jueves, 2 de marzo de 2017

Obra EL ÁRBOL, LA MONTAÑA Y TÚ / Camino Rojo

Comparto la obra de teatro-danza, a partir de mis poemarios El poeta y la luna y El poeta y la amada



La lejana montaña
se destaca en los ojos
de la libélula.

Kobayashi  Issa

En un temprano poema Borges refiere que el haiku fija en unas pocas sílabas un instante, un eco, un éxtasis. Escribió: ¿Es un imperio esa luz que se apaga o una luciérnaga? Octavio Paz acotaba que estas extrañas perlas literarias muestras la precariedad de la existencia.

Desde el primitivo katauta del siglo VIII la poesía nipona llegaría al haiku y su esplendor en el  XVII, donde se ama la sugerencia, a veces como búsqueda espiritual, en desmedro de la ornamentación tan cara a Occidente. Era una poética que buscaba lo instantáneo del satori o la iluminación con recursos mínimos. Sigue emparentada con el zen, sin olvidar al sintoísmo. Esos son sus orígenes, tras la contemplación. Como toda lírica, está en transformación incesante y nos pertenece a todos.

Roland Barthes decía que “el haiku nos hace recordar aquello que jamás nos ha sucedido; en él reconocemos una repetición sin origen, un acontecimiento sin causa, una memoria sin persona, un habla sin amarras”. Observaba que esta escritura sutil posee evidentemente algo de música (música de los sentidos y no forzosamente de los sonidos). “El haiku es la rectitud del trazo, sin estelas, sin margen, sin vibración; tantos comportamientos pequeños... tiene la vocación de pintura, de miniatura. Es un rasguño de luz”. Es un navajazo ligero trazado en el tiempo, concluía.

Obviamente, estos micropoemas no siguen la tradición, no hablan de las estaciones ni tienen sus reglas. Tampoco son haikus ni pretenden serlo, aunque sienta admiración por los antiguos maestros.  De no estar tú / demasiado grande / sería el bosque, escribió Kobayashi Issa.

La literatura es misteriosa. Ojalá estos versos conservaran su esencia, lejos del ego –para permitir mirar lo profundo- y próximos a la sencillez. Hace cinco años inicie una serie donde hablé del mar y la luna, estas dos cuartillas fueron escritas en el último año y medio. El silencio también es una forma de poesía.