El
tema de la fundación de Ibarra, el 28 de septiembre de 1606, a
diferencia de Quito que fue un hecho de conquista, se inscribe en un
tema comercial, debido a que para esa época la producción de textiles en
la Sierra Norte, con obrajes, era importante. Sin embargo, se tiende a
olvidar que en estas tierras, por lo demás cedidas por la nieta de
Atahualpa, Juana Atabalipa, existieron otros pueblos que, dicho sea de
paso, han tenido una permanencia de más de 1.500 años, comparados con
los 407 años de fundación de la Villa. Por eso hay que dejar a un lado
ese tema que nos vincula únicamente con el legado de los españoles,
quienes -a fin de cuentas- destruyeron y esclavizaron a los pueblos
ancestrales, un tema que aún está presente en la exclusión y la pobreza
de nuestro país.
Los
incas trajeron a sus dioses, como el Sol. Pero poco duró esta
dominación porque en el siglo XVI llegaron los conquistadores
castellanosAsí tenemos que en el valle, donde está
asentada Ibarra, eran las antiguas tierras de los caranquis.
Pertenecían a los llamados señoríos étnicos, que eran confederaciones de
tribus que comercializaban recíprocamente y que se unían en caso de
invasiones, a tal punto que su sitio de influencia se lo denomina País
Caranqui, donde lo más representativo son las tolas funerarias que
construyeron. Sus límites eran desde el Valle del Chota hasta
Guayllabamba y construyeron más de 5.000 tolas, muchas de ellas en
peligro, como las ubicadas en Socapamba. Los caranquis, desde el 500 de
Nuestra Era, adoraban a los montes -como el dios mayor, el Taita
Imbabura-, a lagunas, vertientes, cascadas y árboles.
La
invasión de los incas fue un hecho terrible para los caranquis. Por
defender su tierra murieron más de 20.000
caranquis, quienes fueron arrojados a la laguna de Yahuarcocha, que
significa Lago de Sangre, nombrada así porque sus aguas se tiñeron con
la masacre. Los incas trajeron a sus dioses, como el Sol.
Pero
poco duró esta dominación -apenas 15 años- porque en el siglo XVI
llegaron los conquistadores castellanos, con otros dioses, la Cruz,
aliada de la espada, desplazando también a los incas. Los curas
doctrineros exterminaron a los antiguos ídolos mientras que los
indígenas fueron obligados a trabajar en mitas y obrajes, además de
pagar tributo. Eso hizo que la miseria se asentara por estas comarcas.
En estas condiciones, para propiciar el comercio entre el Virreinato de
Nueva Granada y el Reino de Quito -es decir entre Santa fe de Bogotá y
San Francisco de Quito- se necesitaba
fundar una ciudad que sirviera como puerto de tierra, es decir la base
para que los productos llegaran al mar.
Ibarra no es entonces únicamente la hidalga villa española.
C
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