sábado, 21 de abril de 2012

Don Juan Carlos I, Tarzán y Manolito

En una caricatura de Daniel Paz, en Página 12, de Argentina, se aprecia a un empresario de Repsol, la compañía petrolera, quejándose a propósito del anuncio de expropiación: “Es una pena… esto rompe una antigua tradición comercial entre ambas partes”. Un sorprendido pero fiel empleado pregunta: “¿Cómo era?”. El directivo, de pobladas cejas gallegas, exclama: “Nosotros ganábamos y ellos perdían”.
El mayor atraco de lo público -por la venta apresurada y desmantelamiento del Estado en la época de Menem- se endereza en algo en la historia de Argentina, una de las cinco potencias hace un siglo que terminó comprando su propio petróleo.
Atrás, la derecha repudiando la “ilícita” medida y -cosa insólita- algunos gallegos, como dicen a los españoles en la tierra del tango, rasgándose las vestiduras, mientras su monarca, Juan Carlos I, regresa con  la cadera fracturada tras participar en un safari en Botswana, de esos que matan elefantes a 48.000 euros por cabeza, mientras los “parados” españoles no tienen ni para una aceituna (hay que mirar esta dirección www.rannsafaris.com).
En este sitio se encuentran todos esos cavernícolas, llegados en jets de lujo, que asesinan animales por pura diversión. El “empresario” se llama Jeff Rann y ofrece secciones de leones, elefantes, búfalos, leopardos, que aparecen ingrávidos junto a sonrientes clientes con armas alzadas (el rey acaba de pedir disculpas).
El poeta Miguel Hernández, muerto en prisión en esa España de hierro franquista, borroneó un poema en defensa de la naturaleza. Hay que decirlo: el rey matando elefantes y la transnacional Repsol apropiándose de los recursos vendidos en situaciones extrañas son hechos coloniales. Hasta el Tarzán de Burroughs estaría en contra.
Pero, volviendo a Buenos Aires, tenemos el caso del poema que Borges escribió: España de los inquisidores,  / que padecieron el destino de ser verdugos  / y hubieran podido ser mártires… Pero, aunque lo creamos, el tema de Repsol no involucra a la tierra del sin par Don Quijote y su escudero Sancho.
“Confundir los intereses de Repsol con los de España es un insulto a la inteligencia de los españoles. Ni es española por la composición de su capital -mayoritariamente en manos de intereses extranjeros-, ni por la estrategia empresarial que persigue ni, como he dicho, porque beneficie principal o sustancialmente a las familias o empresas españolas”, dice Juan Torres López, de la Universidad de Sevilla. Así que el asunto es peliagudo. Cosa curiosa, el tendero Manolito, en la serie de Mafalda, era gallego, cuando aún migraban a Argentina.
 



Tomada de la edición impresa del Sábado 21 de Abril del 2012

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