Al
parecer, un grafiti clave para entender el movimiento de los Indignados
o M15 (porque nació el 15 de mayo en España), duros críticos contra los
banqueros, es: “Si no nos dejan soñar no les dejaremos dormir”. Tras la
burbuja inmobiliaria, en un país donde los bancos tienen casas que no
ocupan, los carteles hablan: “El futuro comienza
nunca”.
Hay
desesperanza. No son los grafitis del Mayo del 68, en París: “La
imaginación al poder” o “Levanten los adoquines, debajo de los adoquines
están las playas”. El movimiento, como antes, nació en los países
industrializados. “We are the 99%” fue la proclama de Occupy Wall Street
para decirnos que únicamente el 1% de los más ricos es el que toma las
decisiones económicas, políticas y sociales de toda la población mundial
(para Ari Berman, quienes manejan al planeta representan el
0,0000063%).
Las
85 personas más ricas del mundo tienen tanto
dinero como 3.500 millones de los más pobres del planeta, la mitad de
la población de la Tierra. Esto, según el último informe de Oxfam,
organismo que busca soluciones en torno a la pobreza y a la injusticia.
El
estudio, que hace hincapié en que todo esto nace bajo el credo
neoliberal, señala: “Un total de 210 personas llegó a poseer, cada una,
más de 1.000 millones de dólares el año pasado, sumándose a los
existentes 1.426 que ya los poseen con un patrimonio neto conjunto de
5.400 billones (millones de millones) de dólares”. Asimismo, según los
datos de Oxfam, el 1% más rico de personas en todo el globo tiene 110
billones de dólares, o sea 65 veces la riqueza total de la mitad
inferior de la población del planeta, lo que efectivamente
“presenta una amenaza significativa para sistemas políticos y
económicos inclusivos”.
Ante esta realidad hay que volver al libro No logo,
de Naomi Klein, especialmente cuando trata sobre el tema del boicot y
de la creación de las marcas, porque ahora no se venden productos sino
sensaciones. Algo de eso maquinan los acumuladores de oro.
Pero
hasta eso, nada mejor que recordar los versos de Francisco de Quevedo y
Villegas, escritos a inicios del siglo XVII: Madre, yo al oro me
humillo, / Él es mi amante y mi amado, / Pues de puro enamorado / Anda
continuo amarillo. / Que pues doblón
o sencillo / Hace todo cuanto quiero, / Poderoso caballero / Es don
Dinero.
¿Pero qué hacen con tanto dinero los 85 más
ricos del planeta? Algunos, meras cosas excéntricas, por no pedir a
gritos algo de afecto. En fin, Sócrates caminaba por el mercado de
Atenas para comprobar qué no necesitaba.
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