martes, 8 de abril de 2014

El retorno a Ibarra

El 16 de agosto de 1868 aconteció el denominado terremoto de Ibarra, aunque afectó a toda la provincia de Imbabura, con un saldo de 20.000 muertos, aproximadamente. En la urbe, de unos 7.200 habitantes, perecieron cerca de 5.000. A la una y cuarto de la madrugada de ese domingo se escucha el tremor de la tierra. En tres segundos, según refieren los cronistas, la bellísima Villa, como la conocían en la Colonia, es arrasada por uno de los terremotos más violentos que se tenga noticia, en un territorio donde las fuerzas telúricas no pactan con los dioses y se enfurecen cuando quieren.
Precisamente en abril se celebran las Fiestas de El Retorno, que conmemora el regreso de los ibarreños. Esto porque, tras el sismo, cuatro largos años vivieron los 550 sobrevivientes en Santa María de La Esperanza. De cuando en cuando, volvían a su amada tierra y, aunque los ánimos estaban divididos, resolvieron el reasentamiento en el mismo lugar. El ímpetu de Gabriel García Moreno, entonces presidente de Ecuador, fue decisivo.
Tras el sismo, cuatro largos años vivieron los 550 sobrevivientes en Santa María de La Esperanza. De cuando en cuando, volvían a su amada tierra.Así, desde el 13 de abril de 1872 comienza el retorno de los ibarreños desde La Esperanza. “Entusiastas caravanas van cumpliendo la orden de retornar; unas, la mayoría, a pie; otras, a caballo; los enseres a lomo de mula, y en carretas haladas por yuntas de bueyes, las cargas más pesadas, que van lentas pero más seguras. El 28 de abril, un nuevo domingo y fiesta de la Virgen de las Mercedes, “se bendice a la ciudad y a nuestra cara patria”, según informa el gobernador Juan Manuel España.
El canónigo Mariano Acosta proclama un emotivo discurso:
“¡Ibarra! Patria mía, levántate del seno de las ruinas, y la diestra del Altísimo te embellecerá. Tus calles serán espaciosas y pobladas. Tus plazas hermosas y afluidas de gentes de los mares. Un ángel de Dios velará en las alturas de tus Andes, para contener los desenfrenos de la naturaleza; y dejará el horizonte al amanecer de los felices días que te esperan”.
Por su parte, José Nicolás Vaca, que estuvo durante los cuatro años en La Esperanza, dice que esta fecha de 1872 tiene un significado similar a la fundación realizada en 1606, auspiciada por Miguel de Ibarra, cuando pensaba  “por dicho paraje abrir el camino más breve para Panamá”. Ibarra, nuevamente, da la espalda al mar, pero no por largo tiempo. No falta mucho para que el sueño de la llegada del tren alborote a los ibarreños de inicios del siglo XX y terminen, en 1957, el tren a San Lorenzo.
Un magnífico mural de José Villarreal Miranda, en la Casa de la Cultura, Núcleo de Imbabura, evoca esos momentos decisivos para Ibarra.
 

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