Este agricultor, cargador de leña, panadero,
zapatero, peluquero, músico, creador de obras teatrales y redactor de testamentos
en fin de año es parte vital de la cultura popular de Imbabura.
La luz era tenue. Atrás, una
escenografía de grandes lienzos, hechos en papel cartón, y una mesa con florero
en el medio. Los actores estaban con sus trajes relucientes. El público, que
hasta hace poco murmuraba, ahora permanecía en silencio. Era la escenificación
del poema ‘Reír llorando’ del mexicano Juan de Dios Peza, que trataba sobre un
payaso que buscaba, vanamente, un remedio para su alma ante la mascarada
perpetua de la vida: “Aquí aprendemos a reír con llanto / y también a llorar
con carcajadas”.
Un niño, que hasta hace poco era
monaguillo, observaba con detenimiento cada acto, en el teatro Humboldt, en
Pimampiro.
Al salir de la obra escuchó en la
radio un tema de moda de Jorge Negrete, titulado ‘El hijo del pueblo’: “Es mi
orgullo haber nacido en el barrio más humilde…”. Mientras anotaba en su libreta
esta letra, el tema le recordó que debía acudir a sus faenas como peón de
tierra ajena y, más tarde, llevar la leña al hogar, como casi todos los
habitantes de un Pimampiro bucólico, que aún conservaba la leyenda del siglo
XVII. Se contaba que los nativos del lugar se llevaron la campana de la
reciente construida iglesia hacia el Oriente, en un descuido de los curas
doctrineros que se fueron al Valle del Chota. Estos clérigos les habían puesto
el ojo a los indígenas para, en complicidad de los nuevos conquistadores,
arrastrarlos a las penurias de las mitas y obrajes. Dicen que aún esa campana
se escucha a la distancia.
El niño se llamaba Luis Aníbal
López y, durante larga parte de su vida, siguió una máxima: siete oficios, mil
necesidades, pero nunca se amilanó. Fue agricultor de aguacates, partidario,
cargador de leña, panadero, zapatero, peluquero, aunque lo suyo era la música
popular y los testamentos de fin de año para su pueblo. Por eso, un día, junto
con amigos como Édgar Vicente Vega y Ataúlfo Castillo formó el trío Los
Latinos, en el que cantaban principalmente boleros y pasillos, como el
recordado ‘Rosas’, letra de Manuel Terán y música de Carlos Brito. Después de
pasar por las agrupaciones como Los Norteños o Los Nativos se le ocurrió una
idea: tener su propio escenario.
Así que con su inseparable amigo
Édgar y 2.100 sucres que juntaron abrieron el flamante salón Apolo 11, en
homenaje al reciente viaje lunar a cargo de Neil Armstrong, Michael Collins y
Edwin E. Aldrin, allá por el 16 de julio de 1969.
Solo unos años duró la
experiencia, para no terminar en la completa bohemia. Fue en esas tablas donde
un joven Segundo Rosero, también de Pimampiro, cantaba sus primeros temas antes
de saltar a la fama. Fue así que Luis, mientras componía la canción, a ritmo de
cachullapi, ‘Algunas hierbitas más’, se dedicó a amenizar las fiestas de fin de
año en Pimampiro, con sus creaciones de testamentos, y su propio elenco de
actores, tal como había visto en los sainetes siendo niño y comía el tostado de
manteca de mama Teresa, su madre, por lo que su apodo fue Lucho Tereso que lo
llevó con orgullo porque nunca conoció a su padre. Pero desde esa época su
situación había cambiado. Tras ingresar al negocio de la venta de cerdos
hornados —unos 3 mil en 11 años, según sus cálculos— la situación familiar
mejoró hasta instalar la panadería Fanny, donde él mismo amasa. Está casado con
Blanca Chamorro y tiene 2 hijos, uno de ellos capitán de aviación.
Ahora, en su casa esquinera, donde
conserva una gran fotografía de su trío musical, este hombre de sonrisa amplia,
afina su guitarra para cantar sus propios temas que, curiosamente, no han sido
aún grabados porque siempre se ha creído que lo popular no vale la pena
preservarse. De allí, es preciso mencionar el estudio de la cultura popular de
Pimampiro realizado por el profesor Juan Chávez, para la Casa de la Cultura
Ecuatoriana, núcleo de Imbabura, donde incluyó los aportes de Luis Aníbal
López.
El valor de este hombre radica en
que es un genuino representante de un Pimampiro que, como en todo lugar, está
agobiado por una música que llega desde afuera, una música comercial que no
cuenta nada de la realidad en que se vive. (I)
Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/regional-norte/1/el-polifacetico-luis-anibal-lopez-el-trabajador-que-emprende-a-diario
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