1. En el principio
Dios creó el cielo y la tierra.
2. La tierra, empero,
estaba informe y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo, y el
Espíritu de Dios se movía sobre las aguas.
3. Dijo, pues, Dios:
Sea hecha la luz y la luz quedó hecha.
4. Y vio Dios que la
luz era buena y dividió la luz de las tinieblas. (Génesis)
¿Quién tiene la
palabra para descifrar los enigmas que nos atañen a los mortales?, quizá eso se
preguntó el asistente a una conferencia que dictaba Stephen Hawking en El
Vaticano, en un lenguaje matemático demasiado denso para advertir que iba a
tratar de Dios.
Su especialidad es la
cosmología teórica, es decir el estudio del universo en toda su magnitud: en lo
tocante a las ideas, la mayor de las grandes ciencias. Aunque de allí a Dios
existe más de un paso entender las intrincadas leyes que nos gobiernan es algo
que pocos lo han conseguido, y pero aún lo han explicado.
¿Cree usted que
existe un Dios creador y conductor del universo? Le habían preguntado hace poco
tiempo. Y él con una sonrisa, acompañada por una voz que parecía salida de
"La guerra de las galaxias", había dicho: No.
Aunque no puede
hablar, debido a que sufrió una traqueotomía y dentro de su pecho lleva un
dispositivo de plástico que le permite respirar, ese rotundo No sale siempre de
un sintetizador conectado a una computadora que tiene en su regazo, que
convierte las palabras en habla. Trabajosamente mueve dos dedos de una mano
-casi el último vestigio de libertad que le queda- para escribir sus respuestas
que suenan metálicas.
Aunque desde los 21
años padece un mal que afecta a las neuronas motoras, ahora a los 51 años es un
ejemplo no solo en la lucha contra la parálisis sino en la revolución de las
ideas que nos ayudan a comprender este complicado universo en que habitamos.
Se ha dicho de él que
es "la mente más brillante de la actualidad", "el genio más
grande de finales de siglo XX", e incluso se le ha llamado "el
heredero de Einstein", según relatan Michael White y John Gribbin en su
libro "Stephen Hawking: una vida para la ciencia", una fuente de
consulta de este artículo.
"El gran
resurgimiento del interés popular por la ciencia que vivimos hoy se debe en
gran medida a Stephen Hawking y a su talento para expresar las teorías más
complejas en palabras simples. Su idea de unos agujeros negros que pueden
comerse sistemas solares completos ha cautivado la imaginación del público.
Todos los días recibe un enorme saco de cartas, demasiado grande para ocuparse
de él en persona, de gente que busca la repuesta a preguntas como: ¿Existen formas de
vida similares a la nuestra en otro universo? (Solo si las leyes de
las leyes de la física de ese universo son exactamente iguales a las nuestras.
Por ejemplo, nosotros tenemos tres dimensiones espaciales, pero la compactación
que sigue a la Gran Explosión puede tener resultados distintos en otros
universos, produciendo seis o siete dimensiones.)
¿Podremos
comunicarnos algún día con los lugares más remotos de nuestro universo? (No,
porque llega un momento en el que el espacio se aleja con tanta velocidad que
no pueden alcanzarlo las ondas de radio ni los rayos de luz.)
¿Podríamos ser
destruidos por las bolas de fuego en expansión de otras Grandes Explosiones que
ocurrieran espontáneamente cerca de nosotros? (No. Una vez nacidos, esos nuevos
universos dejarían de interactuar con el nuestro.)"
Pero el tema de Dios
siempre queda pendiente para Hawking.
El Santo Grial de la
física moderna es una Teoría del Todo (TdT) que combine la relatividad y la
teoría cuántica (que dice que el universo, en su nivel más profundo, opera en
forma indeterminada) en un solo paquete; un conjunto de ecuacuciones que
explique la totalidad de los fenómenos que ocurren en el universo, desde la Gran
Explosión hasta los átomos de lo que estamos hechos.
Albert Einstein
procuró encontrar la TdT, pero fracasó, pues era incapaz de aceptar el carácter
aleatorio de la teoría cuántica. "No puedo creer que Dios juegue a los
dados con el cosmos", había señalado en una ocasión.
Hawking fue más
lejos, al rebatir la famosa frase de Einstein dijo que "Dios no solamente
que juega a los dados con el universo si no que a veces los arroja a donde
nadie puede verlos".
