sábado, 22 de agosto de 2020

Google Arte y Cultura

Google Arte y Cultura






 
"Google Arte y Cultura es una herramienta que le permite a sus usuarios explorar el amplio conocimiento detrás de las obras más reconocidas, los lugares más emblemáticos, los personajes icónicos y los sitios mas distinguidos.

Podrán descubrir las colecciones escogidas por expertos, que pertenecen a los museos más famosos.

Conoce y descubre las historias que se encuentran disponibles dentro de la colección de fotos, videos, manuscritos y obras de arte. Podrás recorrer a través de Street View, los diferentes lugares, reviviendo cada espacio y momento a través de un reconocimiento fotográfico de 360 grados, inmerso en una realidad mucho más sensorial que una simple imagen.

Esta herramienta ofrece una oportunidad para aquellos amantes de arte y la cultura de tener acceso a información de interés con alcance global."










viernes, 21 de agosto de 2020

José Picuasi, yachac de Ilumán, 2020/08/21





Las tres velas encendidas proyectan sus ánimas en las misma estancia. La cera se derrite en su mano izquierda, adornada por un anillo de plata, incrustado por una piedra azul que, al parecer, funciona como un talismán. Las sombras bailan en el centro. El domingo pasado José Picuasi dejó este mundo terrestre para ascender a las constelaciones que miraban los abuelos caranquis y sus deidades tutelares.

Por eso, las fuerzas de los dioses que convocaba el yachac eran los montes. Estos son deidades masculinas y femeninas, dadoras de vida presentes en el agua, por eso las cascadas, vertientes y lagunas también son parte de esta cosmovisión. Para los ritos iniciáticos, los sabios ancestrales acuden precisamente a las cuatro puntos cardinales para recibir los dones que provienen del agua: en el poderoso monte Imbabura está Rosas Pogyo (vertiente en quichua); Cuicocha (laguna del cuy o conejillo de Indias); Ishpingo Paccha (cascada); Cariyacu (Río macho, cerca del Cerro negro o Yanaurcu). De hecho, el mismo nombre Imbabura (Criadero de las preñadillas) evoca a esos mínimos peces “imbas” o bagres de torrente andino que, casi ciegos por el lodo y barbudos, saltan en las vertientes que descienden de la montaña. Segundo Moreno Yánez dice que hay una relación laguna-volcán y el pececillo “imba” como hitos primordiales del paisaje sagrado.

Los brujos, sin la carga peyorativa, o médicos ancestrales traen de estos sitios sus piedras de poder para las curaciones y cada mes acuden para renovar sus energías. Atrás quedan los encuentros iniciáticos con la Yacu huarmi (Mujer del agua), una deidad de encantos sobrenaturales, además del Taita Imbabura, Mama Cotacachi, Cerro Mojanda, Cerro Negro.

Cada vez que uno de estos sabios, que conocen el secreto de las plantas curativas, muere se extingue una biblioteca, una manera de entender el mundo, una brújula para los pueblos norandinos. Parte de su legado está en el libro Imbabura: historia de saberes, porque lo que está escrito también perdura. (O)

Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/15/jose-picuasi-yachac-iluman-juan-carlos-morales



sábado, 15 de agosto de 2020

Ibarra, 152 de desmemoria, 2020/08/13

 

El 16 de agosto de 1868 –con una magnitud aproximada de 7,27 Mw (según método de Bakun & Wentworth), a una profundidad de 50 km., de duración 1 minuto y de origen tectónico y no volcánico, se produjo el llamado Terremoto de Ibarra, que afectó toda Imbabura, dejando 20.000 muertos y una enseñanza: durante cuatro largos años, 550 ibarreños resistieron el abandono y levantaron su urbe desde las cenizas en 1872.

Sería ingrato no referir que fue la decisión del entonces presidente Gabriel García Moreno quien permitió la reconstrucción de Ibarra. El anterior, un tal Javier Espinosa y Espinosa a quien según se lee le faltaron dotes de gobernante, poco le importó la suerte de las comunidades de la cercana Imbabura, aunque tuvo el acierto de nombrar a García Moreno como su representante en los inicios de la tragedia.

Hay varias lecturas. Una que resulta significativa es sobre el tema de la memoria. Más allá de la descripción de Juan de Velasco que llegó a la urbe colonial en el siglo XVIII y a la que le llamaba la Bella Villa o las pintorescas crónicas del también joven jesuita Mario Cicala, quien advertía de la somnolencia que producía el benéfico clima, está un hecho que poco se discute: el olvido sistemático del motivo de la fundación de Ibarra, en 1606, como puerto de tierra para unir el comercio del eje Bogotá-Popayán-Quito, al parecer un sueño sepultado entre los escombros.

Hay que recordar que –debido a la presión del también centralismo guayaquileño y las pocas miras de sus paisanos ibarreños- el propósito de trazar un eje horizontal entre San Lorenzo-Ibarra-Lago Agrio-Manaos-Belén do Pará (se entiende una ruta fluvial, también) será un largo sueño acaso de siglos. No fue casual que construir la carretera hasta San Lorenzo fue una empresa de 400 años, recién inaugurada en la época del presidente Gustavo Noboa. Y otro punto que hay que insistir, Imbabura, junto con Cañar, aún no tiene carretera a la Amazonía. Al parecer, el sismo no duró solo 1 minuto. (O)

Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas-3/1/ibarra-152-desmemoria

 

 Puede revisar información sobre Terremoto disponible en blog