Los
incas, quienes en realidad crearon un imperio en 90 años y después se
desplomó por la conquista española, decidieron -según recientes
investigaciones- ocupar la parte norte del actual Ecuador, por sus
condiciones astronómicas de la Mitad del Mundo, para reverenciar a su
deidad, el Sol. Esto produjo un enfrentamiento contra la confederación
cayambe-otavalo-caranqui, quienes se unieron durante más de una
década para evitar la formación del Tahuantinsuyo.
La
investigación de José Echeverría Almeida señala: Según el cronista Juan
de Betanzos, durante la incursión inca (1475-1532), uno de los
encuentros bélicos decisivos para el afianzamiento del poderío inca fue
la hecatombe de Yahuarcocha. Destruidas las fortalezas de Aloburo y
Yuracruz, el ejército multiétnico de la Sierra Norte seleccionó como
lugar estratégico de batalla las orillas de la laguna, por la ventaja de
poder camuflarse entre los totorales y enormes sauces
del lugar.
De
acuerdo al cronista Murúa (1616), Huayna Cápac ordenó que 40.000
guerreros del ejército imperial rodearan la laguna y que 30.000 soldados
arremetieran contra los soldados nativos parapetados en las lomas.
Entre ruidos de tambores, flautas y churos (pututos) se enfrentaron los
dos ejércitos causando una mortandad exorbitante en los dos bandos,
tanto que las aguas se tiñeron de sangre. De ahí viene, pues, el nombre
de Yahuarcocha, para esta laguna, conocida anteriormente como Cocha
caranqui, según señala Waldemar
Espinosa Soriano (1983).
En
la investigación subacuática, refiere Echeverría, realizada en estos
años en quince puntos, equivalente a 300 m2, esto es, el 0,01% de la
totalidad del fondo lacustre, se encontraron vestigios culturales, tanto
de cerámica como de restos óseos, lo que demostraría los hechos de la
batalla de Yahuarcocha, donde los huérfanos caranquis serían llamados
“huambracunas”.
Irónicamente,
según otras fuentes, como Silvio Luis Haro, cuando el inca Atahualpa,
nacido en territorio caranqui, enfrentó y derrotó a su hermano Huáscar,
en Cusco, fueron los guerreros caranquis, a la sazón jóvenes, quienes
participaron en el sometimiento de sus antiguos enemigos. Después, con
la llegada de los conquistadores ibéricos y el asesinato de Atahualpa,
tras hacerle pagar un cuantioso rescate en plata y oro, el imperio inca
fue destruido.
Esto
viene al caso, ahora que nos acercamos a la fiesta del Solsticio,
Sanjuanes o Hatun Puncha (Día Grande) que algunos insisten en llamar
Inti Raymi, como si el Tahuantinsuyo estuviera a la vuelta de la
esquina. Por lo demás, el culto solar no fue privativo del incario.
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