Los
rubros del país continúan siendo camarón y banano. Los primeros, con algunas
innovaciones; y el segundo, pese a estar durante 60 años, carece de valor
agregado, a no ser por esporádicas propuestas que, curiosamente, no surge de
los productores ni exportadores. No se entiende que detrás de cada producto hay
una historia, incluso de exclusión.
¿Cómo
lograr la innovación, que es el primer paso para el emprendimiento? Por extraño
que parezca, no se trata únicamente de seguir un modelo copiado de otra parte
del mundo, porque la milenaria cultura coreana es intransferible.
El
tema básico es responder lo que los griegos hace más de 2.500 años de
plantearon: ¿quién son yo?, ¿de dónde vengo? Con estas pautas recién se puede
saber hacia dónde se va. Se cree que la matriz productiva va sola, sin un
cambio de la matriz cultural, no esa vista como las Bellas Artes del siglo XIX,
sino en su término más amplio.
¿Cómo
alguien que desea producir, por ejemplo, papas no debería preguntarse sobre
quién es, de dónde viene? Precisamente la cultura responde a esa necesidad
básica que lleva a amar no solamente su tierra, sino a entender su geografía.
Tomemos
el ejemplo de Carchi, provincia que ahora se debate ante los bajos precios del
vecino país. ¿No está la mayoría de papicultores sembrando y cosechando como
hace décadas, únicamente como materia prima, a diferencia de la industrializada
Colombia?
¿Cuál
es el motivo? No existe una cohesión como pueblo precisamente porque no se han
creado los imaginarios de pertenencia, que es un tema de identidad. Al no
estudiarse, digamos, la fiesta de la Purita de Huaca, que en verdad resulta una
deidad del agua, no puede existir innovación porque desconocen sus orígenes que
les llevaría a tener orgullo de sus productos (el vino, su milenaria cultura,
es prueba de ello y los pastos sembraron papas desde hace siglos en una
geografía donde únicamente el 7% es plana).
¿Quién
estudia los pastos? ¿Qué hacen sus universidades? No apuestan por lo
gastronómico, ni invitan a los chefs ecuatorianos, que los hay, para ir hacia
lo gourmet que atraiga al turismo. Se sigue con las papas con berro.
Obviamente,
en el tema del recetario deberían estar involucrados antropólogos, además de
imagen para las marcas, producción de fotografía y sus estéticas, en fin, un
sinnúmero de componentes que están vinculados con lo cultural (hasta un diseño
de un mindalae pasto es un tema de este tipo). El país, lamentablemente mira
por encima del hombro a la cultura y esa es la gran deuda, porque los tecnócratas
no logran entender la dimensión de los procesos culturales.
La
Corporación Financiera Nacional (CFN) organizó hace un año un foro de
innovación y emprendimiento. Allí, el exponente chileno Raúl Rivera Andueza dio
con la clave. Lo primero, dijo, es preguntarse qué es ser latinoamericano.
Entonces, también deberíamos preguntarnos qué es ser ecuatoriano. Solo
respondiendo eso, sus imaginarios, podemos tener la siguiente pregunta: ¿qué
vamos a innovar? Si no, ponemos espárragos en las tierras del maíz milenario.
(O)
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