jueves, 29 de marzo de 2018

Otra verdad sobre la fanesca, 2018/03/29




La recopilación de “Rescate de los sabores tradicionales del Ecuador”, citada en Wikipedia, cree que la fanesca tiene su origen en un plato prehispánico llamado “uchucuta” y que coincidiría con el Pawkar Raymi, fiesta implantada hace dos décadas.

Obviamente, es una interpretación discutible porque trae esa visión de creer que todo les debemos a los incas del siglo XVI, porque la “uchucuta” es una salsa picante de Cuzco, que incluye culantro.

Más bien la palabra designaría a la piedra de moler ají (uchu cutana rumi, en quichua quiteño). En Angochagua, Imbabura, por ejemplo, se mantiene el “uchujacu” (harina picante, en castellano), que es una colada de ocho granos, que más bien representan al legado del señorío étnico de los caranquis quienes, al igual que pastos, quitus o purúhaes, florecieron del 1250 al 1550, de Nuestra Era.

Nuestros antiguos pueblos entendieron la combinación de los diversos pisos ecológicos (Udo Oberem lo llamó “microverticalidad), desde haba sobre los 3.000 m.s.n.m, con el ají de los yumbos o el maní costanero.

Este articulista, en 2011, en este mismo espacio, lanzó una teoría sobre los orígenes de la palabra fanesca, recogida ahora por la tesis La fanesca aquí y allá, etnografía migratoria de un plato ecuatoriano, de Paula Orellana Uribe, de la Universidad de Granada, quien investiga sobre la “hibridación” de este plato entre los migrantes.

Escribía que en el País Vasco hay un plato que se llama “faneca”, hecha con el pez faneca (Trisopterus luscus) de la familia Gadidae, a la que pertenecen también el bacalao (Gadus morhua). El diccionario informa que el origen etimológico viene del euskera “bakailao”. Creo que en algún momento, acaso, los granos preincas y el ají se mezclaron con esa fórmula ibérica y le dieron el nombre.

Julio Pazos Barrera, trayendo a colación un recetario quiteño del siglo XIX de Sanz, señala en el libro El sabor de la memoria que a la fanesca se le ponía ajíes floreados e incluso camarón y, claro, con “peje”, que da sabor a esta delicia ecuatoriana.


Hawking y los monos avanzados, 2018/03/22


Como si se tratara del rabino de Praga, que hurgaba por conocer el nombre de Dios en el Golem, el cura pionero George Lemaître en 1931 propuso la “hipótesis del átomo primigenio”, lo que derivaría en el Big Bang. “Podemos concebir el comienzo del universo -que aseguraba, se está expandiendo- en la forma de un único átomo”.

Precisamente la búsqueda de unificar lo pequeño -la teoría cuántica que trajo la revolución microelectrónica- con lo macro -la teoría de la relatividad, de donde derivó la energía atómica- es el mérito de Stephen Hawking, profeta de mundos desconocidos y seguidor de Albert Einstein. Su apuesta fue la Teoría del Todo (TdT), aunque el mundo quedó fascinado porque las preguntas inquietantes sobre los orígenes podían ser reveladas lejos de un lenguaje cifrado. ¿Qué son los agujeros negros? ¿Es posible viajar en el tiempo? ¿Existió Dios, antes de la Gran Explosión? Allí están sus libros fundamentales como Historia del tiempo con prólogo de Carl Sagan.

Casi al final de la obra, Hawking dice que los científicos han estado demasiado ocupados en teorías de cómo es el universo para hacerse la pregunta de por qué. Abandonados por los filósofos, quienes debían responder esto, la tarea ha quedado en manos de unos pocos especialistas, asegura. “¡Qué distancia desde la gran tradición filosófica de Aristóteles y Kant!” (obviamente, no habla de la dicotomía de las ciencias blandas con las ciencias duras, advertida por Immanuel Wallerstein).

