lunes, 29 de diciembre de 2014

Postales de México



Construimos los países, también, desde su literatura. Así, nos imaginamos a una Argentina de Pampa y bravura como leemos en el Martín Fierro de José Hernández. Una disputa entre el centro y la periferia donde, al final, el gaucho condesciende a su coraje. Nos imaginamos, antes, a una Colombia del Romanticismo y los viajeros como esa bucólica novela María, de Jorge Isaacs.
.
Hemos construido, además, a un país donde la estirpe de los Buendía es leída desde los pergaminos de Melquiades. Para el caso de Ecuador, se encuentran las novelas canónicas, como Cumandá, de Juan León Mera, que evoca la civilización y la barbarie; y Huasipungo, de Jorge Icaza, la mirada mestiza sobre lo indígena, algo que Juan Montalvo prometió relatar y nunca lo hizo.
Así parecía México construido por fantasmas que pueblan esa Comala de Juan Rulfo. Pero no, México no es tan solo su literatura. Basta recorrer las calles de Cuetzalan para hablar con Juanita, una mujer náhuatl de colorido traje, para entrever un país de una profunda identidad que, curiosamente, no sabe que la tiene.
.
Al igual que ocurrió con Colombia, en lo que se llamó la colombianización de la noticia, México -sin desconocer los conflictos internos que padece- vive también la perversidad de los mass media. Los violentos aparecen en las pantallas opacando a un país que, como en todos los casos, se difunde como una construcción que no representa su totalidad. Jesús Martín Barbero, en sus ensayos sobre los medios y las mediaciones, nos recuerda que observamos una caricatura de los acontecimientos.
.
En antiguos artículos de la revista National Geographic miramos cómo aún se sigue haciendo a un México poblado de mariachis y de nopales. No es casual que las series de dibujos animados como Speedy González, el ratón más veloz de México, fueran acusadas de estereotipos étnicos, aunque incluían al lento Rodríguez que se defendía con una pistola. Una de las claves de la colonización consiste, precisamente, en desvirtuar al oponente.  
.
Otra vez, hay que caminar por ese México profundo, de saberes y de olores, para entender a un pueblo que, como todos, es fragmentado. Mezcla de una profunda religión, acaso, por su recuerdo próximo del mundo agrario pero, además, de una modernidad anclada en jugosos contratos de minorías. Este pueblo de la serpiente emplumada tiene mucho que contarnos. Tal vez ya no sea ese Laberinto de la soledad visto por Octavio Paz.
.
Tenía otra imagen de México, como el filme La Ley de Herodes, de Luis Estrada, pero es más que eso. En Querétaro, en sus populosas calles, mientras jóvenes comparten las leyendas coloniales, logro entender que hay esperanza.
.
México también puede ser visto en los ojos de una muchacha.
.


miércoles, 10 de diciembre de 2014

Expo Ibarra: a vuelo de pájaro



Ibarra: a vuelo de pájaro, es el nombre la exposición de fotografías aéreas de la ciudad, de Juan Carlos Morales Mejía, con el auspicio del Gobierno Autónomo Descentralizado de Ibarra, a través de su Alcalde, Álvaro Castillo Aguirre, que se inaugura este miércoles 10 de diciembre, 19h00, en el parque Ciudad Blanca. Son cerca de 60 fotografías en formato de cajas de luz, 2.25x1.50 m. donde se aprecia los cambios ocurridos en la capital de Imbabura.

A vuelo de pájaro

La primera ocasión que miré a Ibarra desde un helicóptero fue hace 11 años. Realizaba la primera película de Imbabura y, por media hora, pude sentirme a vuelo de pájaro. Me llamó la atención su forma cuadriculada (gracias a la visión de Gabriel García Moreno cuando se reconstruyó la urbe en 1872). Con mi cámara análoga, de apenas 36 tomas, capturé un instante: el parque Pedro Moncayo.

Ahora, tras cuatro vuelos desde 2008, merced a la Universidad Técnica del Norte y los pilotos de Aeropolicial, la ciudad aparece deslumbrante. La última vez acompañé al Alcalde Álvaro Castillo Aguirre para un sobrevuelo, cuando prendieron fuego a la loma de Guayabillas. Juntos miramos las amplias avenidas y la ciudad amada. Tras ese viaje decidimos compartir esos momentos. Y, claro, en el vuelo, pensé en ese genio que fue Leonardo Da Vinci y sus estudios sobre los pájaros, siglos antes de que se inventaran los aeroplanos. Por eso, a propósito, las fotos no tienen referencia, porque la exposición está construida como una suerte de laberinto.




