Cuando
el tiempo transcurra pocos recordarán el país que vivimos: el bufón
atrincherado cayendo de su propia tarima, el oculto banquero recorriendo
los barrios sin tiendas, el bananero que
nunca hizo un patacón de exportación (allí la frase de Manolito: no se
puede hacer fortuna sin hacer harina a los demás), el hombre dilatado en
dilatadas compañías después de haber tenido un sueño, otros candidatos
que proponen razonablemente, uno más que viaja en bicicleta, mientras
alguien afirma que es la encarnación del caudillo frente a la inercia
del pueblo y otro asegura que está cambiando la historia.
Pero
aún hay olvido. 8.000 millones de dólares fue la suma del pago de los
ecuatorianos a la crisis bancaria, incluida la sucretización de Osvaldo
Hurtado, y que llevó a tres millones de compatriotas a la diáspora.
Wilma Salgado realiza un estudio comparativo: como para la época se
destinaron 2,5 millones de dólares para infraestructura educativa, ese
monto habría alcanzado para 3.200 años de aulas de los niños
ecuatorianos. Para no alargar el cuento y quitando los ceros, es como si
el país hubiese entregado un auto de 8.000 dólares para los banqueros y
sus préstamos vinculados, y, en cambio, habría destinado 2,5 dólares
para infraestructura educativa, lo que cuesta una funda de fideos. Esta
historia ya ha sido contada, pero pocos la recuerdan.
Otro
dato: casi 8.000 millones de dólares fue el monto que en los últimos
años el país pudo ahorrar al realizar -con los mismos métodos
especulativos, hay que decirlo- la renegociación de la deuda externa.
Pabel Muñoz, de Senplades, destaca algunos hitos entre 2007 y 2012: el
crecimiento de la economía ecuatoriana alcanzó un promedio de 4,3% por
encima de la media
de América Latina (3,5%), una recaudación tributaria en el mismo
período de más de 40.000 millones de dólares, la disminución de la
pobreza… Entonces, no es un tema únicamente de carreteras, en un país
donde a inicios del siglo XX los Gran Cacao tenían haciendas del tamaño
de la provincia de Los Ríos.
Acostumbradas
al juego mediático del vértigo, que produce amnesia, muchas personas no
logran mirar con perspectiva. Únicamente el análisis pausado, lento
como sugería Kundera, nos lleva a entender la trascendencia. Y es
curioso que desde afuera se aprecie más el caso ecuatoriano, como la
propuesta del “buen vivir” reconocida por Edgar Morin. Un último dato:
el gasto público, que unos creen que es despilfarro, es de 11.000
millones de dólares al
último año. Hay temas pendientes: cambiar el software, como diría Alvin
Toffler.
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