La
Fiesta de la Música, la época del Solsticio, convocó en Ibarra a 100
jóvenes músicos de toda la provincia. La algarabía se desarrolló en el
parque Pedro Moncayo, junto a la Feria de la Cultura, donde mujeres de
Salinas, La Victoria y Urcuquí vendían sus artesanías, mientras los
artistas preparaban sus pinturas para realizar su arte urbano, primo
hermano del grafiti que llevó, en el anterior siglo, a Basquiat a
exponer en el MoMA de Nueva York.
Tras
los respectivos permisos, socialización con los profesores y demás, se
encontró que el mejor lugar eran las paredes de la escuela Luis Leoro
Franco, en el sector de Yacucalle que, como su nombre lo indica, aún es
considerado un lugar sagrado para las culturas originarias.
La
iniciativa tenía los avales y estaba organizado por las regionales del
Ministerio de Cultura de Ecuador, Ministerio del
Ambiente, Ministerio de Educación, Municipio de Ibarra y, como en todo
el mundo, con esa visión nacida en Francia, en 1982, con una evocación
del lema “Prohibido prohibir”, como un legado del Mayo del 68. Pero, no,
porque -al día siguiente- algunos inquisidores de esta época
encontraron que en una de las paredes los jóvenes habían pintado a una
mujer desnuda.
Ardió
Troya. Los medios tradicionales no contaron el esfuerzo de realizar
este arte callejero o street art, como lo define el colectivo Torre de
Babel, sino que
encendieron la “polémica”, más aún porque -como mostraron en las
fotografías- cerca de la puerta del establecimiento también había el
recuerdo de prácticas antihigiénicas en el Congreso Nacional (este mural
fue borrado y se puso la regla del 3).
Allí
nomás salió en la televisión local un tendero -con el respeto al
gremio- a dar clases de moral y buenas costumbres, pero ni una
entrevista a los artistas. Lo que sí hubo fue la advertencia de una
ordenanza que, incluso, podría dictar el buen gusto.
Fue
preciso indicar que en la mismísima Capilla Sixtina hay cuerpos
desnudos, pintados por el gran Miguel Ángel, heredero de lo griego, y
que, si vamos a esas, habría que vestir a la Maja desnuda, de Goya, y a
Las tres Gracias, de Rubens, ponerles trajes de baño de los años 20, del
siglo pasado.
Más
allá de la anécdota, una realidad terrorífica: aún vivimos en la
Colonia, como bien nos decía Agustín Cueva, sin mentar que algunos
padres de familia sugirieron colocar santos para que iluminen a los
niños en lugar de esos “adefesios”. Es imperativo la descolonización de
los cerebros -la discusión de los espacios públicos- para que los
jóvenes no crean que viven en un país de francotiradores contra el arte.
PIE DE FOTO
Mural
de Jean-Michel Basquiat (1960 - 1988) fue un pintor estadounidense que
nació en Brooklyn, Nueva York, el 22 de diciembre de 1960. Su
preocupación por transmitir en su pintura la problemática de doble
pertenencia a minorías étnicas, la afroamericana y la latina, si bien es
elemento recurrente de su narración pictórica, nunca se sometió a
intencionalidades mensajísticas condicionadoras. El crítico británico
Edward Lucie Smith sostiene: “El más celebrado artista negro de los
ochenta, Jean-Michel Basquiat, utiliza con frecuencia la imaginería
'negra', pero al mismo tiempo siempre demuestra su ansiedad por
someterla a claros acentos de universalidad.” También precisa que “su
intención no era
tanto construir una capillita más para la cultura afroamericana, sino
competir en igualdad de condiciones con su mentor Andy Warhol.” Por su
parte, el teórico alemán Klaus Honnef afirma: “Sea casualidad o no, si
se pasan por alto las significativas alusiones a la existencia social de
los negros en los Estados Unidos y la furia considerable de sus
cuadros, se podría llegar a la conclusión de que las pinturas y los
dibujos de Basquiat están enraizados en la estética francesa, y no en
los graffiti de Nueva York”.
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