Fabio
Morábito, nacido en Alejandría y radicado en México, lee su poema “A tientas”:
Cada libro que escribo / me envejece, / me vuelve un descreído. / Escribo en
contra / de mis pensamientos / y en contra del ruido / de mis hábitos. / Con
cada libro / pago un viaje / que no hice… Nada mejor que iniciar la 11 edición
del Encuentro Internacional de Poetas Poesía en Paralelo Cero en librería
Rayuela, que acaba de cumplir 12 años.
En
este pequeño país que amamos mucho, para utilizar la letra de la canción de
Cesária Évora, estos actos constituyen un remanso. Porque este pequeño país, ya
para entrar en escena, no lee ni medio libro al año (Colombia tiene una media
de cinco libros). Así que la unión de libreros, como Mónica Varea, y promotores
generosos como Xavier Oquendo Troncoso, nos trae esperanza porque en los libros
habitan orbes infinitas. Pero de manera especial, para seguir a Ernesto Sabato,
nos libran de tanta bárbara enajenación que soportamos.
Paralelo
0 tiene varios méritos. 1) trata de no repetir a los poetas invitados; 2) lleva
la poesía a provincias, donde a veces el letargo es inquietante; 3) ha logrado
-con sus actividades y premios literarios- convertirse en un referente
internacional; 4) ha entendido que la difusión es primordial y por eso tiene su
propio sello El Ángel; 5) no hace distinción ni cae en el parricidio y basta
ver a quienes han homenajeado; 6) ha logrado -con no poco esfuerzo- auspicios
aunque la empresa privada, acaso acogiéndose a la Ley de Cultura por el canje
del IVA, podría ser más proactiva; 7) tiende puentes para que la poesía que se
escribe en Ecuador sea visible (Oquendo realizó una antología de César Dávila
Andrade para Visor); 8) está conectado a las nuevas visiones transmediáticas
para difundir contenidos (elangeleditor.org); 9) motiva a los públicos
juveniles a interesarse por la poesía; 10, tiene un equipo férreo de
colaboradores.
Siempre
se le reprocha al Fakir que no supo esperar, pero eran otros tiempos. No
dejemos que Paralelo 0 siga andando solo. Este pequeño país es más que una
tierra de cóndores y alacranes.
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