sábado, 3 de agosto de 2019

Una anécdota de Borges, 2019/08/01


Corría el año de 1978. Bogotá acogía a Jorge Luis Borges. Lo declaraba ciudadano meritorio. Apenas iniciaba su reconocimiento, con premios internacionales. Había que eternizarlo. La grabación de su propia voz fue toda una hazaña. En sus últimos años de vida, Borges perdió paulatinamente la vista, así que para lograr la grabación la emisora HJCK tuvo que tomarse varios días.

Fue la primera radio privada cultural fundada en 1950, especializada en música clásica. Creo que cuando fui hace tantos años, a finales de los noventa, me recibió el mismísimo Álvaro Castaño Castillo, quien había entrevistado al bardo, quien vivía en la penumbra. Estaba interesado en adquirir una copia de la voz de Borges recitando sus poemas. La entrevista fue cordial y, de paso, me contó una anécdota.

Repitió lo difícil que fue grabar a Borges. Aunque el escritor tenía una prodigiosa memoria -basta escucharlo ahora disponible en la web la serie de conferencias desde la ceguera al libro-, obviamente no podía repetir todos los volúmenes de su poesía. Así que, en la mayoría de los casos, los párrafos eran dichos primero por el programador y después se grababa, editaba, ecualizaba y demás menesteres propios de la época.

Al final, el director de la radio entregó gentilmente a Borges una copia magnetofónica con la condición de que era para su uso exclusivo. Aún no habían terminado de editar el material cuando al mes Castaño se enteró de una noticia impactante: su amada producción radial estaba ya disponible en Buenos Aires.

Obvio, Borges había faltado a su palabra. Tomó el primer vuelo, me dijo Castaño, ya con esa cara de contar algo sin importancia. Iba enfadado. Encontró a Borges firmando autógrafos. Se acercó. –Maestro –le dijo–, ¿se acuerda de mí? –¿Quién sos? –Soy el de la radio HJCK, usted me ha hecho un gran daño entregando la copia que le di. –Vos tenés la culpa –le espetó Borges con esa sonrisa irónica–, por hacer trato con cretinos.

Esto a propósito de una relectura de Culturas híbridas, de Néstor García Clanclini, sobre el papel de la cultura de masas. Acá, en cambio, por ahí anda perdida la voz de César Dávila Andrade, porque ni eso hemos logrado difundir.



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