El
pasado 17 de julio, en las riberas del Tahuando, se escenificó la
llamada Batalla de Ibarra, que conmemora la gesta donde las tropas
patriotas enfrentaron a las huestes pastusas, que eran más realistas que
el rey, allá en 1823. Los pastusos tenían motivos religiosos más que
políticos, alentados desde
los púlpitos.
El
historiador nariñense Sergio Elías Ortiz dice: “Creemos que la mente de
la clase inferior estaba llena de prejuicios contra la que ella llamaba
insurgentes, traidores, perjuros, entre otros, prejuicios sembrados en
trece años de prédicas”. De allí que no es casual que levantaran el
pendón de España y proclamaran: “La guerra santa contra los malvados
usurpadores de los derechos del muy amado Fernando VII y enemigos
jurados de la religión”.
Perder
la plaza de Pasto -con el agravante de lo sucedido en Perú-
significaba, como bien escribió Bolívar en una carta a Santander, que
era preciso reconquistar el sur de Colombia, porque de lo contrario la
guerra en América se iba a prolongar hasta el infinito, aun contra la
voluntad de los españoles, “porque ha de saber que los pastusos y el
monárquico Canterac, de Lima, son los demonios más demonios que han
salido del infierno.
Los
primeros no tienen paz con nadie y son peores que los españoles y los
españoles del Perú son peores que los pastusos”. En carta del 5 de julio
escribe: “Estoy empleando hasta los muertos en la defensa de este
Departamento. Yo pienso defender este país hasta con las uñas”.
La
estrategia de Simón Bolívar, en verdad la única batalla que dirigió en
el actual Ecuador, fue decisiva: se trató de una disputa entre una
caballería patriota bien armada y experimentada -aunque tenía una
infantería novata- frente a una infantería pastusa habituada a lo que se
conoce como guerra de guerrillas, pero en sus montañas y no en un valle
donde fue presa fácil. Con ardides, Bolívar llevó a los montaraces
pastusos a la explanada de las calles de Ibarra y en lugar de entrar
-como esperaban sus enemigos- por Otavalo, circunvaló en monte Imbabura y
llegó por el Abra.
Cuando
la avanzada miró a la caballería llegar por Yacucalle ya fue tarde. Se
sabe que los dos combatientes tenían aproximadamente 1.500 hombres, cada
uno. Las cifras son contundentes, más de 800 pastusos fueron ultimados,
de allí la persecución por el Tahuando hasta el Chota; mientras
únicamente 13 independentistas perecieron. Los pastusos demostraron un
valor que rayaba en el suicidio, liderados por Agustín Agualongo. Aún
nos imaginamos a Bolívar arengando desde la piedra Chapetona y un río
Tahuando embravecido.
El texto original está publicado en:
http://www.eltelegrafo.com.ec/ index.php?option=com_zoo&task= item&item_id=47023&Itemid=29
Piedra Chapetona
Piedra Chapetona
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