domingo, 18 de marzo de 2018

Hawking conversa con Dios


1. En el principio Dios creó el cielo y la tierra.
2. La tierra, empero, estaba informe y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas.
3. Dijo, pues, Dios: Sea hecha la luz y la luz quedó hecha.
4. Y vio Dios que la luz era buena y dividió la luz de las tinieblas. (Génesis)

¿Quién tiene la palabra para descifrar los enigmas que nos atañen a los mortales?, quizá eso se preguntó el asistente a una conferencia que dictaba Stephen Hawking en El Vaticano, en un lenguaje matemático demasiado denso para advertir que iba a tratar de Dios.

Su especialidad es la cosmología teórica, es decir el estudio del universo en toda su magnitud: en lo tocante a las ideas, la mayor de las grandes ciencias. Aunque de allí a Dios existe más de un paso entender las intrincadas leyes que nos gobiernan es algo que pocos lo han conseguido, y pero aún lo han explicado.

¿Cree usted que existe un Dios creador y conductor del universo? Le habían preguntado hace poco tiempo. Y él con una sonrisa, acompañada por una voz que parecía salida de "La guerra de las galaxias", había dicho: No.

Aunque no puede hablar, debido a que sufrió una traqueotomía y dentro de su pecho lleva un dispositivo de plástico que le permite respirar, ese rotundo No sale siempre de un sintetizador conectado a una computadora que tiene en su regazo, que convierte las palabras en habla. Trabajosamente mueve dos dedos de una mano -casi el último vestigio de libertad que le queda- para escribir sus respuestas que suenan metálicas.

Aunque desde los 21 años padece un mal que afecta a las neuronas motoras, ahora a los 51 años es un ejemplo no solo en la lucha contra la parálisis sino en la revolución de las ideas que nos ayudan a comprender este complicado universo en que habitamos.

Se ha dicho de él que es "la mente más brillante de la actualidad", "el genio más grande de finales de siglo XX", e incluso se le ha llamado "el heredero de Einstein", según relatan Michael White y John Gribbin en su libro "Stephen Hawking: una vida para la ciencia", una fuente de consulta de este artículo.

"El gran resurgimiento del interés popular por la ciencia que vivimos hoy se debe en gran medida a Stephen Hawking y a su talento para expresar las teorías más complejas en palabras simples. Su idea de unos agujeros negros que pueden comerse sistemas solares completos ha cautivado la imaginación del público. Todos los días recibe un enorme saco de cartas, demasiado grande para ocuparse de él en persona, de gente que busca la repuesta a preguntas como: ¿Existen formas de vida similares a la nuestra en otro universo? (Solo si las leyes de las leyes de la física de ese universo son exactamente iguales a las nuestras. Por ejemplo, nosotros tenemos tres dimensiones espaciales, pero la compactación que sigue a la Gran Explosión puede tener resultados distintos en otros universos, produciendo seis o siete dimensiones.)

¿Podremos comunicarnos algún día con los lugares más remotos de nuestro universo? (No, porque llega un momento en el que el espacio se aleja con tanta velocidad que no pueden alcanzarlo las ondas de radio ni los rayos de luz.)

¿Podríamos ser destruidos por las bolas de fuego en expansión de otras Grandes Explosiones que ocurrieran espontáneamente cerca de nosotros? (No. Una vez nacidos, esos nuevos universos dejarían de interactuar con el nuestro.)"

Pero el tema de Dios siempre queda pendiente para Hawking.

El Santo Grial de la física moderna es una Teoría del Todo (TdT) que combine la relatividad y la teoría cuántica (que dice que el universo, en su nivel más profundo, opera en forma indeterminada) en un solo paquete; un conjunto de ecuacuciones que explique la totalidad de los fenómenos que ocurren en el universo, desde la Gran Explosión hasta los átomos de lo que estamos hechos.

Albert Einstein procuró encontrar la TdT, pero fracasó, pues era incapaz de aceptar el carácter aleatorio de la teoría cuántica. "No puedo creer que Dios juegue a los dados con el cosmos", había señalado en una ocasión.

Hawking fue más lejos, al rebatir la famosa frase de Einstein dijo que "Dios no solamente que juega a los dados con el universo si no que a veces los arroja a donde nadie puede verlos".

