sábado, 31 de agosto de 2013

La tortuga y el venado

El tema del Yasuní también convoca a la mitología. Porque, como afirmé la anterior semana, no solamente se trata de una disputa binaria entre la extracción del petróleo o la protección de aves, sino que tendemos a olvidar a los pueblos ancestrales que habitan en la Amazonía.  
Acaso, en su milenaria sabiduría, esas culturas nos muestran metáforas que son comunes a otros pueblos, porque se trata de eventos fundacionales. Es parte de un libro que escribí hace años, “Los dioses mágicos del Amazonas”, que lo comparto en esta época de vértigo:
Las patas ágiles del venado llegaron hasta el río. Su cornamenta grácil se reflejó, mientras divisaba su propia cabeza en la ondulación del agua. No alcanzó a mirar alrededor porque sus ojos iluminados se lo impedían.
Meció su pelambre y respiró ufano, como si fuera el animal más hermoso de toda la selva y, además, el más veloz.
El venado corrió nuevamente donde creía que estaba la tortuga, pero siempre había una voz que le respondía cada vez más lejosCon esta idea trotó leve hasta donde se encontraba la tortuga, que mordisqueaba unas hierbas con lentitud, como si toda la tarde le perteneciera. El venado habló:
“Cuñado, mañana temprano vienes para saber quién corre mejor”. Aunque el venado habló de que era un simple juego, la competencia en realidad había sido acordada para cubrir la distancia de un mar al otro mar.
Al otro día la tortuga acudió como si sus pasos llevaran el peso de su caparazón.
El venado tenía prisa por ganar la contienda y exclamó:
¡Corramos y corramos hasta ver quién llega primero al mar!
Antes de dejar los primeros árboles, la tortuga dijo que tenía que comer algo para tener energías y que el venado siguiera corriendo, pero su contrincante aprovechó para descansar.
La tortuga se escabulló por unos arbustos y llegó donde sus parientes para contarles lo sucedido. Pactaron una estrategia para ganarles a los venados.
Cuando la tortuga volvió, el venado le esperaba con impaciencia, pero pudo más su orgullo y le dio ventaja:
Ve tú primero, le dijo, y la tortuga reinició su andar.
Pero por más que el venado corría no podía alcanzarla. Al poco tiempo el venado estaba exhausto y gritó:
¿Dónde estás motelo (tortuga)?
Desde la distancia le contestaron:
¡Ouuu... ouuu!
El venado corrió nuevamente donde creía que estaba la tortuga, pero siempre había una voz que le respondía cada vez más lejos. Sus patas desesperadas cubrían distancias y había perdido el rastro. Así corrió hasta que reventó del cansancio y murió...
Enseguida salió otro venado a correr, pero tampoco alcanzó a la tortuga. Y salió otro más ágil, pero pronto fue vencido. Es que las tortugas se habían echado a lo largo del camino y hace tiempo que habían llegado al mar.


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