Hawking, además, encaró con humor la terrible ironía de este hombre que apenas movía sus párpados pero que interrogaba a las estrellas. Su coraje y el vuelo de su mente siempre contrastarán con tantos poderosos que juegan a la guerra o destruyen los ecosistemas sin ningún remordimiento: “Solo somos una raza de monos avanzados en un planeta más pequeño que una estrella promedio. Pero podemos entender el universo. Eso nos hace muy especiales”. Lo finito y lo infinito como una sola premisa. “¿Es un imperio esa luz que se apaga o una luciérnaga?”, escribió Borges.


domingo, 18 de marzo de 2018

García Moreno ante el caos, 2018/03/15


¿Ecuador es un país volcánico y caótico? Eso creía Gabriel García Moreno. Trazó un proyecto: crear un imaginario donde confluyeran las ciencias y las artes, pero bajo la tutela de lo religioso. Acaso una anécdota devela esa delgada línea, a finales del siglo XIX.

El jesuita alemán –quien escribió un monumental tratado de geografía y geología del país- Teodoro Wolf causó revuelo por sus enseñanzas con un enfoque científico sobre el origen de la Tierra, donde estaba presente la teoría de Darwin sobre la evolución de las especies. “Cuando un padre de familia se quejó sobre esto ante García Moreno, él repicó: “yo no traje al Dr. Wolf para enseñar religión, sino para que enseñe geología”, justo en los días en que otro religioso alemán, Juan Menten, instaló el observatorio astronómico de Quito.

Otro, Joseph Kolberg, trabajó muy duro en el Politécnico, según se lee en el libro Gabriel García Moreno la formación de un Estado conservador en los Andes, de Peter Henderson. Al final, Wolf –quien ascendió al Cotopaxi tras la erupción de 1877- fue separado de su cátedra. Los científicos jesuitas vinieron por una feliz coincidencia. El “Canciller de Hierro”, Otto von Bismarck, los había expulsado y llegaron al país de los 40 volcanes.

En la investigación Identidades y territorios, paisajismo ecuatoriano del siglo XIX, una antología de Alexandra Kennedy Troya se lee: “El caso ecuatoriano es particularmente interesante ya que durante los gobiernos de García Moreno (1861- 1875) la construcción del nuevo imaginario visual fue oficialmente apoyada en un esfuerzo único en América Latina por organizar nuevas respuestas a partir de un Estado nacional amparado en el poder de la Iglesia. Con ello se crearía un repertorio icónico transcendental que incluía imágenes tan diversas como la del Sagrado Corazón de Jesús, retratos de García Moreno, el paisajismo y la ilustración científica que se dio alrededor de su gobierno, vinculando de manera organizada y deliberada ciencia y arte”.

Rafael Troya fue uno de sus cultores. Realizó 160 pinturas, muchas de paisajes, para la misión naturalista de Reiss y Stübel, quienes las llevaron a Alemania. Más, una sala en el Centro Cultural El Cuartel, en Ibarra, rescata su memoria, en el esplendor de un país que comenzaba a reconocerse.

Allí se puede apreciar el ideal de la época entre el neoclasicismo y lo romántico: lo bello, lo sublime y lo pintoresco.



Hawking conversa con Dios


1. En el principio Dios creó el cielo y la tierra.
2. La tierra, empero, estaba informe y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas.
3. Dijo, pues, Dios: Sea hecha la luz y la luz quedó hecha.
4. Y vio Dios que la luz era buena y dividió la luz de las tinieblas. (Génesis)

¿Quién tiene la palabra para descifrar los enigmas que nos atañen a los mortales?, quizá eso se preguntó el asistente a una conferencia que dictaba Stephen Hawking en El Vaticano, en un lenguaje matemático demasiado denso para advertir que iba a tratar de Dios.

Su especialidad es la cosmología teórica, es decir el estudio del universo en toda su magnitud: en lo tocante a las ideas, la mayor de las grandes ciencias. Aunque de allí a Dios existe más de un paso entender las intrincadas leyes que nos gobiernan es algo que pocos lo han conseguido, y pero aún lo han explicado.

¿Cree usted que existe un Dios creador y conductor del universo? Le habían preguntado hace poco tiempo. Y él con una sonrisa, acompañada por una voz que parecía salida de "La guerra de las galaxias", había dicho: No.

Aunque no puede hablar, debido a que sufrió una traqueotomía y dentro de su pecho lleva un dispositivo de plástico que le permite respirar, ese rotundo No sale siempre de un sintetizador conectado a una computadora que tiene en su regazo, que convierte las palabras en habla. Trabajosamente mueve dos dedos de una mano -casi el último vestigio de libertad que le queda- para escribir sus respuestas que suenan metálicas.

Aunque desde los 21 años padece un mal que afecta a las neuronas motoras, ahora a los 51 años es un ejemplo no solo en la lucha contra la parálisis sino en la revolución de las ideas que nos ayudan a comprender este complicado universo en que habitamos.

Se ha dicho de él que es "la mente más brillante de la actualidad", "el genio más grande de finales de siglo XX", e incluso se le ha llamado "el heredero de Einstein", según relatan Michael White y John Gribbin en su libro "Stephen Hawking: una vida para la ciencia", una fuente de consulta de este artículo.

"El gran resurgimiento del interés popular por la ciencia que vivimos hoy se debe en gran medida a Stephen Hawking y a su talento para expresar las teorías más complejas en palabras simples. Su idea de unos agujeros negros que pueden comerse sistemas solares completos ha cautivado la imaginación del público. Todos los días recibe un enorme saco de cartas, demasiado grande para ocuparse de él en persona, de gente que busca la repuesta a preguntas como: ¿Existen formas de vida similares a la nuestra en otro universo? (Solo si las leyes de las leyes de la física de ese universo son exactamente iguales a las nuestras. Por ejemplo, nosotros tenemos tres dimensiones espaciales, pero la compactación que sigue a la Gran Explosión puede tener resultados distintos en otros universos, produciendo seis o siete dimensiones.)

¿Podremos comunicarnos algún día con los lugares más remotos de nuestro universo? (No, porque llega un momento en el que el espacio se aleja con tanta velocidad que no pueden alcanzarlo las ondas de radio ni los rayos de luz.)

¿Podríamos ser destruidos por las bolas de fuego en expansión de otras Grandes Explosiones que ocurrieran espontáneamente cerca de nosotros? (No. Una vez nacidos, esos nuevos universos dejarían de interactuar con el nuestro.)"

Pero el tema de Dios siempre queda pendiente para Hawking.

El Santo Grial de la física moderna es una Teoría del Todo (TdT) que combine la relatividad y la teoría cuántica (que dice que el universo, en su nivel más profundo, opera en forma indeterminada) en un solo paquete; un conjunto de ecuacuciones que explique la totalidad de los fenómenos que ocurren en el universo, desde la Gran Explosión hasta los átomos de lo que estamos hechos.

Albert Einstein procuró encontrar la TdT, pero fracasó, pues era incapaz de aceptar el carácter aleatorio de la teoría cuántica. "No puedo creer que Dios juegue a los dados con el cosmos", había señalado en una ocasión.

Hawking fue más lejos, al rebatir la famosa frase de Einstein dijo que "Dios no solamente que juega a los dados con el universo si no que a veces los arroja a donde nadie puede verlos".

En los primeros años de la década de los ochenta empezó a preguntarse si en realidad hubo un principio del tiempo. Al comienzo supuso que tras la Gran Explosión el Universo se expandiera hasta alcanzar cierto tamaño y luego, al cabo de millones de años, la gravedad lo haría derrumbarse sobre sí mismo, en lo que podría llamarse la Gran Contracción. El tiempo tendría, pues, un principio y un fin.
Pero Hawking propuso una teoría más radical. Tomando en consideración la teoría cuántica, desarrolló su concepto de "ausencia de fronteras", según el cual no existe ningún punto absoluto en el que el universo haya comenzado.

El espacio y el tiempo, la energía y la materia se convierten así en un paquete autocontenido. Esta idea parece eliminar la necesidad de un Dios.

Afortunadamente cuando presentó estas ideas, en El Vaticano, todavía estaban envueltas en un lenguaje matemático demasiado abstracto. Presentarlas allí no fue un capricho de él. Ocurrió que la Iglesia Católica había invitado a eminentes cosmólogos para discutir la evolución del Universo desde el Bing Bang para adelante. Además ya no eran los tiempos de Galileo y la ciencia podía investigar todo lo que quiera pero dejando el misterio del momento de la creación en manos de Dios.

Sin embargo Hawking, al igual que muchos científicos, no siente que exista un verdadero conflicto entre la religión y la ciencia.

El doctor Jonh Polkinghorne, miembro de la Sociedad Real y presidente del Queen´s College de Cambridge, dice: "Uno puede creer en la cosmología de la Gran Expliosión, y creer también que esta ocurrió por la voluntad de Dios, el Creador".

Hawking explica: "Mi trabajo sobre el origen del universo se halla en la frontera entre la ciencia y la religión, pero yo procuro mantenerme al lado de la ciencia. Vivimos en un planeta pequeño que gira en torno a una estrella como muchas otras, situada en el extremo de una entre 100.000 millones de galaxias. Es difícil creer en un Dios que se ocupe de nosotros".

"No obstante", añade, "es posible que Dios actúe en formas que no pueden explicarse por medio de leyes científicas".

Su ex esposa Jane considera que los puntos de vista religioso de Hawking obedecen en parte a su esta físico. "Para él, todo el cuadro es muy distinto debido a sus circunstancias. Nadie más puede entender cuál es su relación con Dios".

Jane, una anglicana devota, nunca estuvo de acuerdo con las ideas del científico. En una ocasión, antes de su divorcio, había indicado que su papel ya no consistía en cuidar a un hombre enfermo, sino "solo en decirle que él no es Dios".

En su libro "Breve historia del tiempo", un éxito de librerías, Hawking desarrolla las implicaciones para la religión. No deja a sus colegas ninguna duda de lo que es, como mínimo, un agnóstico, y halla un fuerte apoyo a sus creencias en sus estudios cosmológicos.

"Mientras el Universo tuvo un principio, pudimos suponer que tenía creador. Pero si en Universo es en realidad completamente autocontenido, si límites ni bordes, no tendría ni comienzo ni fin: simplemente sería. ¿Qué lugar queda entonces para el creador?"

Para consuelo de los creyentes, Don Page, el amigo evangelista y colaborador de Hawking, acepta la teoría como algo del todo posible.
"Desde la perspectiva judeocristiana, Dios crea y sustenta todo el Universo, no solo el comienzo. Que el Universo tenga o no un principio es algo que no afecta en nada a la cuestión de la creación.

Ahora, Hawking busca encontrar el Santo Grial: la Teoría del Todo, para esto apoya con entusiasmo la llamada "teoría de la supercuerdas", cuya idea central es que los componentes fundamentales de la materia, los electrones de carga negativa y otras partículas subatómicas, están hechas de diminutas "cuerdas" unidimensionales, que pueden ser rectas u onduladas.

Cómo vibran e interactúan podría explicar muchas de las características del mundo físico. ¿Sí está claro?

Hawking espera ansioso este logro: una teoría completa, comprensible para cualquiera en sus líneas generales. Entonces, predice" "todos podemos participar en el debate de por qué existimos y por qué existe el universo. Si encontramos las respuestas a estas preguntas, será el mayor triunfo de la razón humana".

Hawking luchando por sobrevivir es de hecho un triunfo para la única raza humana. Y, después de todo, sus teorías que vuelan alto tal vez son una forma de hurgar en el vientre de Dios. Aunque Hawking no lo crea.

