En
estos días aciagos para el país, a veces, la poesía nos puede devolver el
aliento. Pero también nos interpela. Así es -escrito para esta tierra de
volcanes telúricos- un pequeño texto de Henri Michaux: “El que no ame las nubes
que no vaya a Ecuador”.
Y,
claro, está el potente poema “Catedral Salvaje”, de César Dávila Andrade:
“¡Todo ardía bajo los despedazados cálices del sol! /
¡Las infinitas grietas
corrían como trenzas oscuras /
sobre los bloques poderosos en que respira cada
siglo el Cielo!”.
Fue
el mismo bardo quien en Boletín y elegía
de las mitas nos restregó en la cara la situación de los excluidos:
“Yo soy
Juan Atampam, Blas Llaguarcos, Bernabé Ladña, /
Nací y agonicé en Chorlaví,
Chamanal y Tanlagua, /
Sí, mucho agonicé /
Sudor de sangre tuve en mis venas /
Añadí así más dolor y blancura a la cruz que trajeron mis verdugos”.
“Ecuatorial,
ecuatorial, ¿recuerdas / tu sudor, el pie perdido / en la noche resbalosa de la
víbora?”, escribió Jorge Enrique Adoum en Los
cuadernos de la Tierra.
Pero
los poetas de otras latitudes, como el mexicano José Emilio Pacheco, nos
legaron “Alta traición”:
“No amo mi patria. /
Su fulgor abstracto es inasible.
/
Pero (aunque suene mal) /
daría la vida/ por diez lugares suyos, /
ciertas
gentes, /
puertos, bosques de pinos, fortalezas, /
una ciudad deshecha, gris,
monstruosa, /
varias figuras de su historia /
montañas /
(y tres o cuatro
ríos)”.
En
una entrevista, el escritor nos da pistas: “Hoy sabemos que todo texto nace de
otro texto. Los orígenes de ‘Alta traición’ están por partes iguales en mi
experiencia íntima e insustituible (los ‘puertos’ son Veracruz, Coatzacoalcos,
Campeche; los ‘bosques de pinos’ los que rodeaban en mi infancia a la ciudad de
México y ahora han desaparecido o se hallan en agonía”.
Porque,
más allá de las circunstancias actuales, está una geografía que, además de
dolernos, nos da también esperanza.
“Ecuador, tierra de cóndores y alacranes /
si alguna vez fui feliz /
lo saben tus caminos /
perdóname país de bruma /
pero
esta noche te lloro de alegría”,
escribí en un tiempo que ya he olvidado.
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