Doña Florinda, de la serie del Chavo del 8, siempre fue
frontal: prohibía a su hijo Quico llevarse con la “chusma”. Ella, que siempre
pagaba la renta, permitía que su bobalicón hijo cayera a empellones a Don
Ramón, bajo la mirada inquisidora del señor Barriga, el capitalista (ninguno
del grupo era una familia “normal”).
El programa estaba lleno de estereotipos. Con esos
inasibles elementos el argentino Rafael Ton escribió hace algunos años un
extraño libro: El síndrome de Doña Florinda.
El colombiano Álex Guardiola Romero analizó esta temática
en las últimas elecciones de su país: “La gente vota por quien se parece a lo
que él mismo quiere llegar a ser, por el candidato o la candidata que
representa sus aspiraciones sociales, por la figura que sintetiza su sueño no
de sociedad o de país sino de figuración social; votar se convirtió en un acto
de arribismo”.
Más adelante señala: “El ciudadano que estudió en colegio
público construido por los gobiernos de izquierda, que entró a la universidad
pública sostenida por las luchas de la izquierda y que ahora trabaja en una
empresa con un sueldo que invierte en su totalidad en pagar la cuota del carro
y de la tarjeta de crédito, piensa que ya no se necesita de esos guerrilleros
disfrazados de políticos que promueven la inclusión y la educación en la
capital de Colombia, sino a gente de su mismo nivel social (¿?) que deje de
estar pensando en esos del estrato uno que afean las calles con sus ventas
ambulantes y ropas de dudosa procedencia, que no los dejan entrar o salir de
Starbucks tranquilamente. Esos pobres”.
En una entrevista en Radio Gráfica, es el propio autor
quien deja una sentencia: “A Doña Florinda le mueve el odio hacia el
diferente”. Entonces, no se trataría únicamente de una clase social
desfavorecida, como algunos creen, sino también algo típico de la llamada
“clase sánduche”.
Aquí las palabras de Ton: “La clase media tiende a
derechizarse. Se ven las Doña Florindas en la última elección. Lo terrible es
que no quieren que –El Chavo o Don Ramón– estén mejor que ella. Comer afuera,
comprar el nuevo celular. Les molesta que una persona pueda viajar en un tren
mejor. Las supera el odio. Han elegido un lugar en la historia… Cualquier
persona que le brinde una visión diferente queda descartada. Lo veo habitualmente.
Analicé en Facebook a todas las Doñas Florindas. Les duele que ciertos
personajes que antes respetaban –como Víctor Hugo o Pérez Esquivel– se pongan
furiosos. Gente que perdía sus ahorros en 2001 y no les jode que venga Alfonso
Prat Gay. El odio los pone en un solo lugar de la historia”.
Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/el-sindrome-de-dona-florinda
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