Nuestro continente, Latinoamérica, como dice Eduardo Galeano, no solamente
ha sufrido la usurpación del oro, sino también de la memoria. Con Juan de
Velasco la historia comienza a ser contada por nosotros mismos, lejos de los
relatos que hacían los conquistadores, quienes escribían la historia según sus
intereses y visiones. Obviamente, como espíritu de su tiempo, su historia
también está llena de mitos, desde los gigantes de Santa Elena hasta Cantuña.
¿Pero no es la mitología también parte de un pueblo?
Por este motivo, la labor de Juan de Velasco es pionera. Obviamente, hay
que entender el trabajo de este riobambeño nacido en 1727 como el producto de
una época. Pero hay algo que es importante: la visión del ‘otro’. Antes de este
jesuita, la historia de los indios únicamente servía como número de un obraje.
Con una nodriza indígena, él gustaba de conversar con los más ancianos para
conocer sus costumbres. De él, por ejemplo, quedan para la posteridad los
relatos que le contara Jacinto Collahuazo, sobre el antiguo Reino de Quito,
cuyo legado escrito fue extraviado, como era la costumbre de los conquistadores
que no entendían que pudieran existir otras visiones. Pero también hay que
decirlo, la nueva historiografía ya ha puesto distancia -con nuevos datos e
interpretaciones- acerca del Reino de Quito para poner énfasis en los señoríos
étnicos, como el caso de los caranquis o puruhaes.
Sin embargo, no hay duda de que Velasco cimentó la incipiente identidad
ecuatoriana, aunque sus detractores lo han calificado de fabulador. Pero hay un
dato: la Historia Natural, Historia Antigua e Historia Moderna, que terminó en
el exilio de Faenza en 1789, poco antes de morir; recién pudieron ser
publicadas en 1840 y en algunas ediciones posteriores fueron suprimidas partes
importantes de sus escritos.
Y hay una explicación: la visión de Juan de Velasco se enmarca en un
sentido profundamente criollista -que produce un cambio ideológico- en contra
de la posición oficial de los españoles. Bernard Lavalle, historiador
contemporáneo, dice que estas obras criollistas participaban activamente de la reivindicación
americana de su tiempo. Y esa reivindicación tiene una palabra: identidad. Y en
el caso de nuestro país, Agustín Cueva lo señala: “Es la primera obra de esta
índole en donde lo que hoy es el Ecuador aparece como identidad histórica
definida”.
Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/velasco-el-primer-historiador
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