Como
parte de la mitología de Ecuador el amaru o boa amazónica es
fundamental. Lo propio sucede con el jaguar, conocido como tigre u
otorongo, deidad fundamental de pueblos como los caranquis. Es extraño,
pero todas estas cosmogonías nos llegan de la Amazonía donde, por
recientes descubrimientos, sabemos que el delicioso cacao ya fue
degustado hace más de 5.500 años, allá en la actual Zamora Chinchipe,
aunque siempre se creyó que inició en México, hace 3.500 años por los
olmecas.
De
estas vastas mitologías comparto un texto que escribí en el libro Los
dioses mágicos del Amazonas, porque son, también, nuestros orígenes, tan
valiosas como el bíblico Génesis. De hecho, si en el mundo griego
tienen a
Ícaro y su vuelo trágico, los shuar guardan la memoria de Kujanchan,
cuando tenía alas. Y esto sucede porque cada pueblo crea a sus propios
dioses. Aquí el relato:
Al
principio no había animales. Solo Chiga habitaba el mundo. El dios de
los cofanes miraba plácido caer las tardes sobre la selva y era él quien
haría nacer a los humanos.
Un
hombre solía pintarse la cara con los rasgos del tigre. Chiga salió del
monte y lo encontró y el cofán pintado tuvo miedo, como si las manchas
que tenía en la cara no fueran suficientes para sostener su coraje.
¿Tú
vienes para ser tigre? Le dijo Chiga y allí mismo al hombre le
crecieron las garras y las huellas en su rostro fueron verdaderas.
Después, unos rugidos largos despertaron a la selva.
Fue en esos días que Chiga hizo nacer al tucán. Era también una persona que tenía un collar blanco y más abajo uno rojo.
Usted
nacerá secu, le profirió Chiga y fue así que al hombre le nacieron
plumas y se fue volando. Un poco más distante había un cofán que hablaba
a gritos. Chiga regresó a mirar y le
dijo: Usted grita como guacamayo, y esa persona sintió que un pico le
brotaba en su rostro y que sus chillidos se volvían más agudos. Era como
si la palabra de Chiga fuera el preludio de las transformaciones, como
si el hecho de nombrar ya era el inicio de las creaciones.
Y
fue así que Chiga de un collar en forma de cruz hizo nacer al caimán.
También a betta, como se le conoce al oso hormiguero. Y esto sucedió
porque un día Chiga encontró en la selva a una persona que entre más
dormía más le agradaba. Chiga lo miró colgado en un árbol y le dijo:
Usted parece oso hormiguero. Después de la siesta, el hombre tenía tanta
pereza que ni se preocupó que ahora sus manos eran garras encaramadas a
los árboles que un día también habían nacido de Chiga.
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