martes, 3 de julio de 2012

Urbegrafías


En el laberíntico texto de Ítalo Calvino, “Las ciudades invisibles”, se lee que en Despina, la ciudad del deseo, este aparece según se llega por tierra o por mar. En Ottavia, en cambio, la angustia existencial es su motor; mientras que en Adelma, el viajero reconoce el rostro de sus muertos en las caras de los habitantes.
La tesis de Calvino es que todas las ciudades, las existidas y por existir, se pueden imaginar una vez que se conocen sus reglas primordiales. El tiempo pierde así su primacía y se desvanece completamente en el espacio de la conciencia. Las ciudades imaginarias son el lugar de la experiencia simbólica, comparten el vínculo con el absoluto de la poesía, dice un análisis de esta novela metatextual, que nos recuerda los pasos de “Rayuela”, de Cortázar.
En Quito, el pasado miércoles, se presentó “Urbegrafías”, una iniciativa del Centro Cultural Benjamín Carrión, cuya directora es Rosy Revelo, que reunió a más de una veintena de creadores de visiones urbanas con un propósito: dibujar uno de los mapas de la urbe. Es un ejercicio que nos recuerda a Calvino: “Al hombre que cabalga largamente por tierras selváticas le acomete el deseo de una ciudad”.
“Los perros de la calle no creemos en ángeles de la guarda”, nos dice Ana Minga, en el libro editado por Raúl Pacheco. Cristóbal Zapata declara: “En la Plaza Foch / los ojos pican sexos, ancas, senos”; por su parte, César Eduardo Carrión exclama: “La profusión de estas horas no cabe en las venas fibrosas del árbol. / Hemos ido olvidando sus nombres: arupos, chalanes y molles / ya casi no existen”.
Santiago Páez habla de que la ciudad está hecha de nudos: “Estos nudos duran poco: cuando la noche avanza, los transeúntes escasean, las lámparas se apagan y las brasas se consumen”. En el libro, de pequeño formato, los textos están acompañados de las obras de los artistas, desde sus diversas vertientes que van desde la instalación al grabado. “Estoy fuera, estoy desnuda / los muertos duermen a dos metros bajo tierra / abandono el cómodo sillón y corro / huyo de mi sombra / de mi viejo discurso / nadie me va a salvar de la ciudad”, dice Jenny Carrasco.
Por su parte, Sonia Manzano clama: “Esta ciudad está siendo expulsada / de sus propias entrañas / por las réplicas inexactas de sí misma / por una versión apócrifa / de su particular leyenda… con un exceso brutal de los automotores”. Está también una interpretación desde los grafitis: “Ciudad pobre sirena / no caeré en tu océano” o aquel “Quito: patrimonio de la soledad”, que apareció junto a “Quito: un panteón entre montañas”.





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