Acaso
el fútbol muestre hoy en día una realidad poco apreciada: los jugadores hijos
de las excolonias nutren a esas selecciones cuyos gobiernos se enfrentan al
dilema de la migración, cuando el Mediterráneo se llena de pateras mientras
crean eufemismos como plataformas de acogida por no decir campos de refugiados.
Así
se lee en el portal de CNN: “En Francia, de los 23 convocados que fueron a
Rusia, 14 son de origen africano. En Bélgica, de los 23, 8 son de ascendencia
africana. Varios de los jugadores de Inglaterra tienen origen jamaiquino y otro
tiene nacionalidad nigeriana”. Veamos algunos casos.
Presnel
Kimpembe, con doble nacionalidad que incluye la congoleña; Samuel Umtiti,
nacido en Yaoundé, Camerún; Paul Pogba, aunque nació en Lagny-sur-Marne,
Francia, tiene ascendencia y nacionalidad de Guinea por sus padres; Kylian
Mbappé, la revelación del Mundial, tiene ascendencia camerunesa; Ousmane
Dembelé nació en Vernon, pero su papá es de Malí y su mamá de Mauritania;
Corentín Tolisso tiene nacionalidad de Togo; N’Golo Kanté vio la luz en París,
pero también tiene nacionalidad maliense; Blaise Matuidi, aunque nació en
Toulouse, tiene nacionalidad angoleña; Steven Nzonzi es congoleño; Steve
Mandanda, el arquero suplente, es de Kinshasa, Congo; Adil Rami tiene
ascendencia marroquí; Nabil Fekir se negó a jugar por su Argelia porque nació
en Lyon; Djibril Sidibé, con ancestros de Malí; Benjamin Mendy es
franco-senegalés.
Dejemos
a un lado a los de Bélgica que están eliminados. Si gana Francia, es como si
triunfara también África. ¿Y si en la próxima patera llega un futuro crack de piel de ébano, acompañado de un
perro mestizo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario