San Francisco de
Yumbaña, en un hipotético Ecuador, es la locación imaginaria que han elegido
los directores de Distante cercanía, Alex Schlenker y Diego Coral, para poner a
andar a un hombrecillo, Bernardo José Riofrío (interpretado por Gonzalo
Estupiñán), para que -a la voz de la ley del más vivo- sea el alcalde que les
promete una prosperidad similar a la de París. (En la realidad, en Vinces,
conocida como ‘París Chiquito’, los ‘Gran Cacao’ erigieron una torre Eiffel
enana, aunque no hicieron casa de hacienda en La Clementina).
Como se sabe, un
autor crea sus propios precursores. Así, el pueblo de San Pedro de los
Saguaros, allá en México, es el escenario para el largometraje La ley de
Herodes (si no la chingas, te jodes), donde la corrupción del empleaducho Juan
Vargas es una crítica acérrima a la Dictadura Perfecta, como diría Varguitas,
del PRI. Sin embargo, el filme ecuatoriano -de excelente producción,
fotografía, música y todo de alta profesionalidad- tiene un elemento alucinante:
los nazis. Y cuenta también con guiños del western clásico y, como dice
Schlenker, “mucho del absurdo de autores como Becket; hay ironías pequeñas
escondidas, como los nazis cantando ebrios canciones del comunista Brecht”.
La película está
ambientada en 1945, donde, como se sabe, algunos seguidores de Hitler rondaban
círculos para hacer sus chanchullos, casi al fin de la guerra. El doctor Kurt
Mainzel (interpretado por un histriónico Christoph Baumann) logra que Riofrío,
un oscuro empleado, se lance a la aventura de cambio de divisas alemanas, las
reichsmark de la esvástica, bajo la mirada atenta de Pepita (Nataly Valencia).
Soberbio Édgar Parra, como cantinero.
"Imagen tomada de http://www.distantecercania.com/ "
La construcción de
los personajes no tiene los estereotipos de bueno/malo (tan caro a las novelas,
pero que en verdad viene de los griegos, recogidas en los arquetipos de Jung).
De allí que los excelentes actores se desdoblan. Tienen sus crisis. Todo esto
con una ironía del absurdo.
Schlenker, por lo
demás teórico de la imagen, armó un laboratorio psicológico para responder
algunas preguntas: ¿Qué pasa cuando a un perfecto pelmazo -un ‘looser’ como
dicen los gringos- le damos un maestro, nazi encima, le forramos los bolsillos
de dinero y lo colocamos frente al poder? El resultado es Riofrío, quien también
representa una caricatura de muchos individuos en ascenso social tocados por el
bicho de la corrupción. Este filme debería ser analizado en las aulas de los
colegios, tal como se lee Huasipungo y la triada explotadora: gamonal, teniente
político y taita cura. Es que aún ese país del pasado nos persigue desde su
edad de piedra, como diría Agustín Cueva.
El artículo está publicado en:
http://www.telegrafo.com.ec/ opinion/columnistas/item/ yumbana-el-pelmazo-y-los- nazis.html
Si desea puede ver más información en : http://www.distantecercania.com/
San Francisco de
Yumbaña, en un hipotético Ecuador, es la locación imaginaria que han elegido
los directores de Distante cercanía, Alex Schlenker y Diego Coral, para poner a
andar a un hombrecillo, Bernardo José Riofrío (interpretado por Gonzalo
Estupiñán), para que -a la voz de la ley del más vivo- sea el alcalde que les
promete una prosperidad similar a la de París. (En la realidad, en Vinces,
conocida como ‘París Chiquito’, los ‘Gran Cacao’ erigieron una torre Eiffel
enana, aunque no hicieron casa de hacienda en La Clementina).
Como se sabe, un
autor crea sus propios precursores. Así, el pueblo de San Pedro de los
Saguaros, allá en México, es el escenario para el largometraje La ley de
Herodes (si no la chingas, te jodes), donde la corrupción del empleaducho Juan
Vargas es una crítica acérrima a la Dictadura Perfecta, como diría Varguitas,
del PRI. Sin embargo, el filme ecuatoriano -de excelente producción,
fotografía, música y todo de alta profesionalidad- tiene un elemento alucinante:
los nazis. Y cuenta también con guiños del western clásico y, como dice
Schlenker, “mucho del absurdo de autores como Becket; hay ironías pequeñas
escondidas, como los nazis cantando ebrios canciones del comunista Brecht”.
La película está
ambientada en 1945, donde, como se sabe, algunos seguidores de Hitler rondaban
círculos para hacer sus chanchullos, casi al fin de la guerra. El doctor Kurt
Mainzel (interpretado por un histriónico Christoph Baumann) logra que Riofrío,
un oscuro empleado, se lance a la aventura de cambio de divisas alemanas, las
reichsmark de la esvástica, bajo la mirada atenta de Pepita (Nataly Valencia).
Soberbio Édgar Parra, como cantinero.
"Imagen tomada de http://www.distantecercania.com/ "
"Imagen tomada de http://www.distantecercania.com/ "
La construcción de
los personajes no tiene los estereotipos de bueno/malo (tan caro a las novelas,
pero que en verdad viene de los griegos, recogidas en los arquetipos de Jung).
De allí que los excelentes actores se desdoblan. Tienen sus crisis. Todo esto
con una ironía del absurdo.
Schlenker, por lo
demás teórico de la imagen, armó un laboratorio psicológico para responder
algunas preguntas: ¿Qué pasa cuando a un perfecto pelmazo -un ‘looser’ como
dicen los gringos- le damos un maestro, nazi encima, le forramos los bolsillos
de dinero y lo colocamos frente al poder? El resultado es Riofrío, quien también
representa una caricatura de muchos individuos en ascenso social tocados por el
bicho de la corrupción. Este filme debería ser analizado en las aulas de los
colegios, tal como se lee Huasipungo y la triada explotadora: gamonal, teniente
político y taita cura. Es que aún ese país del pasado nos persigue desde su
edad de piedra, como diría Agustín Cueva.
El artículo está publicado en:
http://www.telegrafo.com.ec/Si desea puede ver más información en : http://www.distantecercania.com/
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