ALGUNOS DE LOS SITIOS

Estadio Olímpico Ciudad de Ibarra
El Obelisco y La Estación
Parque Pedro Moncayo
Universidad Técnica del Norte
Iglesia de La Merced
Calles Grijalva y Sánchez y Cifuentes
La ciudad y su laguna de Yahuarcocha
Desde arriba del Alto de Reyes
Loma de Guayabillas y La Campiña
Universidad Técnica del Norte
Inicio, iglesia Santo Domingo
Colegio San Francisco
Estadio de la Universidad Técnica del Norte
Sector de Azaya
Cañada del río Tahuando
Parque de La Familia
Centro Histórico Republicano
Antiguo hospital San Vicente de Paúl
Av. 17 de Julio
Parque Ciudad Blanca
Sector de Chorlaví, y nueva vía
Vía a Yahuarcocha

domingo, 7 de diciembre de 2014

La calle de la Guaragua



La calle Galápagos también es conocida como de la Guaragua. En verdad, era la antigua calle Vargas, entre Esmeraldas y Oriente, y para el primer cuarto del siglo XX era el sitio de bohemios y pintores. En la calle también ocurrió un horrendo crimen, que tal vez inspiró a Pablo Palacios para escribir el texto Un hombre muerto a puntapiés.
.
El sitio es famoso y se lo menciona en la canción de ‘El chulla quiteño’. Aparece en la película Qué tan lejos, de Tania Hermida, justo cuando el actor y músico Fausto Miño se pregunta qué mismo es la Guaragua.
.
Tal vez para encontrar el nombre hay que mirar su arquitectura, porque es de estilo colonial y republicano, con balcones tallados. Esos balcones, con esos tallados a veces excesivos, pueden darnos pistas de la designación que le puso la invención popular: guaragua. El vocablo viene del quechua, pero también del quichua. En Bolivia, por ejemplo, significa: adorno exagerado, probablemente, como dicen los estudios lingüísticos, con referencias del aimara. Guaragua, de warawa, estrella, estrellado; aunque en Bolivia, así como en Ecuador, se refiere a un adorno exagerado.
.
Hay otros significados: requiebro o contoneo airoso al andar o bailar, según algunos países andinos, aunque otros definen la guaragua como adornos, líneas sinuosas a modo de arabescos. Contoneo, movimiento del cuerpo; rodeo para contar o decir algo, son otras acepciones que incluyen a Chile. Por eso hay quienes aseguran que guaragua significa lugar pintoresco tachonado de estrellas.
.
Esta manera sinuosa, tanto en lo arquitectónico como en el lenguaje o en el baile, nos lleva inevitablemente al barroco (el miedo al vacío). Digo yo, la guaragua es entonces lo que somos, esas máscaras que se ocultan en nuestra identidad. Esos adornos excesivos que a veces nos ponemos. Hay que volver a los textos de Bolívar Echeverría, en el ethos barroco.
.
De allí que las abuelitas, al mirar un vestido excesivamente adornado, exclamaban: ¡Ve, con tanta guaragua! Estas son las calles profundas de un Quito que festeja la llegada de los conquistadores. Mejor dicho, la quema del antiguo Quito. Es curioso, las fiestas no tienen más de 60 años, cuando un diario capitalino con la complicidad de un expendedor de licores  armaron la farra, tras una serenata a las reinas. En fin, así también se construyen los imaginarios de una ciudad.
.
Siempre me pareció gracioso, por ejemplo, las banderas españolas desplegadas en el sector de la Jipijapa, y los quiteños -algunos quiteños- comiendo paella, cantando cante jondo sin saber las letras, fumando habanos y comprando los abonos para los toros. Viva Quito, olé. Ya lo decía José Martí: “Éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisién, el chaquetón de Norteamérica y la montera de España”.
.
Qué sabia la cultura popular al colocar el nombre de guaragua, porque eso también somos, aunque cuando nos quitemos la máscara y nos miremos al espejo descubriremos a un Quito milenario, que comerciaba, cuando eran quitus, con los cayambis y caranquis, durante más de 1.000 años, el doble de los 480 años que andan por otras calles de guaraguas y centros comerciales.