En los primeros años de la década de los ochenta empezó a preguntarse si en realidad hubo un principio del tiempo. Al comienzo supuso que tras la Gran Explosión el Universo se expandiera hasta alcanzar cierto tamaño y luego, al cabo de millones de años, la gravedad lo haría derrumbarse sobre sí mismo, en lo que podría llamarse la Gran Contracción. El tiempo tendría, pues, un principio y un fin.
Pero Hawking propuso una teoría más radical. Tomando en consideración la teoría cuántica, desarrolló su concepto de "ausencia de fronteras", según el cual no existe ningún punto absoluto en el que el universo haya comenzado.

El espacio y el tiempo, la energía y la materia se convierten así en un paquete autocontenido. Esta idea parece eliminar la necesidad de un Dios.

Afortunadamente cuando presentó estas ideas, en El Vaticano, todavía estaban envueltas en un lenguaje matemático demasiado abstracto. Presentarlas allí no fue un capricho de él. Ocurrió que la Iglesia Católica había invitado a eminentes cosmólogos para discutir la evolución del Universo desde el Bing Bang para adelante. Además ya no eran los tiempos de Galileo y la ciencia podía investigar todo lo que quiera pero dejando el misterio del momento de la creación en manos de Dios.

Sin embargo Hawking, al igual que muchos científicos, no siente que exista un verdadero conflicto entre la religión y la ciencia.

El doctor Jonh Polkinghorne, miembro de la Sociedad Real y presidente del Queen´s College de Cambridge, dice: "Uno puede creer en la cosmología de la Gran Expliosión, y creer también que esta ocurrió por la voluntad de Dios, el Creador".

Hawking explica: "Mi trabajo sobre el origen del universo se halla en la frontera entre la ciencia y la religión, pero yo procuro mantenerme al lado de la ciencia. Vivimos en un planeta pequeño que gira en torno a una estrella como muchas otras, situada en el extremo de una entre 100.000 millones de galaxias. Es difícil creer en un Dios que se ocupe de nosotros".

"No obstante", añade, "es posible que Dios actúe en formas que no pueden explicarse por medio de leyes científicas".

Su ex esposa Jane considera que los puntos de vista religioso de Hawking obedecen en parte a su esta físico. "Para él, todo el cuadro es muy distinto debido a sus circunstancias. Nadie más puede entender cuál es su relación con Dios".

Jane, una anglicana devota, nunca estuvo de acuerdo con las ideas del científico. En una ocasión, antes de su divorcio, había indicado que su papel ya no consistía en cuidar a un hombre enfermo, sino "solo en decirle que él no es Dios".

En su libro "Breve historia del tiempo", un éxito de librerías, Hawking desarrolla las implicaciones para la religión. No deja a sus colegas ninguna duda de lo que es, como mínimo, un agnóstico, y halla un fuerte apoyo a sus creencias en sus estudios cosmológicos.

"Mientras el Universo tuvo un principio, pudimos suponer que tenía creador. Pero si en Universo es en realidad completamente autocontenido, si límites ni bordes, no tendría ni comienzo ni fin: simplemente sería. ¿Qué lugar queda entonces para el creador?"

Para consuelo de los creyentes, Don Page, el amigo evangelista y colaborador de Hawking, acepta la teoría como algo del todo posible.
"Desde la perspectiva judeocristiana, Dios crea y sustenta todo el Universo, no solo el comienzo. Que el Universo tenga o no un principio es algo que no afecta en nada a la cuestión de la creación.

Ahora, Hawking busca encontrar el Santo Grial: la Teoría del Todo, para esto apoya con entusiasmo la llamada "teoría de la supercuerdas", cuya idea central es que los componentes fundamentales de la materia, los electrones de carga negativa y otras partículas subatómicas, están hechas de diminutas "cuerdas" unidimensionales, que pueden ser rectas u onduladas.

Cómo vibran e interactúan podría explicar muchas de las características del mundo físico. ¿Sí está claro?

Hawking espera ansioso este logro: una teoría completa, comprensible para cualquiera en sus líneas generales. Entonces, predice" "todos podemos participar en el debate de por qué existimos y por qué existe el universo. Si encontramos las respuestas a estas preguntas, será el mayor triunfo de la razón humana".

Hawking luchando por sobrevivir es de hecho un triunfo para la única raza humana. Y, después de todo, sus teorías que vuelan alto tal vez son una forma de hurgar en el vientre de Dios. Aunque Hawking no lo crea.

Libro Corsario de papel,  Juan Carlos Morales Mejía, Editorial Pegasus, 2010


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