martes, 16 de septiembre de 2014

Ibarra: a inicios del siglo XX (exposición)



Ibarra, a inicios del siglo XX
(muestra fotográfica en gran formato)
Juan Carlos Morales Mejía
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA
LUGAR: Parque Ciudad Blanca
(antiguo aeropuerto Atahualpa)
HORA: 19h00
DÍA: Viernes 19 de septiembre de 2014



Ibarra a inicios del siglo XX es una muestra fotográfica –en cajas de luz y gran formato- que se inaugurará el próximo viernes 19 de septiembre, en el parque Ciudad Blanca (antiguo aeropuerto). La investigación, realizada por Juan Carlos Morales Mejía, miembro de la Academia Nacional de Historia, pertenece a una de los momentos más interesantes de la urbe porque estaba en plena reconstrucción, tras el sismo de 1868. Esta muestra fotográfica está auspiciada por el Municipio de Ibarra, como parte de las celebraciones por los 408 años de fundación de la ciudad. Contará, además, con 8000 postales, auspiciadas por Cónika y Editorial Pegasus, además del diseño de Centauro Creativo.
La llamada época de oro de la arquitectura republicana contó con arquitectos que impulsaron tendencias neoclásicas. La muestra que despliega también la vida cotidiana de la urbe, pone énfasis en recuperar la memoria de una ciudad fundada como puerto de tierra, en 1606, en los antiguas heredades de los caranquis.
A inicios del siglo XX, Ecuador vivió un momento excepcional de su vida donde el país pretendía dejar un pasado de viejas estructuras apostando a una modernidad y un cambio social que, al fin de cuentas, desembocó nuevamente en un reacomodo de fuerzas a favor del no-futuro. Pero Ibarra apostó por levantarse de las cenizas.

Juan Carlos Morales Mejía (Ibarra, 1967) es un escritor, con más de 30 publicaciones, especializado en Mitologías de Ecuador. Entre sus libros se destacan Fabulario del dragón, cuentos de literatura fantástica, El poeta y la luna, o la serie sobre mitos. Pertenece a la Academia Nacional de Historia y es Magíster en Cultura, además de una especialización en Historia del Arte y Fotografía, en el Centro de Imagen de la Alianza Francesa, de Quito. Su libro Graffiti: en clave azul, un recorrido por América Latina, fue su tesis de pregrado como periodista.
Es articulista del diario público El Telégrafo y miembro del Comité Editorial de Ecuador TV y la Radio Pública de Ecuador.






 PROYECTOS FOTOGRÁFICOS

Megapaís, libro y exposición antológica para el Ministerio del Ambiente de Ecuador, en el tradicional barrio La Ronda, en Quito.
Imbabura, libro de fotografías de la provincia de Imbabura. 2013. Gobierno Provincial de Imbabura.
Imágenes de Ibarra, libro para el Consejo Nacional de Cultura dentro de la serie Imágenes del siglo XX. Investigación del fotógrafo Miguel Ángel Rosales. 2013
Fiesta del Solsticio, libro antológico de investigaciones en torno a la Fiesta del Solsticio en Imbabura, 2013.
Nostalgia de luz, libro de fotografías nocturnas de iglesias y sitios emblemáticos de las provincias de Carchi, Imbabura y norte de Pichincha, Emelnorte, Editorial Pegasus. 2012.
Parte del libro Ecuador Fotografía del siglo XX, Consejo Nacional de Cultura de Ecuador.

IBARRA

Ibarra fue fundada, por el capitán quiteño y encomendero Cristóbal de Troya, el 28 de septiembre de 1606, como una de las últimas ciudades coloniales. Había un propósito que la diferencia de las urbes de conquista: el comercio. Debía convertirse en un puerto de tierra, por la salida al Océano Pacífico, para activar el intercambio de la ruta Bogotá-Quito. Antes, durante milenios, existió el señorío étnico de los caranquis, que llegaba más allá de Otavalo, y cuyo centro principal se encontraba en Angochagua. Éstos, libraron cruentas disputas con los incas, por la expansión de su imperio en el siglo XVI, y durante décadas resistieron hasta caer ultimados en Yahuarcocha. Cuando parte de ese poderío se restableció, al mando de Atahualpa, llegaron los conquistadores quienes, al amparo de la Cruz y la Espada, inauguraron la época colonial, con mitas y obrajes.
Después, llegarían las gestas libertarias, como la Batalla de Ibarra, donde el Libertador, Simón Bolívar, se enfrentó a los últimos reductos de las fuerzas realistas, en 1823. Sin embargo, la vida de la urbe estaría marcada por la tragedia, cuando en 1868 un terremoto devastó la capital de Imbabura, y varias de sus ciudades. En Ibarra murieron aproximadamente 5.000 personas de una población de 7.000 (20.000 perecieron en toda la provincia). La exposición muestra la época inmediata del terremoto, hasta el primer cuarto de siglo, donde esta ciudad renacía de las cenizas.

