En
una caricatura de Daniel Paz, en Página 12, de Argentina, se aprecia a
un empresario de Repsol, la compañía petrolera, quejándose a propósito
del anuncio de expropiación: “Es una pena… esto rompe una antigua
tradición comercial
entre ambas partes”. Un sorprendido pero fiel empleado pregunta: “¿Cómo
era?”. El directivo, de pobladas cejas gallegas, exclama: “Nosotros
ganábamos y ellos perdían”.
El
mayor atraco de lo público -por la venta apresurada y desmantelamiento
del Estado en la época de Menem- se endereza en algo en la historia de
Argentina, una de las cinco potencias hace un siglo que terminó
comprando su propio petróleo.
Atrás,
la derecha repudiando la “ilícita” medida y -cosa insólita- algunos
gallegos, como dicen a los españoles en la tierra del tango, rasgándose
las vestiduras, mientras su monarca, Juan Carlos I, regresa con la
cadera fracturada tras participar en un safari en Botswana, de esos que
matan elefantes a 48.000 euros por cabeza, mientras los “parados”
españoles no tienen ni para una aceituna (hay que mirar esta dirección www.rannsafaris.com).
En
este sitio se encuentran todos esos cavernícolas, llegados en jets de
lujo, que asesinan animales por pura diversión. El “empresario” se llama
Jeff Rann y ofrece secciones de leones, elefantes, búfalos, leopardos,
que aparecen ingrávidos junto a sonrientes clientes con armas alzadas
(el rey acaba de pedir disculpas).
El
poeta Miguel Hernández, muerto en prisión en esa España de hierro
franquista, borroneó un poema en defensa de la naturaleza. Hay que
decirlo: el rey matando elefantes y la transnacional Repsol apropiándose
de los recursos vendidos en situaciones extrañas son hechos coloniales.
Hasta el Tarzán de Burroughs estaría en contra.
Pero,
volviendo a Buenos Aires, tenemos el caso del poema que Borges
escribió: España de los inquisidores, / que padecieron el destino de
ser
verdugos / y hubieran podido ser mártires… Pero, aunque lo creamos, el
tema de Repsol no involucra a la tierra del sin par Don Quijote y su
escudero Sancho.
“Confundir
los intereses de Repsol con los de España es un insulto a la
inteligencia de los españoles. Ni es española por la composición de su
capital -mayoritariamente en manos de intereses extranjeros-, ni por la
estrategia empresarial que persigue ni, como he dicho, porque beneficie
principal o sustancialmente a las familias o empresas españolas”, dice
Juan
Torres López, de la Universidad de Sevilla. Así que el asunto es
peliagudo. Cosa curiosa, el tendero Manolito, en la serie de Mafalda,
era gallego, cuando aún migraban a Argentina.
Tomada de la edición impresa del Sábado 21 de Abril del 2012
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