El teatro de la ópera de Manaos, donde el
mito oyó a Caruso en la época del caucho, quedó atrás en el viaje de Manaos a
Belén do Pará, siete días por el río Amazonas. Una noche, el leviatán de hierro
tuvo un desperfecto y se quedó sin energía eléctrica. Apenas, logramos acoderar
en una ribera cuando alguien propuso que cantáramos.
Oriundo de Imbabura, lo más fácil era
entonar esa música del paisaje y del arraigo que es el pasacalle, como “Reina y
señora”, o alguna bomba como “Carpuela linda”, de Milton Tadeo; acaso la
emblemática “Vasija de barro”, escrita a cuatro manos en la solapa del libro En busca del tiempo perdido, de Marcel
Proust.
Pero la oscuridad no daba tregua. Desde los
adentros, y en medio de las tinieblas, salió esta estrofa: “Ingenuamente pones
en tu balcón florido, / la nota más romántica de esta tarde de lluvia…”; el
pasillo “Invernal”, escrito por José María Egas con música de Nicasio Safadi.
Fue en ese día que comprendí la nostalgia y el desarraigo del pasillo, como la
saudade del fado, y sus letras poéticas de corte modernista.
Después, en 2012, junto con los
investigadores Manuel Espinosa Apolo y Franklin Cepeda Astudillo, este
articulista realizó para el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) la
consultoría “Validación del pasillo como patrimonio inmaterial de Ecuador”, uno
de los varios insumos para entender esta música ecuatoriana.
Allí constan desde la etimología, el tema
de la nacionalización y el imaginario mestizo, los sentimientos colectivos, el
pasillo regional, formatos, cultores y estilos, el género musical y su relación
con otras artes, desde la literatura al cine, además de su pervivencia y
proyección, como parte del Plan de Salvaguardia.
Me quedé con una espina: comprobé que el
pasillo, que en un momento logró ser un importante género internacional, no
tuvo la correcta difusión especialmente cinematográfica (ni se diga en las
radios alienadas). Bien, mejor oír la versión de “Invernal” de María Tejada,
porque no hay que temer la influencia del jazz,
o el soberbio “Espantapájaros”, de Gerardo Guevara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario