domingo, 10 de abril de 2016

¿Boicot: respuesta a los 'Papeles de Panamá'?

Las recientes revelaciones de los ‘Papeles de Panamá’ no terminan de sorprendernos, para el caso ecuatoriano: 59 grupos que hacen negocios en el país, al parecer, no confían en ellos. Estos 59 grupos obtuvieron ingresos mayores a los $ 28.000 millones. Pagaron, en cambio, un impuesto a la renta de $ 609 millones, es decir una contribución del impuesto a la renta del 2,15%.

¿Qué debemos pensar como sociedad? Siempre viene a la memoria la mentalidad de los Gran Cacao cuando sus fortunas se dilapidaban en los cabarets de París mientras en sus haciendas -dos familias dueñas de un territorio de la actual provincia de Los Ríos- nunca construyeron una fábrica de chocolate, pero sí una réplica de la torre Eiffel, en Vinces. O más cercano, los bananeros que tienen como contribución a su Reina del Banano.

¿Qué debemos hacer como sociedad? En la crisis bancaria, una marca de cervezas vinculada a ese atraco sacó un producto. Vivía entonces en Baños e insistí al dependiente que no podía consumir esa botella porque no se compadecía con los miles de compatriotas que esa crisis -con suicidios incluidos- había expulsado. Después, un empresario -que de vez en cuando nos da sus recetas- cerró algunas fábricas para trasladarse a Perú, para evitar pagar impuestos. Bien, dejé de comprar sus camisetas. El boicot contra las empresas es una vía.

Es una de las formas de resistencia de una sociedad que les envía un mensaje bajo el amparo de la ética. Con impuestos -muchos en paraísos fiscales- también se construyen escuelas y no solo engordan a un funcionario público, como algunos creen.

Podrá resultar descabellado, pero ha sucedido en Europa. Cuando un gran conglomerado chocolatero colocó publicidad racista, los consumidores iniciaron una campaña para no comprar esa marca, hasta que desistieron.

¿Qué nos van a decir esos empresarios que todos los días venden sus productos a unos ecuatorianos en los cuales les niegan su futuro? El libro No Logo, de Naomi Klein, dice: “A medida que los militantes se han unido por encima de las fronteras, ha aparecido un programa distinto, que sigue integrando la globalización, pero que quiere arrancarla de manos de las multinacionales. Los inversores éticos, los piratas culturales, los defensores de los espacios públicos, los gremialistas de McDonald’s, los hacktivistas de los derechos humanos, los militantes universitarios y los vigías anticorporativos de internet constituyen los primeros capítulos de la lucha para que exista una alternativa ciudadana al imperio internacional de las marcas. Esa exigencia, que en algunas partes del mundo se sigue susurrando apenas, como para evitar el mal de ojo, consiste en construir un movimiento de resistencia a la vez popular y altamente técnico; un movimiento tan global y capaz de una acción coordinada como las multinacionales que intentan subvertir”.


Y, claro, los 59 grupos representan marcas, sea de camisetas o de supermercados. Hasta ahora no han dicho nada. Tienen su oportunidad… (O)

Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: 
http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/boicot-respuesta-a-los-papeles-de-panama
Si va a hacer uso de la misma, por favor, cite nuestra fuente y coloque un enlace hacia la nota original. 
www.eltelegrafo.com.ec

domingo, 3 de abril de 2016

Valdivias en bikini


Los países tienen sus íconos: los fabulosos moais de la isla de Pascua, esos monolitos de piedra que ahora se venden en miniatura como souvenirs; los infinitos fridas khalos que abundan en camisetas o jarros, o los infaltables ‘che guevaras’, convertidos en selfies hasta con Obama. (Yo también tengo un afiche de ustedes en mi cuarto. F. Che Guevara, decía un grafiti en Argentina).

En nuestro caso, las Venus de Valdivia que, en esta lógica, al inicio tuvieron suerte porque su factura fue encomendada a los propios comuneros de La Pila, descendientes del pueblo ancestral, merced a un proyecto cultural del Banco Central. Con el abandono, la población se ha dedicado a la reproducción de objetos para el hogar, de la peor factura. Eso que nos recuerda Ernesto Sabato, cuando dice que en la tribu más ‘salvaje’ de África o del Amazonas no se encuentra la vulgaridad que nos inunda por doquier. 

Era hora de hacer una crítica. 

Es con esta deconstrucción irónica de nuestras simbologías que podemos entender la propuesta de Helena García Moreno, artista ecuatoriana radicada en Alemania, cuando nos presenta su Valdivia en bikini, esa prenda creada por el francés Louis Reard en 1946 y antes en un mosaico romano. 

Sin embargo, para deconstruir un ícono, primero hay que conocerlo. Por eso se acercó al museo Weilbauer de la PUCE-Quito para mirar esos relieves del pasado en sus 1.874 piezas. Durante diez años impartió la técnica, mientras el director Patricio Moncayo dictaba la teoría y los estudiantes eran llevados a las comunidades alfareras del país profundo.   

Es curioso, porque esta artista que promueve lo ecuatoriano en su galería en Leipzig también pasó por su propio proceso deconstructivo, puesto que está especializada en barroco, al ser parte del renombrado taller Bernardo de Legarda, una iniciativa que se formó para impulsar la tradición de la Escuela quiteña. Sí, tuvo que trabajar con los cristos dolientes y ensangrentados que nos llegaron en carabela. Y ese es el otro punto. Occidente siempre ha mirado la contribución, en este caso de lo precolombino, como meros objetos, aunque los curas doctrineros -con su extirpación de idolatrías en la época colonial- tenían claro que los ídolos representaban deidades. 

En el caso que nos ocupa, el libro Danzas silbadoras, editado por Karen Stothert, sobre la labor encomiable de Olaf Holm, nos da las pistas. El investigador asegura que las Venus de Valdivia, entre muchas interpretaciones, representarían un rito de fertilidad o sanación, tendrían “una función curativa en manos del shamán, las mismas que, una vez terminadas la ceremonia, son deshechas y quebradas. Rara vez encontramos figurillas enteras”. 

Así, esta pintura, que puede ser apreciada en su recientemente inaugurada exposición en el Cafelibro, es parte de una línea de dotar de nuevos símbolos de lo que somos. Está el caso de Nadín Ospina, que utiliza iconografía pop para resemantizarla en lo precolombino. Estas Valdivias, además del logo del Ministerio de Cultura, aún tienen mucho que contarnos en este país de bruma que tiene miedo de mirarse desnudo. (O)

Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/valdivias-en-bikini

Animalanzas el sábado 02 de abril en Libreríaa Rayuela


Imagínese que los animales se han reunido para decir quién será el nuevo rey de la selva. Imagínese que la contienda se decide por medio de la mejor adivinanza. Imagínese que el zorro tiene una treta, mientras el loro es más demagogo. Esta es la obra de Juan Carlos Morales Mejía, ilustrado por Eulalia Cornejo (también estará allí para firmar autógrafos).

Bien, ahora, imagínese que el autor leerá algunos capítulos de este proyecto que ya se difunde en dibujos animados por los diversos canales de Ecuador. Esto será el sábado 2 de abril en Librería Rayuela, por sus nueve años. Claro, como es un día de cumpleaños se obsequiará algunos peluches de Animalanzas.


Para que la fiesta sea completa, el autor también cantará algunos de sus temas, como Mientras seamos niños. A fin de cuentas, “quién te dijo que en el fondo de la caracola no está el mar…” Llegar a Rayuela es fácil: Germán Alemán E12-62 y Juan Ramírez, unas cuantas cuadras arriba del Megamaxi de la 6 de Diciembre, en Quito.

 Les esperamos, de 10h30 a 12h00


Coplas para Fray Agustín

Acaso, el mejor texto para recordar a alguien que se encamina en la barca al Hades sea el poema que Jorge Manrique escribió a la muerte de su padre en el siglo XV: “Recuerde el alma dormida,  / avive el seso y despierte / contemplando  / cómo se pasa la vida, / cómo se viene la muerte / tan callando; / cuán presto se va el placer,  / cómo, / después de acordado, / da dolor;  / cómo, a nuestro parecer,  / cualquier tiempo pasado / fue mejor”.

Tras la desolación, saber que –en el caso de Fray Agustín Moreno Proaño, fallecido hace una semana- queda su espíritu, no solamente en su sapiencia sino en la profunda enseñanza de vida, que nos lleva a creer en la condición humana. Y otra, en mi caso, la gratitud. Y también de Quito, ciudad que amó entrañablemente y que, como se ha dicho en estos días, fue merced a su libro “Quito Eterno” que se abrieron las puertas para la Declaratoria de Patrimonio de la Humanidad de la ciudad de las campanas. Obviamente fueron muchas personas como Rodrigo Pallares, pero fue merced a esta obra, que llegó oportunamente a los funcionarios de la Unesco en 1978, que se develó a esta ciudad que no habían visto nunca. 

Quizá la mejor definición nos da Jorge Núñez Sánchez, director de la Academia de Historia de Ecuador: fue uno de aquellos personajes que la antropología contemporánea denomina como “tesoros humanos del patrimonio cultural”. 

Nacido en Cotacachi en 1922, sobrino de Segundo Luis Moreno –ese prodigio que encontró en las claves de lo clásico nuestra música- Fray Agustín podía combinar su erudición, sin resultar petulante, con un fino humor. Tras servirse un buen locro con habas y con la barriga contenta exclamaba: ¡Se llenó el púlpito! Así era y, creo, que así hay que recordarlo. De allí que en la Academia es ya famosa su frase para cualquier brindis:  “Si Dios en su gran bondad/ aquí bebiendo nos tiene, / será porque nos conviene. / ¡Hágase su voluntad!”.

Huelga decir que era un historiador profundo y que esa faceta anecdótica viene a la memoria como una manera de exorcizar su partida. Quizá, como siempre ocurre, el mejor homenaje es volver a sus doctos volúmenes, como el libro de toda su vida sobre Fray Jodoco Rique y Fray Pedro Gocial. Comparto los primeros párrafos de su “Quito Eterno”, de este “fraile menor” que nos enseñó a amar la historia, con generosidad.

“La ciudad de Quito debe su origen inmemorial a un héroe mítico llamado Quitumbe. Es posible que los primeros hálitos de su venerable antigüedad se remonte a unos ocho o nueve mil años, poco después de la llegada del hombre primitivo a las colinas de “el Inga”, al oriente del cerro Ilaló, en la provincia de Pichincha, según las fechas establecidas sabiamente por el Dr. Robert E. Bell en sus estudios sobre el paleolítico en el Ecuador. En la lengua Cayapa, Quito querría decir “Tierra poblada” (“Qui” –población; “To” –Tierra). En lengua Colorada, Quito significaría “Hacer Tierra (“Qui” –hacer; “Toa” –Tierra), encontrar la tierra deseada, quedarse en la Tierra por excelencia”.

Es verdad lo que decía Manrique: “que aunque la vida perdió,  / nos dejó harto consuelo /  su memoria”. (O)