Omar Mateen, el autor de la matanza de medio centenar de personas en el
bar gay de Orlando, llevaba un rifle de asalto AR-15, de 500 dólares.
Curiosamente es la misma arma que utilizan las tropas de Estados Unidos para
combatir al Estado Islámico, agrupación, cuya existencia, el descendiente de
afganos se enteró por internet.
Están unidos fanatismo religioso, poderío de las armas, y homofobia,
algo que la humanidad –por llamar con un eufemismo- lleva como karma desde que
pintaba bisontes en las cavernas, aunque no conocía el dinero.
El primero hay que decirlo claro: islamismo, cristianismo y
judaísmo tiene sus fanáticos y además estas tres religiones monoteístas son
profundamente patriarcales y homofóbicas (hay mensajes de pastores y curas
mexicanos alegrándose por el hecho).
Lo de las armas ya lo sabe Afganistán, invadida por todos los imperios
(Mateen vendría a ser un “daño colateral”). ¿Otra prueba? “Las acciones
de Sturm & Ruger cerraron este lunes con un alza del 8.50% a 62.29 dólares
tras la tragedia. Mientras que las acciones de Smith & Wesson terminaron la
jornada con un alza del 6.87% a 22.88 dólares. Las acciones juntas subieron
hasta 10% durante la jornada”, ante las posibles restricciones, según CNN Money.
El otro punto es el dinero que recibe la glotona industria
armamentística, que incluye traficantes, guerras y espías (como una buena
película de sofá y palomitas de maíz). Eduardo Galeano, en Patas Arriba, lo
dice: “Tampoco tiene por qué sorprender a nadie el desdichado balance mundial
de la guerra y la paz. Por cada dólar que las Naciones Unidas gastan en sus
misiones de paz, el mundo invierte dos mil dólares en gastos de guerra,
destinados al sacrificio de seres humanos en cacerías donde el cazador y la presa
son de la misma especie, y donde más éxito tiene quien más prójimos mata. Bien
decía Theodore Roosevelt que «ningún triunfo pacífico es tan grandioso como el
supremo triunfo de la guerra». En 1906, le dieron el Premio Nobel de la Paz”.
Hay treinta y cinco mil armas nucleares en el mundo, controladas por los
“machos alfa”, al estilo de Rambo y su paranoia por la pérdida de Vietnam.
A todas estas taras se suma el odio al diferente, pese a los avances que
sí han sucedido (prueba de ello es el Mes del Orgullo Gay). Obvio, nunca es
suficiente y por eso aparecen “héroes” que nos librarán de Sodoma y Gomorra.
Un dato curioso para entender la sociedad gringa. En 1954, en el
contexto del lavender scare (el terror lila), donde las autoridades de Estados
Unidos consideraban a la homosexualidad como un riesgo para la seguridad
nacional, apareció el libro La seducción de los inocentes, de Fredric Wertham.
Entre otras perlas atacaba al hombre murciélago. “Las historias de Batman son
psicológicamente homosexuales. (...) Las historias del tipo de Batman podían
incitar a los niños hacia las fantasías homosexuales, de una forma de la que
serían inconscientes”. Si este Wertham viviera diría que Mickey Mouse es gay.
Qué se puede esperar de un país que tiene a Donald Trump como candidato y donde
comprar un arma es más rápido que hacer una fila en Orlando. (O)
Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/mickey-mouse-es-gay
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