Libro Corsario de papel,  Juan Carlos Morales Mejía, Editorial Pegasus, 2010


lunes, 5 de marzo de 2018

Monos en la constelación de Orión, 2018/03/01


Nuestros antepasados empezaron a leer la inmensa cartografía de las estrellas antes de escribir en la arena. Sus relatos iban de boca en boca y, a veces, quedaban suspendidos en la cerámica o textiles. Allí estaban los sabios que atisbaban desde sus atalayas el paso de las estaciones y podían, según sus mitos, enviar flechas desde sus sueños. Era el tiempo de los guacamayos y de las serpientes enormes, de las mujeres surgidas del río y del arcoíris. Después, con la llegada de los hijos de las carabelas también arribaron los telares. En la zona norte de Ecuador, durante siglos, esas mixturas florecieron entre las urdimbres, donde la técnica del ikat quedó para horas ocultas.

Por generaciones estas prácticas continúan y es una algarabía en el Mercado de Ponchos de Otavalo. Por lo demás, descendientes del señorío étnico de los caranquis, que floreció del 1250 al 1550 de Nuestra Era y donde sus hijos no han olvidado el intercambio recíproco entre hermanos en los diversos pisos ecológicos, en Imbabura, Ecuador donde la fiesta principal del solsticio de junio es en homenaje al maíz.

Los caranquis, según la definición de estudiosos como Galo Ramón Valarezo, son los norandinos. Pero también están al otro lado del río Chota, los pastos, espléndidos ceramistas y orfebres de figuras geométricas y escenas de seres humanos y animales, que tuvieron una presencia desde el 700 de Nuestra Era, con profundas conexiones con la Amazonía. Podemos leer en lo referente a los pastos, según Santiago Ontaneda Luciano en Las antiguas sociedades precolombinas del Ecuador.

“La presencia de motivos de monos, tanto en la cerámica como en la orfebrería, estaría vinculada con representaciones de tipo astronómico. Especialmente cuando se trata de cuatro monos, los cuales están dispuestos generalmente conformando un trapecio. Esta figura, superpuesta a la particularidad del ecuador celeste, hace referencia a la constelación de Orión, la cual está vinculada con los dos astros mayores: el Sol y la Luna (Karadimas 2000)”.

Mas, muchos de esas mitologías provienen de la Amazonía, como los otorongos o pumas, pero también de los amarus, que no son otra cosa que las anacondas, descubiertas por los brujos gracias al yage o ayahuasca. Esas voces, esos silbidos, son más que un eco para los habitantes de las montañas. Sí, porque también los antiguos dioses nos ven desde la selva.


Conferencia magistral, Paisaje y la idea de nación en la obra de Rafael Troya, 2018/03/07

Miércoles 7 de marzo 2018

Hora 17h00
Lugar: Sala José Miguel Leoro, Casa de la Cultura Ecuatoriana, núcleo de Imbabura.





En el último cuarto del siglo XIX, Rafael Troya acompañó a una misión de viajeros alemanes botánicos y vulcanólogos (Reiss y Stübel) por Ecuador, en una época clave en la construcción de la idea de nación.

Su mirada estaba en la línea del neoclasicismo (bello y sublime) y el romanticismo (bello, sublime y pintoresco), y su valía es –desde sus visiones- reinterpretar con un carácter propio más allá del afán expedicionario propio de la época.

La propuesta, además, de un giro hacia la naturaleza, propiciado por la llegada de Alexander von Humboldt, también fue parte de esa realidad, donde los volcanes del país se convirtieron en objeto de estudio.

Para el caso de Ibarra, se analizará los óleos de la Fundación de Ibarra, el Terremoto y la vista panorámica de la ciudad, en la primer cuarto del siglo XX, así como la obra Rafael Troya: estética y pintura de paisaje, de Xavier Puig Peñalosa, además de las investigaciones de Alexandra Kennedy Troya.



Juan Carlos Morales Mejía, magíster en Cultura, especialización en Historia del Arte, Universidad Andina Simón Bolívar, miembro de número de la Academia Nacional de Historia de Ecuador.