Hace medio año me di a la aventura de buscar en la marejada de internet
la mejor versión de ‘Desafinado’, el tema de Tom Jobim y letra de Newton
Mendonça, que alude a las críticas que en ese momento se hacían al bossa nova.
De Gael Costa a João Gilberto, de Ella Fitzgerald a Andrea Motis, de Toquinho…
Me quedé con la interpretación de Eliane Elias, con un espléndido solo de
batería con escobillas. El número de visitas: 24.714, hasta ayer. Obviamente,
es un gusto personal: “Tú con tu música olvidaste lo principal / que en el
pecho de los desafinados / también late un corazón”.
Del otro lado, están las preferencias mundiales. 2.796’981.218 visitas
en YouTube tiene el tema ‘Despacito’, de Luis Fonsi, junto a Daddy Yankee:
“Déjame sobrepasar tus zonas de peligro…”. ¿Qué significan estas cifras? Pido a
Carolina Córdova, paisana candidata a un PhD en Norteamérica, que dé luces a
este artículo. Bien, la población del planeta es de 7.520’557.500, así que el
37 por ciento ha visto el video (casi cuatro de cada diez humanos). De yapa, me
cuenta que la Novena sinfonía de Beethoven la han escuchado 79’241.723 personas
en una de sus versiones. Esto es el 1 por ciento, aunque a 11.695 no les gusta.
Curioso, la versión original del hit ‘Macarena’ tiene 20 millones de
visitas, lo que ‘Despacito’ lo logra en un día, solo superado por la canción de
la película Rápidos y Furiosos, de Wiz Khalifa, de 2015. Además, ‘Lambada’, de
1989, es como cinco días del tema del boricua. Bueno, ‘Gangnam Style’, el hit
de 2012, solo tiene 100 millones de antiguos seguidores.
¿Cómo entender este fenómeno? Comprobar que la ‘aldea global’, que
postulaba Marshall McLuhan, es una realidad. Lo otro, está en el libro
Apocalípticos e integrados, de Umberto Eco, donde dice que la cultura de masas
no es típica de un régimen capitalista. “Nace en una sociedad en que la masa de
ciudadanos participa con igualdad de derechos en la vida pública, en el
consumo, en el disfrute de las comunicaciones...”. Néstor García Canclini, en
Culturas híbridas, advierte sobre los empresarios de la cultura. Aparece la voz
de Ernesto Sabato para decir que vivimos un mundo cosificado y corrompido por
un arte de bazar barato, por culpa de una pésima universidad. Y, claro, la
banalización de la cultura y la imposición del gusto mediático, en el lenguaje
de ahora.
Dirán que Fonsi traicionó los orígenes del reggaetón, con sus letras de
denuncia en los barrios marginales de Puerto Rico, para volver a los
estereotipos de la sensualidad de lo latino, pero él hace fusión, como la
prestigiosa coautora Erika Ender.
Hay un fenómeno nuevo: la diversidad de versiones de ‘Despacito’ en
muchos sitios del orbe (en los últimos sanjuanes, en Otavalo, incluyeron el
texto “vamos zapateando, poquito a poquito”). Es lo ‘glocal’ (lo global y lo
local) que literalmente licúa ‘pasito a pasito’ y se apropia de una expresión
cultural para darle otro sentido.
‘Despacito’ es una canción de verano, y tal vez marque para siempre a
Fonsi. Es el precio de la sobreexposición de las redes y del efecto mariposa
ante ese vértigo. Por eso, ‘Desafinado’, tras medio siglo, sobrevive. (O)
Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/despacito-y-el-efecto-mariposa
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