Lo sorprendente de las fiestas -como la cultura misma- es que están en
movimiento, en perpetua mutación. Ese es el caso de los carnavales, en las
diferentes partes del mundo: época de desenfreno y sensualidad.
Eso pasa con la Fiesta de las Flores y las Frutas, en Ambato, que curiosamente
nació tras el terremoto de 1949, o los famosos carnavales de Guaranda y sus
tradicionales comparsas, o las ‘mojadas’ en Cuenca, mientras el ‘cuchi’, como
dicen los cuencanos al cerdo, se hornea lentamente.
En el ámbito de las fiestas se sintetiza, simbólica y de forma
condensada, los aspectos más representativos de la cultura, dice Marcelo
Naranjo, en el libro en torno a la cultura popular publicado por el Cidap. Ese
es el caso de los carnavales donde surgen elementos de reivindicación étnica,
presencia de la ruralidad, además de formas institucionalizadas, en una
diversidad propia del norte de Ecuador.
El cantón Ibarra, como la provincia de Imbabura, se muestra
particularmente rico en el aspecto de las fiestas populares, parte sustancial
de la identidad de un pueblo. Los estudios de Naranjo señalan que quizá no hay
otra región del país donde se pueda apreciar tan variadas festividades, además
de un proceso dinámico y sugerente de transformaciones en la concepción y en la
forma de las celebraciones: readaptaciones de determinados elementos simbólicos
y rituales de acuerdo a cambios estructurales que históricamente presenta la
sociedad local, procesos de institucionalización de ciertas fiestas populares,
persistencia y revitalización del componente espontáneo de otras, fiestas
tradicionales que tienden a desaparecer, nuevos eventos, configuran un mosaico
donde se expresa la historia. Todo esto, como es obvio, de disputas con lo
global.
En este contexto, los carnavales del cantón Ibarra muestran esa realidad
de manera exponencial: presencia y reivindicación de la identidad
afrodescendiente en el Valle del Chota, ferias y gastronomía étnica en la
parroquia de Angochagua, proyectos ecológicos en la ribera del río Tahuando, en
un barrio periférico, venta de pescado en Yahuarcocha junto a músicos
populares, incluso una propuesta institucional de corso donde las diversidades
bullen.
En el cantón Ibarra las festividades, que incluyen un componente étnico,
son parte sustancial en las parroquias, mientras que en la urbe están los
festivales, y en los dos ámbitos las fiestas de carácter cívico o religioso.
Los carnavales, en este sentido, son únicamente detonantes de procesos de
construcción de la identidad de un pueblo único y diverso.
Sin embargo, no hay que olvidar los orígenes, probablemente de las
fiestas paganas en homenaje al dios romano del vino Baco y su nombre mismo:
carnestolendas, el domingo antes de quitar las carnes, justo antes de la
Cuaresma y del Miércoles de Ceniza donde se recuerda que polvo eres y en polvo
te convertirás. El carnaval es eso, la fiesta de la sensualidad y el paganismo
antes de la promesa de la penitencia de los ritos católicos. (O)
Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/carnavales-la-epoca-de-gozo
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