como antes fue el más fuerte ahora buscan al más sabio. 

Esta es la trama de Animalanzas, cuento del escritor Juan Carlos Morales Mejía, parte del proyecto Veo Veo, de Ecuador TV, televisión pública de Ecuador. Desarrollado por Motion Arts, cuenta con el auspicio del Ministerio de Inclusión Económico y Social. Este es el primer capítulo."