Pertenezco a la generación que
enviaba cartas de amor perfumadas a través del Atlántico para que después de
tres semanas, aproximadamente, llegara la respuesta. Además, nada mejor que
elegir una postal, cuando estaba de viaje, y comprobar que arribaba antes.
Sentí la emoción de enviar un telegrama y escuché, en la estación del tren,
cómo el telegrafista manipulaba la máquina.
Eran otros tiempos, aunque debo
aclarar que nací un mes después de que Alfonso Espinosa de los Monteros
iniciaba sus periplos por la televisión ecuatoriana, allá por 1967, cuando el
hombre ni siquiera había llegado a la Luna y yo aún no había leído a Julio
Verne.
Eso decían porque, por decisión
paterna, en casa no tuvimos la ‘caja boba’, pero sí tuve el privilegio de
escuchar el invento del olvidado Nikola Tesla, especialmente la radionovela de
Chucho el ‘Roto” y su infaltable amigo la ‘Changa’ (creo que lloré cuando lo
mataron).
Como no tengo Facebook personal ni
tampoco Twitter (peor eso que llamaban Hi 5) creo tener la condición aún de
sorprenderme ante las nuevas tecnologías. Además, hace un mes abandoné el
todoterreno y fiel Nokia y entré directo al iPhone 6 (un amigo, bromeando, dice
que es como tener un día un carro Andino y al otro un Ferrari). Todo esto viene
a cuento porque así de sopetón acabo de descubrir ‘wasá’, como lo digo. Como
especulan que muy pronto olvidaremos el chismorreo de Facebook y los insultos
en Twitter, vamos por partes:
‘WhatsApp’ es un juego de palabras entre la
frase en inglés ‘What’s up?’ utilizada en el lenguaje coloquial a modo de
saludo (‘¿Qué tal?’ o ‘¿Cómo va?’) y el diminutivo app de la palabra inglesa
application (’aplicación’, utilizada en este caso como programa informático
para teléfonos móviles). El nombre completo de esta aplicación es WhatsApp
Messenger.
¿Y el periodismo, dónde queda? Se
me ocurrió la peregrina idea de escribir un libro, pequeño obviamente, sobre
crónicas para este medio. Como ya tengo experiencia en mi antiguo Nokia, de
pocos caracteres, de fatigar tres libros de micropoemas, en cinco años, parece
que no será difícil. Al fin y al cabo hay que condensar en dos párrafos y
rematar, como recordaba Julio Cortázar, con un buen ‘nocaut’ porque bien se
sabe que la novela se gana por asaltos. Pues aquí va la primera, en clave de
grafiti y aún sin título, porque eso sí es una ciencia:
En las tablas el grupo de teatro
muestra una escena: la cándida Eréndira se evapora en un toldo de circo
mientras su abuela “que parecía una hermosa ballena blanca” cuenta cuántos
hombres le faltan para pagar sus deudas. Bogotá vive su semana de teatro y
afuera los cafés de la zona rosa están en su apogeo.
Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/cronicas-urgentes-para-whatsapp
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