“La gente me ha enseñado a ser discreto,/
sereno, complaciente, equilibrado... /
A
cambio de mis sueños me han dejado /
un
sitio para el vicio y el pecado”,
cantaba Roque Narvaja en el tema Yo quería
ser mayor y concluía: “No quiero ser un hombre domesticado”. Meng Tse, en el
siglo III, antes de nuestra era, exclamó: “Dejamos de ser un poco seres humanos
el día en que perdemos el asombro de los niños”.
El poeta Carlos Suárez Veintimilla en Ser
niño escribió: “Es sentir por la muerte de una flor o de un ave / y gozar la
sonrisa de la cosas pequeñas; / y tener, ante el mundo diplomático y grave, /
dos pupilas risueñas”. Por algo el profeta que caminaba por las aguas pedía que
los niños vayan a su lado.
“Vigilancia, ejercicios, maniobras,
calificaciones, rangos y lugares, clasificaciones, exámenes, registros, una
manera de someter los cuerpos, de dominar las multiplicidades humanas y de
manipular sus fuerzas, se ha desarrollado en el curso de los siglos clásicos,
en los hospitales, en el ejército, las escuelas, los colegios o los talleres:
la disciplina. El siglo XIX inventó, sin duda, las libertades; pero les dio un
subsuelo profundo y sólido: la sociedad disciplinaria de la que seguimos
dependiendo”, escribió Michael Foucault en su obra Vigilar y castigar. Debe ser
por eso, que el emblemático tema Otro ladrillo en la pared, de Pink Floyd,
señala:
“No necesitamos ‘la no educación’. /
No necesitamos ‘la falta de
control mental’. /
No al sarcasmo oscuro en la clase… /
¡Hey! ¡Profesores!
¡Dejad a los niños en paz! /
A fin de cuentas, es solo otro ladrillo en la
pared”.
Ahora, con tantos deberes, los niños no
tienen tiempo de jugar. Habría que mirar un poco más el sistema educativo de
Finlandia, mientras perdemos al niño que fuimos, entretenidos en limar la
herrumbre en nuestras corazas.
“Mientras seamos niños, podemos ser duendes /
después, solo tipos con corbata”,
tarareaba en una canción. Hay que tener en el
velador a El Principito, de Saint-Exupéry: “Solo con el corazón se puede ver
bien, lo esencial es invisible a los ojos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario