domingo, 29 de septiembre de 2013

Ibarra, tierra de caranquis


El tema de la fundación de Ibarra, el 28 de septiembre de 1606, a diferencia de Quito que fue un hecho de conquista, se inscribe en un tema comercial, debido a que para esa época la producción de textiles en la Sierra Norte, con obrajes, era importante. Sin embargo, se tiende a olvidar que en estas tierras, por lo demás cedidas por la nieta de Atahualpa, Juana Atabalipa, existieron otros pueblos que, dicho sea de paso, han tenido una permanencia de más de 1.500 años, comparados con los 407 años de fundación de la Villa. Por eso hay que dejar a un lado ese tema que nos vincula únicamente con el legado de los españoles, quienes -a fin de cuentas- destruyeron y esclavizaron a los pueblos ancestrales, un tema que aún está presente en la exclusión y la pobreza de nuestro país.
Los incas trajeron a sus dioses, como el Sol. Pero poco duró esta dominación  porque en el siglo XVI llegaron los conquistadores castellanosAsí tenemos que en el valle, donde está asentada Ibarra, eran las antiguas tierras de los caranquis. Pertenecían a los llamados señoríos étnicos, que eran confederaciones de tribus que comercializaban recíprocamente y que se unían en caso de invasiones, a tal punto que su sitio de influencia se lo denomina País Caranqui, donde lo más representativo son las tolas funerarias que construyeron. Sus límites eran desde el Valle del Chota hasta Guayllabamba y construyeron más de 5.000 tolas, muchas de ellas en peligro, como las ubicadas en Socapamba. Los caranquis, desde el 500 de Nuestra Era, adoraban a los montes -como el dios mayor, el Taita Imbabura-, a lagunas, vertientes, cascadas y árboles.
La invasión de los incas fue un hecho terrible para los caranquis. Por defender su tierra murieron más de 20.000 caranquis, quienes fueron arrojados a la laguna de Yahuarcocha, que significa Lago de Sangre, nombrada así porque sus aguas se tiñeron con la masacre. Los incas trajeron a sus dioses, como el Sol.
Pero poco duró esta dominación -apenas 15 años- porque en el siglo XVI llegaron los conquistadores castellanos, con otros dioses, la Cruz, aliada de la espada, desplazando también a los incas. Los curas doctrineros exterminaron a los antiguos ídolos mientras que los indígenas fueron obligados a trabajar en mitas y obrajes, además de pagar tributo. Eso hizo que la miseria se asentara por estas comarcas. En estas condiciones, para propiciar el comercio entre el Virreinato de Nueva Granada y el Reino de Quito -es decir entre Santa fe de Bogotá y San Francisco de Quito- se necesitaba fundar una ciudad que sirviera como puerto de tierra, es decir la base para que los productos llegaran al mar.
Ibarra no es entonces únicamente la hidalga villa española.


 

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