El
16 de agosto de 1868 fue trágico para Ibarra y la provincia de
Imbabura. La Bella Villa, como era conocida por Juan de Velasco, fue
destruida por un terremoto. Tenía 7.200 habitantes de los cuales
perecieron 5.000 (20.000 en Imbabura, muchos de los cuales por falta de
auxilio).
El
gobierno de Javier Espinosa designó a uno de los personajes más
notables y polémicos de finales del siglo XIX, como jefe Civil y Militar
de Imbabura: Gabriel García Moreno, para aliviar a las poblaciones
devastadas. Según refiere Peter Henderson, la reconstrucción de la urbe
liderada por García Moreno, en 1872, fue clave para afianzar su proyecto
político al mostrar eficiencia en la obra pública.
Al
inicio, la ayuda llegó generosamente de varios gobiernos amigos, como
Perú, que entregó, además de más de 40.000 soles, un empréstito
amortizable de un millón de pesos, por 25 años; Chile destinó 50.000
pesos; Francia, 20.000 francos; Gran Bretaña, 5.500 libras esterlinas;
el Presidente de la República donó
200 pesos y el futuro reconstructor de Ibarra, García Moreno, entregó
500 pesos.
En
estos días se celebran los 141 años del regreso de los ibarreños, de
esos 550 habitantes que permanecieron refugiados durante cuatro años en
Santa María de La Esperanza. “Entusiastas caravanas van cumpliendo la
orden de retornar; unas, la mayoría, a pie; otras, a caballo; los
enseres a lomo de mula, y en carretas haladas por yuntas de bueyes, las
cargas más pesadas, que van lentas pero más seguras.
El
28 de abril, fiesta de la Virgen de las Mercedes, “se bendice a la
ciudad y a nuestra cara
patria”, según informa el gobernador Juan Manuel España. El canónigo
Mariano Acosta proclama un emotivo discurso: “¡Ibarra! Patria mía,
levántate del seno de las ruinas, y la diestra del Altísimo te
embellecerá. Tus calles serán espaciosas y pobladas. Tus plazas hermosas
y afluidas de gentes de los mares. Un ángel de Dios velará en las
alturas de tus Andes, para contener los desenfrenos de la naturaleza; y
dejará el horizonte al amanecer de los felices días que te esperan”.
Queda
algo pendiente: se espera que, algún día, se realicen investigaciones
arqueológicas de la Ibarra colonial. Aún hay columnas de la magnífica
iglesia de La Compañía, a media cuadra del parque. Mientras esto sucede,
las casas republicanas de la época de oro de la arquitectura
de Ibarra siguen destruyéndose frente a la indolencia de sus
propietarios que, en muchos casos, han abandonado los inmuebles a la
espera de plusvalía. Es hora de que el Municipio de Ibarra, de ser el
caso, expropie a quienes no respetan la historia.
FOTO. Lasallanos junto a los restos de la iglesia de La Compañía, construida por los jesuitas. La foto es de 1906.
FOTO.
Emerson Hidalgo lidera al grupo de niños, niñas y jóvenes que
realizaron un homenaje a los 550 sobrevivientes, quienes resistieron
durante cuatro años en La Esperanza, hasta refundar la urbe.
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