domingo, 26 de junio de 2016

Imaginarios de un país posible

Los países -también construcciones, al fin- crean imaginarios. Algunos están anclados en una realidad que se diluye, otros son falsos, como una manera de inventar una tradición ante el desamparo del origen. Los hay nacionales (la palabra está en debate) y locales, dependiendo, además, de intereses varios que van desde lo étnico, de clase e incluso popular, este último casi siempre despreciado en sus inicios. Un ejemplo de esto es la música rocolera que, por su denominación, está vinculada a los bajos fondos, en otras palabras a los borrachos, pero también a otros tres estigmas presentes en la manera despectiva de nombrarla como música del populacho (el tema de clase), música chicha (lo étnico vinculado a lo racista) y, como si no fuera suficiente, música de chagras o montuvios (presente la contradicción entre centro-periferia, donde lo de la capital dicta el grado ‘civilizatorio’ ante la ‘barbarie’).

Hay, sin duda, imaginarios construidos en un escritorio: la idea de que el país se podría salvar por medio de la cultura, tras la invasión peruana de 1941, promovida por Benjamín Carrión, quien a su vez lo tomó prestado de Vasconcelos. Y, claro, ante el desgarramiento surgió una canción emblemática como es ‘Vasija de barro’, escrita en una noche a cuatro manos y, curiosamente, borroneada en la contrasolapa del libro En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.

Hay imaginarios que unen a los ecuatorianos: ceviche, selección de fútbol, Galápagos, años viejos, procesiones de fe, Rumiñahui o Julio Jaramillo… Los hay que los separan: regionalismo, estereotipos étnicos, disputas chauvinistas, temas políticos coyunturales y, ahora, hasta las redes sociales (las voces de los idiotas, a juicio de Umberto Eco, apocalíptico al final de sus días).

Curiosamente Ecuador aún es un país agrario y como tal dependiente de los designios de los dioses, a la espera de las lluvias y cargando vírgenes coloniales del siglo XVIII. Las dos imágenes más representativas, del Quinche y del Cisne, fueron esculpidas por Diego de Robles, quien también hizo la de Guápulo, que era sacada en procesiones para desalentar la Revolución de las Alcabalas.

Basta ver sus exportaciones de materias primas: cacao, banano, flores, camarón o petróleo, con escaso valor agregado (por eso se agradece a quienes en los últimos años han logrado lo impensable: crear marcas reconocibles). Como se sabe la mentalidad agraria es altamente conservadora y patriarcal, además de machista.


Preocupada en hacer crecer cosas en lugar de fabricarlas, aún desconfía de quienes proponen servir, pensar, saber y experimentar, siguiendo la descripción de las tres olas de Alvin Toffler. Esto último, la ola del conocimiento, es lo que produce quiebres en el sistema. ¿Dónde están esos imaginarios? Y esto porque, como el caso de la música, las nuevas voces -quienes muestran la sensibilidad de esta época- aún no aparecen en todo su esplendor. Obviamente hay salvedades, Ecuador TV, a través de La Caja de Pandora, muestra esas visiones contemporáneas, como es el caso de Álex Alvear: la academia que no ha olvidado sus raíces. (O)

Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/imaginarios-de-un-pais-posible

No hay comentarios:

Publicar un comentario