LA ÉPOCA

A inicios del siglo XX, Ecuador vivió un momento excepcional de su vida donde el país pretendía dejar un pasado de viejas estructuras apostando a una modernidad y un cambio social que, al fin de cuentas, desembocó nuevamente en un reacomodo de fuerzas a favor del no-futuro.
Esa es la época de esta exposición Ibarra: a inicios del siglo XX, donde un liberalismo en el Poder fue traicionado en sus orígenes hasta devolver a la naciente burguesía el control de un país en ciernes, aliada a estamentos que siguieron siendo caducos pero que campearon el temporal.
La transformación la inició la llamada Revolución Liberal Ecuatoriana, tras un golpe de Estado, en 1895, liderada por Eloy Alfaro, quien durante tres lustros gravitó la vida política hasta terminar arrastrado y asesinado en la hoguera bárbara, donde sus antiguos aliados y las fuerzas conservadores nuevamente incautaron el país.
Para el caso de Ibarra, los aires de modernidad estuvieron en una tarea: reconstruir la devastada urbe, tras el violento terremoto de 1868. Fue, de hecho, una refundación de la urbe donde se había perdido no solamente su memoria escrita sino donde muchos de sus ciudadanos la abandonaron para siempre.

LA RECONSTRUCCIÓN

Al mirar las fotografías de Ibarra, a inicios del siglo XX, que incluye el primer cuarto de siglo, da la impresión de asistir a la inauguración de una nueva urbe. Eso fue lo que sucedió: el violento terremoto del 16 de agosto de 1868 trajo enormes desgracias a la zona norte de Ecuador (solo en Imbabura murieron 20.000 personas), donde la ciudad fue devastada.
Gabriel García Moreno desplegó su ingenio en la ayuda de las víctimas y ya como Presidente del Ecuador, en 1872, solicitó la ayuda del ingeniero Arturo Rogers, y 30 entusiastas ibarreños, para el diseño de la nueva urbe. Éste, inspirado en el damero español, propuso en el mismo sitio una ciudad con cuadras exactas de 100 metros, calles espaciosas y construcciones bajas, de una sola planta. Se sabe, que fue desde la mítica Esquina del Coco desde donde se realizó el trazado de la capital de Imbabura.
Eduard André, un naturalista y viajero francés enviado por su país, llegó ocho años después del sismo, para recorrer Ecuador y Colombia. En sus crónicas escribe que –además de la desolación- la corporación municipal no omite esfuerzos para devolver a la ciudad, a falta de la perdida prosperidad muy difícil de recobrar, un renacimiento de virilidad y energía. Las calles anchurosas y bien alineadas han sido adoquinadas con cantos rodados provenientes del río Tahuando.
No es casual, entonces, que en el primer cuarto de siglo, la ciudad aún muestra la devastación pero también los nuevos bríos. Lamentablemente también su memoria visual quedó reducida a escombros y los escasos periódicos –tal como sucede en nuestros días- estaban más preocupados en el asunto político que en contar acerca de la vida cotidiana de la urbe. Hay una explicación: la historiografía tradicional entiende más de héroes y de batallas y menos de la historia de la gente que es, en definitiva, el sustento de la construcción del imaginario de una ciudad posible.

LOS FONDOS FOTOGRÁFICOS

La muestra de Ibarra a inicios del siglo XX –como la propia historia de la urbe tras el terremoto- tuvo que ser recogida a pedazos. El primer fondo pertenece a un peluquero, Manuel España, que –tras largas décadas de recopilación en su modesto cuarto- legó a su ciudad fotografías inéditas, que reposan bajo la tutela del Archivo Municipal de Ibarra.
La segunda parte está en el fondo del Archivo Nacional del Banco Central del Ecuador, de Quito, custodiado por Honorio Granja, donde reposa la memoria visual del país. Una parte sustancial de esta muestra está en el fondo Rosales-Durán, prestigiosa y filantrópica familia ibarreña, con ancestros como Rosalía Rosales Félix, quien donó los terrenos para los lasallanos, o Rafael Rosales Félix, liberal y destacado ibarreño y propulsor de la modernidad, cuya nieta, Diana María Ávila Rosales gentilmente compartió el precioso álbum de su familia.


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