Abril
aguas mil, en mayo no te quites el sayo, es un dicho que llegó de la
tierra de Don Quijote. Un verdadero diluvio ocurrió en estos días en
Argentina con lamentables pérdidas. También nuestro país sucumbe a los
torrenciales aguaceros, aunque, a decir verdad, no debemos olvidar que
tenemos una provincia que se llama Los Ríos y que lo que llamamos manso
Guayas es
en verdad la cuenca más importante del Pacífico, con más de 40.000 km2
de superficie.
La
lluvia trae el tema del diluvio. Son cosmovisiones que los antiguos
habitantes conservan acerca de sus orígenes. Isaac Asimov en su Guía de
la Biblia, supone que el diluvio –que debió ser Universal- acaso se
produjo por la caída de un meteorito en el Golfo Pérsico. “El chapoteo
resultante habría tomado la forma de una ola gigantesca que avanzara
desastrosamente hacia tierra, arrollando todo lo que encontraba en su
paso”.
El
diluvio está presente en los mitos de los cañaris, dos de ellos
salvados por mujeres-papagayo. Para el caso de los antiguos pueblos,
como los quitus, está la versión de Juan de Velasco, del siglo XVIII:
“Los
de Quito conservan en la memoria de un antiquísimo general diluvio, del
cual se salvaron sus progenitores en una casa de palo sobre la cumbre
del Pichincha. Según las grandes fábulas que de ellos escribió Niza
(Ritos y ceremonias de los indios de Quito), provino aquel naufragio de
que los tres hijos de su Dios llamado Pacha, no teniendo con quienes
hacer la guerra, la mantuvieron con una gran serpiente: que herida con
muchas flechas, se vengó vomitando tanta agua que anegó toda la tierra:
que se salvó Pacha con sus tres hijos, y sus mujeres, fabricando una
casa sobre la cumbre del Pichincha, donde metió muchos animales y
víveres, que pasados muchos días largó al ullahuanga (ave semejante al
cuervo) y no volvió, por comer los cadáveres de los animales muertos,
que echando otro pájaro volvió con unas hojas verdes, que bajó entonces
Pacha con su familia, hasta el plan, donde es la ciudad de Quito, y que
al tiempo de hacer allí la casa, para vivir todos juntos, ninguno pudo
entender lo que hablaba el otro, que separados por eso, con sus mujeres,
se habían establecido los tres hermanos y el viejo en las diversas
partes de la comarca, donde estaban todavía sus descendientes. Añade el
mismo, que otros referían esta misma historia, desde donde fueron sus
antepasados navegando por el mar hasta Cara; y explica provenir esta
diferencia de que unos eran descendientes de los primeros quitus, y
otros de los extranjeros que primero se establecieron en Cara”.
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