El abuelo Juan José, quien emprendió viaje
a Guayaquil a inicios del XX, decía que la ciudad tenía el aroma a cacao,
porque los granos se secaban en el malecón. Quito, en cambio, olía a café de
chuspa con humitas, al caer la tarde. Contaba que se subió al tranvía y que
–como todos se bajaban al vuelo- él también lo hizo hasta aterrizar en una
callejuela.
Mi padre César, en cambio, hablaba de las
aventuras de los chullas quiteños como el Terrible Martínez y Sordo Piedra. De
la sal quiteña –que no es de cocina- donde también los chagras podíamos caer en
los embustes de los vivarachos chullas quienes dejaban en prenda sus trajes.
Con el tiempo tuve la suerte de vivir,
primero en la calle Pereira y después, como editor de la sección Quito, en la
Mama Cuchara, en una casa antigua de vecinos generosos. Debo a esas instancias
el libro de Trama, ilustrado por Mauricio Jácome Perigüeza, Quito: las calles
de su historia, ahora que la urbe cumple 40 años de Patrimonio Mundial.
Aquí la historia de la calle Venezuela: De
plata fueron hechas las lunas menguantes para los pies de las Vírgenes de
madera. Los devotos iban a la calle de la Platería para pedir favores a sus
santos a cambio de joyas o indulgencias que solicitaban los conquistadores cuando
se hacían viejos, como perdón de sus pecados. Estos hombres de antiguas corazas
acaso querían olvidar sus sangrientas masacres contra los indígenas.
Iban a las Capellanías a pagar misas para
toda la eternidad porque sabían que las imágenes de madera eran benévolas con
las almas atormentadas.
En 1613, el Alguacil Mayor de Quito, Don
Diego Sánchez de la Carrera había llegado de allende el mar para decidir sobre
la vida de los quiteños. Acaso, quisieron halagarlo y la calle se llamó De la
Carrera.
En la misma calzada, Antonio José de Sucre,
patriota venezolano, construyó su casa, con indicaciones que llegaban en cartas
escritas en el fragor de las batallas de Independencia. Unas balas de la
infamia lo asesinaron en Berruecos, pero nadie olvida que de Venezuela también
llegó el ejército libertario de llaneros.
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