Hay muchas promesas para el nuevo
año: tener una dieta equilibrada, no tener deudas, viajar y ver lugares nuevos,
unirse a algún voluntariado, proteger a los perros callejeros, pasar más tiempo
con la familia, no despotricar contra los vecinos, usar menos el Facebook,
resistir al chat, leer un libro por semana, no creer en falsas promesas, no ser
proclives a la envidia… En fin, el psicólogo Richard Wiseman afirma que solo el
12 por ciento de las personas consigue lo que se propone.
Seguido por la tendencia, he querido
hacer mi propia lista de promesas. En verdad, no creo que cambie nada, porque
el tiempo es una invención. El calendario es una arbitrariedad que, como se
sabe, fue ajustado a conveniencia cristiana (está regido por el movimiento
solar mientras que el musulmán lo era por la Luna). De hecho, en el mundo
romano el inicio del nuevo año era en marzo, en honor de Marte, el dios de la
guerra; y ni qué hablar del comienzo de un nuevo período para los chinos que, a
fin de cuentas por su número, debería regir en el planeta.
El calendario, tal como se conoce en
Occidente, fue creado en el 700, antes de Nuestra Era por Numa Pompilio,
segundo rey de Roma, con sus 365 días, dejando hueco al mes de febrero y de
allí sus años bisiestos y esto tiene su historia.
En la red se puede leer que fue Julio
César quien decretó que el año comenzara el 1 de enero, para hacer coincidir el
día en que los funcionarios del emperador iniciaban en su cargo. Y, claro, como
era un César de paso añadió un día para que julio coincida con su cumpleaños y
lo propio hizo Augusto, y por eso el pobre febrero tiene sus 28 días. ¡Qué tal!
Se puede leer: “La imperfección del
calendario juliano dio pie para que en 1582 el papa Gregorio XIII encargara a
Luis Lilio y al jesuita alemán Christopher Clavius la reforma por la cual se
creó el calendario gregoriano. Dado que el equinoccio de primavera se había
adelantado 10 días, se suprimieron estos para ajustar el ciclo de las
estaciones.
Este ajuste se llevó a cabo el jueves
4 de octubre de 1582, por lo que el siguiente día se consideró viernes 15 de
octubre”.
Lo de los bisiestos es un lío que no
alcanzaría a explicar en este artículo, ni sabría cómo (“Así pues de los años
1600, 1700, 1800, 1900 y 2000, que en el calendario juliano son bisiestos, en
el gregoriano lo son solo el 1600 y el 2000, de modo que cada cuatro siglos
quedan suprimidos tres días”).
Más interesante es el año chino, por
lo demás más antiguo, creado en el año 2637, antes de Nuestra Era o antes de
Cristo, como le gusta decir a Occidente. Este calendario de cinco ciclos de
doce años está regido por animales: Rata, Toro, Tigre, Liebre, Dragón,
Serpiente, Caballo, Oveja, Mono, Gallo, Perro y Cerdo. El 2017 corresponde al
Gallo de fuego, pero los asiáticos están en el año 4714, así que llevamos las
de perder.
Las predicciones son precisas:
“Durante el año del pájaro candente todo se mantendrá en equilibrio inestable,
ya que todo apunta a grandes discusiones y mezquindades, a fenómenos
autoritarios y dominantes y a una paz tensa”. No hay duda, el mundo seguirá tal
cual lo dejamos. (O)
Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/llega-el-ano-chino-del-gallo
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