sábado, 21 de julio de 2012

La batalla de Ibarra


El pasado 17 de julio, en las riberas del Tahuando, se escenificó la llamada Batalla de Ibarra, que conmemora la gesta donde las tropas patriotas enfrentaron a las huestes pastusas, que eran más realistas que el rey, allá en 1823. Los pastusos tenían motivos religiosos más que políticos, alentados desde los púlpitos.
El historiador nariñense Sergio Elías Ortiz dice: “Creemos que la mente de la clase inferior estaba llena de prejuicios contra la que ella llamaba insurgentes, traidores, perjuros, entre otros, prejuicios sembrados en trece años de prédicas”. De allí que no es casual que levantaran el pendón de España y proclamaran: “La guerra santa contra los malvados usurpadores de los derechos del muy amado Fernando VII y enemigos jurados de la religión”.
Perder la plaza de Pasto -con el agravante de lo sucedido en Perú- significaba, como bien escribió Bolívar en una carta a Santander, que era preciso reconquistar el sur de Colombia, porque de lo contrario la guerra en América se iba a prolongar hasta el infinito, aun contra la voluntad de los españoles, “porque ha de saber que los pastusos y el monárquico Canterac, de Lima, son los demonios más demonios que han salido del infierno.
Los primeros no tienen paz con nadie y son peores que los españoles y los españoles del Perú son peores que los pastusos”. En carta del 5 de julio escribe: “Estoy empleando hasta los muertos en la defensa de este Departamento. Yo pienso defender este país hasta con las uñas”.
La estrategia de Simón Bolívar, en verdad la única batalla que dirigió en el actual Ecuador, fue decisiva: se trató de una disputa entre una caballería patriota bien armada y experimentada -aunque tenía una infantería novata- frente a una infantería pastusa habituada a lo que se conoce como guerra de guerrillas, pero en sus montañas y no en un valle donde fue presa fácil. Con ardides, Bolívar llevó a los montaraces pastusos a la explanada de las calles de Ibarra y en lugar de entrar -como esperaban sus enemigos- por Otavalo, circunvaló en monte Imbabura y llegó por el Abra.
Cuando la avanzada miró a la caballería llegar por Yacucalle ya fue tarde. Se sabe que los dos combatientes tenían aproximadamente 1.500 hombres, cada uno. Las cifras son contundentes, más de 800 pastusos fueron ultimados, de allí la persecución por el Tahuando hasta el Chota; mientras únicamente 13 independentistas perecieron. Los pastusos demostraron un valor que rayaba en el suicidio, liderados por Agustín Agualongo. Aún nos imaginamos a Bolívar arengando desde la piedra Chapetona y un río Tahuando embravecido.



El texto original está publicado en:

No hay comentarios:

Publicar un comentario