domingo, 15 de septiembre de 2013

SOS por el río Tahuando

Cuando Carlos Suárez Veintimilla compuso el poema “Río”, el Tahuando aún era el lugar donde los ibarreños aprendían a nadar en sus vados: “Río infantil de mi tierra, / pequeño y tímido, / que en las quebradas destrenzas / tu tenue hilo; y vas, dulce y asombrado, / al mar, al mar infinito, / y te vas cantando solo / un sollozo o un trino”.
Del siglo XIX, según se lee en los relatos de los viajeros extranjeros, data esta canción: “En el río de Tahuando / un sombrero va nadando / y en la copa va diciendo / que mi amor se va acabando”. Era una música que aún se escuchaba hasta hace pocas décadas antes de que empezaran los juegos deportivos.
Pero, ahora, al mirar el descuido por el que atraviesa este río -que podría ser con un buen proyecto como la iniciativa de recuperación al estilo del Tomebamba- llega insistente la letra de la canción “Padre”, de Joan Manuel Serrat: “Padre / decidme qué / le han hecho al río / que ya no canta. / Resbala / como un barbo / muerto bajo un palmo / de espuma blanca”.
Desde la antigua escalinata donde hace una década era posible acceder hasta sus riberas, un propietario ha colocado improvisadas verjasY como si Serrat conociera al río Tahuando, en Ibarra, exclama: “Padre / que están matando la tierra. / Padre / dejad de llorar / que nos han declarado la guerra”. Y esto, porque al río Tahuando lo han privatizado. Sí, desde la antigua escalinata donde hace una década era posible acceder hasta sus riberas, por el sector del Valdoré, un propietario ha colocado improvisadas verjas. Aunque la Municipalidad ha dicho que tomará cartas en el asunto, ya han pasado varios años.
Era precisamente en este lugar donde las lavanderas acudían a sus labores y, un poco más arriba, existían unas termas, que ahora -como muchas casas de Ibarra- son presa de la desidia y la destrucción, mientras algunos concejales están más preocupados en crear ordenanzas contra los murales que hacen los jóvenes.
En medio de esta desolación, muy cerca del lugar, está la famosa piedra Chapetona, donde, según la oralidad, se paró el mismísimo Simón Bolívar para dirigir a sus tropas en la Batalla de Ibarra, el 17 de julio de 1823. El sitio tampoco tiene ningún cuidado, pese a que Ibarra ha sido declarada Ciudad Bolivariana y hasta se ponen ofrendas florales en cada una de estas fechas.
En fin, cuando se conoce el nacimiento del río Tahuando, por las breñas del Imbabura, se puede entender por qué los abuelos escuchaban la leyenda de tres jóvenes que acudieron a bañarse al río y, debido al acoso de unos tunantes, se convirtieron en tres piedras. Así está Ibarra, sus pobladores han dado la espalda a su río. A propósito, la tercera acepción de SOS es “Save or Succumb” (salvadnos o morimos).

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