Los pueblos, a veces, construyen una identidad
falsa de sí mismos. Pasó en la consolidación del Estado-nación mestizo. Aún se
recuerda, por ejemplo en las Fiestas de Quito, la abundancia de paella, cante
jondo y vino en bota (además de banderas de España en la ciudadela Jipijapa),
en ese afán de parecerse toreros de España.
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Este fenómeno -al que se le puede aplicar la
categoría de estrategias de etnicidad- no es privativo del mundo mestizo. Hará
unas dos décadas, algunas élites de indígenas de Imbabura se creen más incas
que los incas, olvidándose de que fueron estos, en el siglo XVI, quienes
exterminaron a sus abuelos en la laguna de Yahuarcocha (20.000 aproximadamente,
según Guamán Poma de Ayala).
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Ahora que nos encontramos en la apoteosis de las
fiestas del Solsticio, que en algunas comunidades aún conservan el nombre de
Jatun Puncha, Fiesta Grande, aún se insiste en llamar Inti Raymi, en los
programas de mano de los gobiernos descentralizados.
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Marcelo Naranjo, en La cultura popular en el
Ecuador, Tomo V: Imbabura, Centro Interamericano de Artesanías y Artes
Populares, Cidap, 1989, dice: “La primera ceremonia de las vísperas es el baño
ritual en la cascada de Peguche… El baño de las vísperas tiene un claro sentido
de purificación y se vincula íntimamente a los significados agrarios de la
fiesta”.
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Algo curioso, el investigador en ningún momento
habla de Inti Raymi, sino de sanjuanes. Esto es porque el texto está escrito a
finales de los ochenta, del siglo pasado, y aún no llegaba la mentada élite
indígena que, literalmente, exportó varias festividades del Cusco, creyéndose
incas. Un trabajo esclarecedor en este sentido, es el de Josefina Vásquez
Pazmiño -Si quieren ser inkas que sean felices-, disponible en internet. Y más,
no valdría la pena seguir llamando a la fiesta como Inti Raymi, primero, porque
es un desconocimiento de los pueblos ancestrales -señoríos étnicos como los
caranquis- sino porque el Congreso de Perú, en el decreto 27425, de 2001,
reconoce como Patrimonio Cultural de ese país al Inti Raymi del Cusco.
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El problema ocurre cuando las mismas comunidades
desean elevar tal o cual fiesta a la categoría de patrimonio. Por ejemplo, el
llamado Pawcar Raymi, que está declarado como patrimonio en el Perú, en Peguche
no tiene ni cinco años con esa denominación. No hay que olvidar que Perú y
Bolivia ya tuvieron una disputa por las ‘diabladas’. Y aún hay quienes creen
que el Qhapaq Ñan hicieron únicamente los incas, quienes florecieron 90 años,
frente a los pueblos ancestrales, quienes construyeron hace dos milenios sus
caminos.
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