jueves, 11 de julio de 2019

Una cucaracha llamada Kafka, 2019/07/11


La literatura es misteriosa. En el siglo tercero antes de Nuestra Era vivió en China el filósofo de la escuela taoísta Chuang Tzu quien escribió el micro relato Sueño de la mariposa: “Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu”.

En 1907, en una casa de Praga en la calle Niklas, el oscuro funcionario Franz Kafka inicia su relato que originalmente se llamó La transformación: “Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontrose en su cama convertido en un monstruoso insecto”.

Pero el personaje de La Metamorfosis, erróneamente titulado, no es una mariposa sino un escarabajo, aunque a nosotros se nos figura una cucaracha (por cierto, los únicos animales capaces de sobrevivir a lo impensable).

Augusto Monterroso, en el libro La oveja negra y demás fábulas, de 1969, da una vuelta de tuerca para unir los dos relatos en La cucaracha soñadora escribe: “Era una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha”.

En una caricatura de Gerineldo de estos tiempos aparecen dos, digámoslo, asquerosos insectos blatodeos con antenas. El uno le lee un cuento agarrado con sus patitas: “Una mañana después de un sueño intranquilo se encontró sobre su cama convertido en un ser humano”. El otro insecto, que efectivamente está apoltronado, replica: “¡Qué horror!”.

¿Por qué no ver en La metamorfosis la puesta en la literatura de las condiciones mismas de la labor y el destino del “escritor”–como tipo social- en uno de los momentos álgidos de la civilización industrial y burocrática? Se pregunta Jordi Llovet en esta era de “capitalismo” y dizque progreso.

Una sociedad que, en definitiva, desprecia al poeta. Borges escribió en Ein Traum: “Lo sabían los tres. / Ella era la compañera de Kafka. / Kafka la había soñado…” El final es misterioso: “Kafka se dijo: / Ahora que se fueran los dos, he quedado solo. / Dejaré de soñarme”


sábado, 6 de julio de 2019

Fotografía Patrimonial



En la página, Fotografía Patrimonial,  se indica:


"La fotografía histórica-patrimonial constituye un vehículo de la memoria, evoca tiempos, espacios, personas, elementos de la cultura, procesos históricos y cambios sociales, constituyéndose en un documento de consulta e investigación

Debido a su relevancia social, cultural, identitaria y científica y por la fragilidad de sus soportes, en el año 2009 el Estado ecuatoriano, declaró a la Fotografía Histórica (1839-1920) como un bien perteneciente al Patrimonio Cultural y Documental del Ecuador. A partir de esta declaratoria varias acciones se han ido concretando para la salvaguardia y protección de este patrimonio nacional.

Para poner en uso y acceso público se implementó el catálogo virtual “Fotografía Patrimonial”. El INPC realiza acciones de digitalización, inventario, catalogación, investigación y difusión, garantizando su conservación y democratizando su acceso a través de internet."

En Galería ubicará:








Desde el mirador de Yaku, 2019/07/04




Quito es una ciudad de campanas. Desde Yaku (Parque Museo del Agua) se divisa la espléndida urbe patrimonial. A la izquierda, la iglesia de San Agustín, en medio de los ocres tejados, la bandera tricolor flameando en Carondelet, el edificio del Cabildo junto a las cúpulas verdosas de La Catedral y su gallito; las cúpulas de La Compañía nos hablan del poder jesuítico que tenía 132 haciendas durante la época colonial (cuatro grados geográficos, para entender la dimensión).

Están también los magníficos campanarios de San Francisco, construidos por la sabiduría de fray Jodoco Ricke y fray Pedro Gocial, promotor de la escuela quiteña, flamencos al fin y amantes de la cerveza.

Se observa la iglesia de Santo Domingo, en cuyo interior está una imagen del santo que devuelve las cosas perdidas. A la lontananza, ese “capricho” que es la Mama Cuchara y solo desde aquí se entiende el porqué de su nombre. La subida hacia el museo Yaku es ardua. Se pasa por las últimas tiendas que huelen a un temprano palo santo.

Se llega, además, hasta el antiguo Panóptico, construido con ese perfecto ojo que mira, que asustaba a Michel Foucault, por eso de vigilar y castigar. No es casual que fuera ideado por Gabriel García Moreno quien también nos legó la Politécnica Nacional, cuando trajo a los jesuitas alemanes expulsados por el iluso Otto von Bismarck.

El país salió ganando porque contó con magníficos vulcanólogos como Joseph Kolberg o Teodoro Wolf quien en sus revolucionarias enseñanzas traía la teoría de las especies de Darwin. Se sabe, según se lee en el libro Gabriel García Moreno la formación de un estado conservador en los Andes, de Peter Henderson, que cuando un padre de familia de la época se acercó al entonces presidente a quejarse del disoluto religioso, el también amante de los volcanes replicó: “Yo no traje al Dr. Wolf para enseñar religión, sino para que enseñe geología”.

No hay que olvidar que García Moreno fue distinguido en la universidad de París por su contribución vulcanológica del Guagua Pichincha (donde falleció un porteador nativo). ¡Cuánta historia desde el mirador de Yaku!


Ibarra, a inicios del siglo XX, 2014

Ibarra, a inicios del siglo XX, (muestra fotográfica en gran formato)





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