En
Imbabura, el próximo 31 de octubre, con el evento “Mojanda Arriba”, es
el último día para saborear la chicha del
yamor, elaborada con siete granos de maíz. Aunque en el sitio web del
Municipio de Otavalo se afirma que el yamor lo trajeron los incas, la
historia es mucho más lejana.
Curiosamente,
los descendientes de los caranquis, que florecieron más de mil años,
son los primeros en negar sus orígenes, creyendo que los 30 años que
estuvieron los incas inauguraron el mundo. En Perú la chicha es de jora
(en lengua quechua aqha); en Ecuador el yamor es de: chulpi, maíz negro,
blanco, amarillo, canguil, morocho y jora (fermentado).
Hay
que remontarnos más lejos… El maíz domesticado hace 8.500 años, según
algunos en
la península de Santa Elena y según otros en Mesoamérica, con el tiempo
viaja a las montañas. Por eso, desde el centro ceremonial de las tolas,
los caranquis agradecen al más sabio de los montes, el dios Taita
Imbabura, por el prodigio de las cosechas de maíz, en medio de ocarinas y
rondadores.
Aunque en el sitio web del Municipio de Otavalo se
afirma que el yamor lo trajeron los incas, la historia es mucho más lejanaDesde
hace miles de años -de mano en mano- han domesticado al maíz, y ese
colorido esplendor está presente un poco más lejos, en el mercado o
tianguis, en el sector de Salinas. Un mindalae o comerciante camina por
entre los sitios dispuestos y le ofrecen chicha, elaborada con semillas
diversas que cada familia cultiva y selecciona con esmero.
Para
Juan Martínez Borrero, en el libro “Sara Llakta” (Tierra del maíz), el
control de la producción de variedades de maíz para chicha, generalmente
con granos de colores que añaden elementos simbólicos, posibilita a los
curacas movilizar el trabajo. Paul Golstein lo ha resumido:
“Caracterizado por la fácil conversión del excedente de granos en
bebida, de la bebida en trabajo comunitario y el trabajo en prestigio
individual, los festejos posibilitan el surgimiento de la desigualdad
social. En tanto los más ricos o más poderosos grupos corporativos
promueven fiestas con más y más chicha, cada vez menos participantes
pueden sostener la carga de la responsabilidad”.
Y
con chicha de maíz se levantaron las 5.000 tolas caranquis, en un
territorio desde el Valle del Chota hasta Guayllabamba (incluido
Otavalo), desde el 500 al 1500 de nuestra era, en los llamados señoríos
étnicos, así que la chicha ya estaba antes de la invasión de los incas
en el siglo XVI. El yamor, además, seguía presente en las fiestas de la
Virgen de Monserrate, en el siglo pasado, cuando los jóvenes volvían al
terruño.
Ojalá, algún día, la chicha del yamor sea industrializada, ahora que estamos en el cambio de matriz productiva.
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