El 28 de este mes Ibarra celebra su
fundación. ¿Pero cómo eran los festejos hace más de un siglo? Al analizar las
actas del Cabildo se puede desentrañar esa época. Para 1906 la urbe estaba
alborotada. Se cumplían 300 años de su fundación, en 1606, y aún continuaban
los trabajos de reconstrucción tras el terremoto de 1868. Lo primero era la
colocación del monumento a Pedro Moncayo y Esparza en recordatorio por la
donación de sus bienes para la educación de las niñas, además de su presencia
en la política del país, con su visión liberal y polemista, en la primera mitad
del siglo XIX (La estatua prometida tardó 70 años en ser elaborada).
Los actos debían -así lo pensaban- ser
pomposos, por eso -como consta en actas- se sugirió la idea de invitar al
mismísimo presidente Eloy Alfaro para la inauguración. En la sesión de 22 de
abril la mayoría aplaudió la iniciativa hasta que habló el encargado de las
rentas.
La debacle económica había comenzado el
año anterior, en 1905, por un malhadado crédito de 5.000 sucres que había
realizado el Cabildo, con el agravante que hasta había hipotecado los bienes
del emérito patricio Pedro Moncayo y Esparza, quien incluso donó su preciosa
biblioteca y murió en 1887, ciego y exiliado en Valparaíso, Chile. De hecho, la
escuela en 1890, con el legado de Moncayo, tenía a su haber 10.752,44 sucres, y
sus intereses alcanzaban para su mantenimiento. Al inicio, regentada
adecuadamente por las madres bethlemitas, la escuela terminó en cárcel
municipal y estaba tan deteriorada que para 1907 se solicitó un rubro para su
reparación.
Pero a inicios del siglo XX los hechos
eran distintos. Era tal la situación que había dejado el antiguo jefe político,
Manuel María Larenas, y los concejales de entonces, que los acreedores eran
variopintos. Desde el arquitecto Francisco Schmidt, famoso por haber construido
el Teatro Sucre, de Quito, quien reclamaba el pago de 300 sucres por los planos
elaborados de la casa municipal, el torreón y la cárcel; hasta Josefina
Carrión, a quien le adeudaban 3,60 sucres de las velas solicitadas para
alumbrar las sesiones de diciembre del año pasado.
Para la sesión del 24 de abril dos
hechos dieron algo de alivio al tema monetario. En primer término, el entonces
jefe político Alejandro Yépez anunciaba que había encontrado el acta original
de la fundación de Ibarra, perdida por el sismo del siglo pasado. Además,
Rafael Troya, el emblemático paisajista, fue contratado para pintar tres
lienzos en gran formato y se imprimieron ocho postales para la posteridad (una
aún anda perdida).
Se golpearon puertas y se consiguió del
Gobierno 2.000 sucres para la celebración. Los ibarreños residentes en Quito
también aportaron. Se imprimieron 200 folletos históricos escritos por el
presbítero Amable Agustín Herrera y se ofreció un plano de Ibarra, pero esto
nunca se concretó. Por su parte, el general Flavio Alfaro, hermano del
Presidente, informó al encargado del despacho de guerra que debía enviar un
quintal de pólvora para los juegos artificiales que se quemaron el 27, 28 y 29
de septiembre de 1906.
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