La Ciudad del Conocimiento,
Yachay, como se sabe, está ubicada en el cantón imbabureño de Urcuquí. Por
suerte, el proyecto también ha tomado en consideración no solamente los
estudios académicos que allí se impartirán sino el legado de esta tierra, como
son sus bienes inmateriales.
Siguiendo criterios establecidos
por la Unesco, considerando que el país es signatario del Acuerdo
Intergubernamental sobre Patrimonio Cultural, la investigación de la
Universidad Andina Simón Bolívar determinó en su inventario -entre otros temas,
como fiestas o imágenes religiosas- a su mitología como los duendes, la
Luterana, la mujer sin pies en Tumbabiro, pero también a las brujas voladoras
de Urcuquí.
El duende, por lo general, se
trata de un hombre pequeño con gran sombrero, quien se enamora de las mujeres
de ojos grandes y cabellos abultados. Por medio de sortilegios, lleva a sus
víctimas a las quebradas donde, para librarse del embrujo, los familiares deben
procurarse una cruz de ajos.
En Tumbabiro, población olvidada
y rica en mitologías, se encuentra también el mito de la mujer sin pies, una
suerte de aparición que, junto a los mechayas (fuegos fatuos) y las brujas de
Urcuquí, son parte sustancial de esa identidad. Las mentadas brujas, que actúan
en un triángulo Urcuquí-Mira-Pimampiro, son una suerte de correos que llevan
las noticias y, a diferencia de sus parientes nórdicas, no vuelan en escoba
sino utilizando trajes blancos, extienden los brazos exclamando: “De viga en
viga / de villa en villa / sin Dios ni Santa María”, con un similar conjuro
como las brujas ibéricas.
La ficha patrimonial refiere: “Se
conoce como las brujas voladoras, las buitras o simplemente voladoras, a las
mujeres de una sola familia, de quienes se decía sabían volar. Esta leyenda se
vincula con la lucha que mantuvieron los pobladores de Urcuquí con los
hacendados por el control de la acequia denominada Los Caciques. El poder
fundamental de las brujas es la permutación de seres humanos en animales
(gallos) y frutas (plátanos), además de conocer oraciones, encantamientos y
pociones para volar. Sus puntos de llegada principales eran en el triángulo de
Mira-Pimampiro-Urcuquí”.
Entre las leyendas emblemáticas
se encuentra la del padre Urcu, que refiere la disputa entre los lachas y los
litas y, merced a la intervención de esa deidad, se establecieron en la
planicie de Cahuasquí.
Estos temas son vitales, porque
el cambio de la matriz productiva también implica el conocimiento de los
saberes ancestrales.
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