En los primeros años
de la década de los ochenta empezó a preguntarse si en realidad hubo un
principio del tiempo. Al comienzo supuso que tras la Gran Explosión el Universo
se expandiera hasta alcanzar cierto tamaño y luego, al cabo de millones de
años, la gravedad lo haría derrumbarse sobre sí mismo, en lo que podría
llamarse la Gran Contracción. El tiempo tendría, pues, un principio y un fin.
Pero Hawking propuso
una teoría más radical. Tomando en consideración la teoría cuántica, desarrolló
su concepto de "ausencia de fronteras", según el cual no existe
ningún punto absoluto en el que el universo haya comenzado.
El espacio y el
tiempo, la energía y la materia se convierten así en un paquete autocontenido.
Esta idea parece eliminar la necesidad de un Dios.
Afortunadamente
cuando presentó estas ideas, en El Vaticano, todavía estaban envueltas en un
lenguaje matemático demasiado abstracto. Presentarlas allí no fue un capricho
de él. Ocurrió que la Iglesia Católica había invitado a eminentes cosmólogos
para discutir la evolución del Universo desde el Bing Bang para adelante.
Además ya no eran los tiempos de Galileo y la ciencia podía investigar todo lo
que quiera pero dejando el misterio del momento de la creación en manos de
Dios.
Sin embargo Hawking,
al igual que muchos científicos, no siente que exista un verdadero conflicto
entre la religión y la ciencia.
El doctor Jonh
Polkinghorne, miembro de la Sociedad Real y presidente del Queen´s College de
Cambridge, dice: "Uno puede creer en la cosmología de la Gran Expliosión,
y creer también que esta ocurrió por la voluntad de Dios, el Creador".
Hawking explica:
"Mi trabajo sobre el origen del universo se halla en la frontera entre la
ciencia y la religión, pero yo procuro mantenerme al lado de la ciencia.
Vivimos en un planeta pequeño que gira en torno a una estrella como muchas
otras, situada en el extremo de una entre 100.000 millones de galaxias. Es
difícil creer en un Dios que se ocupe de nosotros".
"No
obstante", añade, "es posible que Dios actúe en formas que no pueden
explicarse por medio de leyes científicas".
Su ex esposa Jane
considera que los puntos de vista religioso de Hawking obedecen en parte a su
esta físico. "Para él, todo el cuadro es muy distinto debido a sus
circunstancias. Nadie más puede entender cuál es su relación con Dios".
Jane, una anglicana
devota, nunca estuvo de acuerdo con las ideas del científico. En una ocasión,
antes de su divorcio, había indicado que su papel ya no consistía en cuidar a
un hombre enfermo, sino "solo en decirle que él no es Dios".
En su libro
"Breve historia del tiempo", un éxito de librerías, Hawking
desarrolla las implicaciones para la religión. No deja a sus colegas ninguna
duda de lo que es, como mínimo, un agnóstico, y halla un fuerte apoyo a sus
creencias en sus estudios cosmológicos.
"Mientras el
Universo tuvo un principio, pudimos suponer que tenía creador. Pero si en
Universo es en realidad completamente autocontenido, si límites ni bordes, no
tendría ni comienzo ni fin: simplemente sería. ¿Qué lugar queda entonces para
el creador?"
Para consuelo de los
creyentes, Don Page, el amigo evangelista y colaborador de Hawking, acepta la
teoría como algo del todo posible.
"Desde la
perspectiva judeocristiana, Dios crea y sustenta todo el Universo, no solo el
comienzo. Que el Universo tenga o no un principio es algo que no afecta en nada
a la cuestión de la creación.
Ahora, Hawking busca
encontrar el Santo Grial: la Teoría del Todo, para esto apoya con entusiasmo la
llamada "teoría de la supercuerdas", cuya idea central es que los
componentes fundamentales de la materia, los electrones de carga negativa y
otras partículas subatómicas, están hechas de diminutas "cuerdas"
unidimensionales, que pueden ser rectas u onduladas.
Cómo vibran e
interactúan podría explicar muchas de las características del mundo físico. ¿Sí
está claro?
Hawking espera
ansioso este logro: una teoría completa, comprensible para cualquiera en sus
líneas generales. Entonces, predice" "todos podemos participar en el
debate de por qué existimos y por qué existe el universo. Si encontramos las
respuestas a estas preguntas, será el mayor triunfo de la razón humana".
Hawking luchando por
sobrevivir es de hecho un triunfo para la única raza humana. Y, después de
todo, sus teorías que vuelan alto tal vez son una forma de hurgar en el vientre
de Dios. Aunque Hawking no lo crea.
Libro Corsario de
papel, Juan Carlos Morales Mejía, Editorial Pegasus, 2010
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