El poeta Carlos Suárez Veintimilla, andinista consumado, recorría -a
mediados de los años 50 del siglo XX- los vastos paisajes de Imbabura.
Cantó poemas del terruño. Escribió sobre los lagos y lagunas, a los
campos, al prodigio que constituye andar en bicicleta (la misma que
olvidaba frecuentemente, pero como sus paisanos lo conocían devolvían el
artilugio en el colegio de Fátima, donde era su rector).
Un día escribió: Tierra mía / la de los días claros de la infancia. /
Les dio tu cielo la lección primera / de azul a mis pupilas asombradas,
/ los primeros anhelos a mis labios / y los primeros sueños a mi alma.
Ahora, la “Provincia Azul” se apresta a conmemorar sus 189 años de
creación republicana, pero no hay que olivar que, curiosamente, los
antiguos límites de los caranquis (500 al 1.500 de N.E.), con sus 5.000
tolas, llegaban desde el Valle del Chota hasta Guayllabamba.
A inicios
del siglo XXI hay otros sueños: conectar el Pacífico con el Atlántico,
que incluye vías fluviales hasta Manaos, en línea directa hacia la
Amazonía
Cuando el Libertador Simón Bolívar creó la
provincia de Imbabura, el 25 de junio de 1824, incluía la zona de El
Pailón, actual San Lorenzo, y los límites con Colombia. Lo primero era
estratégico: Ibarra, su capital, había sido fundada en 1606 como ruta y
puerto de tierra al océano Pacífico y como enlace entre el rico comercio
entre Bogotá, pasando por Popayán, hasta Quito. Pero esa vía tuvo que
esperar 400 años, ante la desidia y también la complicidad de quienes no
estaban interesados en abrir otro puerto, al norte de Ecuador.
A finales del siglo XIX, por los descampados caminos, el viajero
debía cubrir en dos días la ruta desde Ibarra a Quito,pasando por
Mojanda, donde estaban los míticos Puchos Remaches. Después, en los
buses de ventanas de madera de mediados del XX, el recorrido se hacía en
casi siete horas, con la respectiva parada en Cayambe. Ahora, por las
flamantes carreteras se puede llegar en 10 minutos desde Ibarra a
Otavalo, en una distancia de 21 kilómetros.
En el prólogo del libro “Imbabura”, que se presenta en estos días, el
prefecto Diego García Pozo dice: “Ahora, a inicios del siglo XXI hay
otros sueños: conectar el Pacífico con el Atlántico, que incluye vías
fluviales hasta Manaos, porque estamos en línea directa hacia la
Amazonía, como le ocurre a casi todas las provincias serranas. Con seis
pujantes cantones -Ibarra, Otavalo, Cotacachi, Antonio Ante, Urcuquí y
Pimampiro, y 36 parroquias- Imbabura, conocida como la ‘Provincia de los
Lagos’, tiene todos los elementos para encontrar su propio destino”.
Tiene retos. Subirse al tren del cambio de la matriz productiva, con
Yachay, la Ciudad del Conocimiento y sus propias iniciativas. Los
imbabureños parecen estar listos.