En
estos próximos días Ambato vivirá el esplendor de sus fiestas que
nacieron, curiosamente, del desastre. La urbe padeció en 1949 un
terremoto donde perecieron, aproximadamente, 6.000 personas, se
derrumbaron 20.122 casas, existieron más de 250.000
damnificados y se requerían -en aquella época- 80.000 dólares para la
reconstrucción, según un informe de Naciones Unidas.
En
esos momentos dolorosos, los habitantes de Ambato necesitaban asirse a
algo que los mantuviera con esperanza. Nada mejor que la alegría para
contrarrestar las penas, pensaron, al parecer, algunos de los
representantes de esta ciudad que aún limpiaba los escombros. Por este
motivo, el 17 de febrero de 1950, a un año del desastre, la
Municipalidad de Ambato formuló el Acta de Fundación de la Fiesta de las
Flores y las Frutas, “como la prueba de la más típica y legítima
ambateñidad que anima a la ciudad y a la provincia”, según consta en un
documento que llegaba en un momento clave porque insuflaba otra vez de
vida a la ‘Tierra de los tres
Juanes’.
Nada
mejor que la alegría para contrarrestar las penas, pensaron, al
parecer, algunos representantes de esta ciudad que aún limpiaba
escombros.El 30 de octubre de ese mismo año se promulga la ordenanza que funda y pone estatutos en esta celebración que, con el tiempo,
sería la más grande de Ecuador. En esa oportunidad se instituyeron también los Juegos Florales, para celebrar al arte.
Así,
la Municipalidad de Ambato -y en la actualidad un Comité Permanente de
Fiestas- inició estos encuentros pletóricos de alegría y que coinciden
con el carnaval, la fiesta de la carne, según la tradición romana, donde
el mundo se pone al revés.
El
otro eje clave de Ambato es su feria que desde la época colonial se
constituyó en un núcleo de la economía regional. A fines del siglo
XVIII, el naturalista Francisco José de Caldas -quien participó también
en investigaciones con
Alexander von Humboldt- habla de la importancia de la feria y de los
productos que se presentan a 12 o 16 leguas. De igual manera D’Orbigny,
un viajero que visitó la zona a comienzos del XIX, da cuenta de su
prestigio.
Por
su parte, Brownley, quien ha realizado investigaciones sobre la
serranía ecuatoriana, sostiene que la función comercial de la urbe “jugó
un papel clave en el crecimiento de Ambato, que de ser la ciudad más
pequeña pasó a ser la más grande”. La feria de Ambato se realizaba hasta
1868 los domingos, hasta que el arzobispo Checa se quejó porque “muchas
personas que acudían a ella descuidaban el cumplimiento de sus deberes
religiosos por atender sus negocios temporales”. Del sábado, donde
también se quejaron, se pasó al clásico lunes, desde
que el Concejo así lo dispuso, en abril de 1870.
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